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ESCRITO EN MAYÚSCULA es un blog que intenta ayudar con la difusión de cualquier expresión artística sin discriminar a los autores aficionados. Se abarcará desde poesía, narrativa, música, etc. Y contaremos con entrevistas donde el autor contara por sí mismo la creación de su propia obra.

Federico García Lorca

Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.

(La Sombra del Viento) Carlos Ruiz Zafón

Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Somos apenas un granito de arena, intentando hacer algo por el bien de nuestra existencia.

viernes, noviembre 30, 2018

Fernanda Berdiñas




FERNANDA BERDIÑAS 


Breve biografía

Nació en Mar del Plata. Escribe desde hace más de 5 años poesía erótica, su estilo favorito. Participó en cuatro Antologías y tres de sus poemas formaron parte de una obra de Tango. Asistió como poeta invitada a varios ciclos y también a micrófonos abiertos, ha leído en radios y cafés literarios.

La poesía dice que sana y exorciza el alma, a través de ella se ama, se desea y se invoca al amor para ser redimidos, escribe para soltar esa pasión que nos forma y fortalece. Actualmente reside en Buenos Aires.


Sus poemas



1. TANGO

Fuimos un tango, que no supe bailar.
Que marcó en compases, nuestra pasión.
Nos abrazó a la lujuria, mas no al amor.
Quebrando la luna, ante nuestros besos.

Marcando tu piel y mis cuerdas.
Tocando mi espalda, en el fuego de tu boca.
Enredando nuestras piernas, al deseo.
Dando tristeza y olvido, a la razón.

En desenfreno de tacos y giros, al orgasmo.
Gimiendo en bandoneones de suspiros.
Entrando a la pista, que los amantes marcan.
En ochos infinitos, de la nostalgia que llora.

Caminantes que reconocen añoranza y traición.
Recuerdos de percantas y malevos...
que nos salían desde la garganta y los pies.
Tu guitarra, mi contorno, a tu voz doliente...
¡que con ardor recorriera mi cuerpo en la penumbra!



2. EN CRUZ

Busqué apóstoles que me siguieran.
Y me sentí profeta de caricias profanas.
Vestí de túnicas rojas, la impúdica inocencia
y mi frente, adorné con espinas.

Di luz a ojos en tinieblas, tras mis besos
y bañé de lágrimas, sábanas mancilladas.
Brotó vino a mi paso en festines,
y sacié hambrientos, en grotescos desmanes.

Supliqué perdón e incité a osadías.
Clamé en sermones, que dolían y mutilaban.
Abdiqué reinados y caminé descalza,
Mi voz fue diluvio en desiertos sinuosos.

Abracé al macabro y al deforme, haciéndolo santo.
Y el viento, respondió a mi súplica, callando.
El mar, fue el suelo, que caminé indómita.
Y transfiguré mi rostro, en el quejido sublime.

Me abofetearon y humillaron, más seguí en pie.
Bendije cada acto y fui cáliz y sangre.
Esperé la redención, con goce
ofrendando mi cuerpo en misas infames.

Me entregaron y tentaron al destino.
Pero me restaba luz, en la mirada ciega.
Y sentí brotar la muerte de mi costado,
desgarrándose mi corazón...
¡en un grito, que enmudeció la noche!



3. EN EL ALTAR DE TU CUERPO

Vuélvete vino en mi boca y añeja mi quebranto.
Hazte sal en el beso que calla dudas y ausencia.
Sé escudo ante mis miedos y mata mis dragones.
Dame faro en la noche abismal que me pierde.

Vuélvete roca en mis arenas y nos bañe el bravío mar.
Hazte barca. Soy náufraga y necesito orillas.
Sé espuma y rompiente en mis olas mansas.
Derrama vid en mis impíos desiertos y fecúndame.

Seré cielo, luna y sol entre tu piel, te ocultaré en mí.
He de asirme a tu carne para que me comulgues.
Orgía entre mis piernas y mis labios...serán tus recodos.
Aleluya el orgásmico grito de la gloria que entonamos juntos,
en un amén que no cesa y me bautiza.

2/11/15



4. QUE NO AMANEZCA LA NOCHE

Desangra la noche en mis cabellos, que se pierda su manto.
Derrama estrellas por mi piel, para encenderme en fulgor.
Lléname de luna en mareas que mueran en mis costas.
Invoca al viento para acariciarme toda en mis confines.

Calla el bullicio para inundarme en tu silencio a gritos.
Dibuja sombras al cubrirme con tu cuerpo en celo.
Haz que nos ilumine la penumbra en el éxtasis de mi vientre.
Báñame en rocío tibio, para saciar la sed de mis desiertos.

Vuélvete manantial que fecunde y me vuelva pradera.
Entre tus brazos eterniza las horas, para que el sol se duerma.
Cual mar, ola y rompiente desanda mis arenas con tu furia.
Seré selva en el instinto puro, famélica de savia y aguacero.

Como lluvia impía cúbreme de gotas en mis cuencos tuyos.
Háblame en susurros gimiendo en mis adentros para ungirlos.
Cierra mis ojos en un beso que detenga el alba entre tus labios.
En mis pechos anida tus manos y abrázame sin piedad,
¡para que no amanezca!



Sus redes sociales y contacto




martes, noviembre 20, 2018

Víctor M. Grippoli



VICTOR GRIPPOLI


Breve biografía


Víctor Miguel Grippoli. (Montevideo, Uruguay. 1983) Artista plástico, docente y escritor. Participa en la antología Cuentos Ocultistas (2016, Editorial Cthulhu) Revista Letras y Demonios Número 1 (2016) Revista Letras y Demonios Número 2, 4, 5 (2017, 2018), Nictofilia Número 2 (2017), Nictofilia Terror Steampunk (2018) Antología Horror Bizarro (2017, Editorial Cthulhu), Antología Horror Queer (2018, Editorial Cthulhu). Revista Nictofilia – Poesía Grotesca (2018) Antología poética (2018, Editorial Solaris), Entre las lágrimas de acero (2018, Editorial Solaris), Laberinto de Posibilidades (2018, Editorial Solaris), Puertas del Infinito Volumen 1, 2, 3 (2018, Editorial Solaris), Los conectores de dios (2016, Editorial autores de Argentina, Editorial Solaris 2018) Sombras (Editorial Solaris – 2018) El monstruo era el humano (Editorial Cthulhu - 2018) Revista Literaria Luna – Antología de Ciencia Ficción). Revista Líneas de Cambio Número 1 (2018 - Editorial Solaris). Pen Bolivia. Antología de Ciencia Ficción Neo Indigenista (2018). Revista Aeternum – Héroes y Santos. (Aeternum – 2018). Gritos y pesadillas (Antología benéfica de relatos de horror – LLEC – 2018). Líneas de Cambio – Antología de ciencia ficción latinoamericana.


Sus relatos





Próxima B

Me desperté con las alarmas rojas de la nave estelar aullando y girando a toda velocidad, como me dictaba mi entrenamiento salí despedido del tubo criogénico que me mantuvo durmiendo durante el viaje por el sub espacio e inmediatamente comprobé el estado de mis dos compañeros de viaje, pero estos ya no estaban en sus tubos correspondientes. Debían haberse despertado antes que yo. Mientras me calzaba el traje de presión de uso interno me pregunté por qué yo había seguido en las tierras de Morfeo. Ya pronto lo sabría. Comencé a caminar de forma presurosa hacia el puente de mando. 
No se notaban rastros de fuego ni de pérdida en la gravedad artificial, observé los datos en uno de los paneles de control holográficos y la astronave no tenía un solo daño.

Al entrar al puente el Capitán apagó la alarma.  Andrés era un hombre sabio, todo en su rostro lo indicaba, estaba feliz de dejar mi vida en sus manos durante esta misión: Llegar al planeta Próxima B, un mundo a cuatro años luz de la Tierra. Un orbe apenas más grande que nuestro mundo natal que orbita Próxima Centauro, una estrella del tipo enana roja con un brillo propio del color que denomina su nombre y de un poder mucho menor que nuestro Sol.  Las sondas robóticas con Inteligencia Artificial que viajaron por el sub espacio hasta el mundo nuevo habían encontrado un planeta con acoplamiento de mareas, algo mucho más común de lo que cree la gente ordinaria la cual imagina que todos los mundos giran como los de nuestro Sistema Solar. Debido a la cercanía de la estrella y la gravedad, siempre la misma cara de Próxima B está en el día y la otra en una eterna noche por los siglos de los siglos. Nuestros mensajeros IA encontraron que como se suponía este mundo tenía un océano gigantesco con zonas que presentaban agua líquida. Había grandes oportunidades de vida.

Un descubrimiento magnifico, una hazaña para la humanidad. Debíamos ir allí lo más pronto posible, claro llevando las protecciones adecuadas. El HED: Hábitat Especial de Descenso, nos protegería de las radiaciones mortales, esto no era un simple paseo por la Luna y nuestros trajes de actividades extra vehiculares poseían una tecnología de escudo nano tecnológico que le impediría a nuestros cuerpos cocinarse bajo todo ese pastel radioactivo que recibiríamos en nuestro viaje. Para tal periplo fueron elegidas tres personas. Andrés, nuestro Capitán era el seleccionado por las Naciones Unidas, ahora encargadas del nuevo gobierno mundial con su base en Ciudad Equidad.

Ese era el lugar donde al fin la humanidad comenzó a caminar derecho, era la urbe que nos daba esperanza. Por parte de la Unión Euroasiática estaba la coreana Soo-Min y por último el que les habla, Tydus Lasart por la Alianza Sudamericana. Éramos lo mejor de lo mejor. La crema y nata de las agencias espaciales internacionales que formaron luego la agencia mundial aeroespacial. Fuimos los candidatos obvios y ahora estábamos aquí, en una lata de sardinas luego de un viaje de dos años congelados en un tubo para llegar a un mundo extraño y supuestamente con vida microbiana y animal a cuatro años luz de distancia.

—Tydus, ven aquí. Hemos salido del Sub Espacio antes de lo previsto. Nos encontramos a dos semanas de Próxima B —me dijo al verme entrar al puente de mando.
—Capitán, ¿qué fue lo que nos ha sacado de nuestra ruta? ¿Tienes idea?
Mientras le respondía me senté en mi butaca ergonómica y me coloqué los cinturones de seguridad como mis compañeros.
—No, aunque Soo-Min dice que la nave entera fue escaneada por “algo”. Hay rastros en la computadora de abordo…
—¿Algo? Eso suena muy científico… Soo, ¿me puedes otorgar usando tu infinita sabiduría una respuesta convincente? 
—No sé muy bien qué decirte. Nos despertamos sin aviso con Andrés, las alarmas estaban encendidas y al principio el secuenciador para despertarte no funcionaba, debíamos esperar a que se descongelara, entonces decidimos venir al puente y vimos que estábamos a dos semanas del destino. Le pedí a la computadora central un diagnóstico y respondió que un rayo de escaneo impactó la nave luego de nuestra abrupta salida al cosmos normal.
—En pocas palabras una nave humana o alienígena nos investigó… eso es imposible. No hay nada que pueda igualar nuestra velocidad en la flota.
—Entonces Tydus hay algo allí afuera… —mientras él me hablaba yo noté como el Capitán sudaba a mares, un hombre tan versado en el peligro no se encontraría nervioso o alterado por más que nos encontráramos ante una situación de riesgo.

Luego hicimos un chequeo general de la astronave y comprobamos que todo estaba bien, simplemente habíamos salido dos semanas antes de lo planeado. Yo creía que la computadora debía haberse equivocado y no le di más importancia al hecho de esos supuestos extraterrestres. Luego de una semana comenzaron los sucesos extraños…
Iba caminando por la zona de las cabinas personales cuando pude ver al Capitán vistiendo una musculosa, en su mano derecha descansaba un cuchillo y se cortaba reiteradas veces a la altura del hombro. La sangre roja se deslizaba por la piel blanca.

Me escondí detrás de un mamparo para observarlo ya que mientras hacía esta inusitada y pervertida actividad murmuraba algo en una lengua que no provenía de nuestro mundo natal. Instantes después Soo lo llamó desde el puente por el altavoz y Andrés volvió a la normalidad, se limpió y se curó con bastante agilidad y partió hacia su destino. Comprendí que algo sucedía y que debía hacerme el tonto hasta tener más datos.  Esperé unos minutos y yo también tomé rumbo a la sala de control.

Se escuchaba la voz femenina de Soo hablando con Andrés. ¡Estaba sucediendo algo importante! Andrés estaba pasmado viendo como el vientre de ella se iluminaba con un resplandor dorado. Parecía que un niño se estaba formando en su interior. Ante tal espectáculo quedé inmovilizado y ni una palabra pudo salir de mi boca.

—Me llaman… no los entiendo… son tan diferentes… ¿Este niño es real? ¿Lo crearon con su ciencia superior? Todavía no los comprendo… ni ellos a mi… tengo miedo… ¡Andrés, Tydus… no me dejen!
—¡Quédate conmigo! Toma mi mano… —pronunció nuestro líder con voz serena.
—Ellos me llevarán de tu lado… quiero quedarme contigo mi amor. Mira… este niño que está en mi vientre es nuestro hijo, lo que tanto habíamos deseado. Leyeron dentro de mi mente y decidieron tomar parte de ti y de mí para cumplir lo que anhelábamos.
—¡Soo, toma mi mano! ¡No te atrevas a dejarme ahora!

Lo último que vimos antes que comenzara a desaparecer fue que aumentó la luminosidad que manaba su vientre y ella colocaba ambas manos sobre él.

Corrimos hacia ella, pero antes de llegar se desvaneció en un estallido de luz. No sabíamos si estaba muerta o la tele transportaron a otro lugar. Ante esta evidencia me convencí de la gravedad del suceso. Había una entidad o entidades extraterrestres queriendo entablar contacto con nosotros. Y el único origen posible era el mundo de Próxima B.

En los siguientes días hablé seriamente de lo sucedido con Andrés, era imposible comunicarse con la Tierra. No había dispositivos sub-espacio para llamar y recibir una respuesta hasta dentro de años debido a las distancias luz. Decidimos seguir si no era que antes moríamos los dos. Le confesé que lo espié mientras se cortaba y respondió que desde el despertar se había sentido muy extraño y que Soo le había confesado esa misma sensación. Al parecer yo era el único que no mostraba cambios en el carácter.

Faltaban tres días para llegar a destino. Poco a poco el globo de Próxima se hacía mayor en las pantallas. Comprobamos el hábitat de descenso. Prácticamente una casa gigante blindada en la que bajaríamos a ese extraño mundo. Tenía acoplada tanto un mini avión como un mini submarino de exploración. Andrés me llamó desde dentro cuando yo comprobaba la antena de comunicación con la nave. Al entrar lo hallé de rodillas de nuevo cortándose con el cuchillo.


—Me están llamando Tydus. Nosotros queríamos tener un hijo, pero decidimos mantener nuestra relación reservada, ni siquiera tú lo sabías.  Pensamos que era lo mejor para que no interfiriera con los objetivos de la misión. Ahora yo me siento su otro experimento. Soy una pieza para lograr un bien mayor. Poder lograr revelarse ante ti… No nos comprenden… Todavía… Por eso sentí mi mente alterada. ¿Acaso podemos mantener una conversación de filosofía con una medusa? Se llevaron a mi amor. ¿Más allá de la nada estará Soo? Ellos trataron de hacerlo con sus aparatos… Yo soy la medusa… —Volvió a cortarse el antebrazo y la sangre cayó mientras repetía incesantemente… 
—Medusa… Medusa…

Luego su piel se desvaneció, pude ver sus músculos, sus órganos funcionar en perfecto estado. Parecía una teleportación en fases. Yo me aterré y me tomé del marco de acero de la puerta de acceso del hábitat y así como empezó el proceso se terminó sin dejar rastros de él.

Dos días de soledad y miedo después me encontraba orbitando el mundo con acoplamiento de marea. Yo bajaría en el Hábitat cerca del Terminador planetario, o sea la frontera perpetua entre el día y la noche en este planeta extraño y tan diferente al nuestro. La computadora había marcado la ascensión de una isla en el centro de una zona oceánica, en ese lugar las sondas no habían hallado nada. Le apunté con el telescopio de la astronave. Mis ojos no podían creer lo que observaba, una gigantesca escultura ciclópea se alzaba desafiante. Tenía ojos extraños y alargados como el cráneo, su cuerpo sentado en posición de loto también era muy estilizado. Hasta se podría decir flaco en exceso.

Sabía que mis opciones eran muy limitadas, retirarse no era una opción. ¿A dónde iría? Probablemente la locura se apoderaría de mí camino a la Tierra. Dejé de pensar tonterías y me introduje en mi aparato de descenso. Debería pasar varias funciones a la computadora ya que no sabía el destino de mis compañeros y ellos eran los encargados de varias mediciones que habíamos ensayado anteriormente.

El hábitat se desprendió de la nave principal y fui buscando el ángulo de aproximación perfecto para no tener turbulencias excesivas durante el viaje. Mientras bajaba, el lugar que había sido mi hogar se convertía en una plateada mota de polvo contra el negro del espacio cósmico.

Poco a poco fui atravesando las nubes y con ambas manos en los controles agregué las secuencias finales en el ordenador.
La estatua debía poseer una altura cercana a los doscientos metros y era la única construcción en esa masa de tierra desértica.
Como lo habíamos practicado cientos de veces en los simuladores las cuatro patas del modo terrestre del Hábitat tomaron contacto con el terreno yermo.

Acto seguido y sin las ceremonias que deberían haber tenido lugar ante un logro científico tan grande me coloqué el traje de presión especial, comprobé el sistema regenerativo de oxígeno y abrí la compuerta principal luego de encender las luces laterales del casco.

El exterior era un lugar que claramente había estado sumergido hasta hace brevísimo tiempo. Tendría que haber realizado observaciones detenidas, pero fue entonces cuando comenzaron las voces en mi cabeza…

La estatua me llamaba… la masa de piedra que representaba al extraterreno era un catalizador de la “entidad” y ésta ahora había entendido parcialmente como comunicarse conmigo y quería que yo entrara por la puerta. ¡Sentía las voces en mi cabeza! Y me hablaban de una puerta…

¿Pero qué puerta? Yo no la veía.

Al instante se materializó entre luces rojas la entrada de doble hoja al pie de la estatua. Mi corazón se desbocó. Tenía miedo y al mismo tiempo una profunda ansiedad por saber el secreto de Próxima B. Mis ojos se perdieron por un instante en el crepitar rojo de la estrella del sistema.

¿Qué formas de vida tan diferentes al ser humano podrían nacer o vivir en un mundo así? ¿Cuál sería su sistema de valores y de creencias?

Todas eran incógnitas de nula explicación. Para tener las respuestas debía cruzar la puerta. Y así lo hice, dejé atrás mis temores y abrí las pesadas hojas, no pude ver nada más pues me cegó un resplandor blanquecino. Al parecer los filtros de luz de mi traje fueron inefectivos contra él. Sentí que caía por un abismo. Por una inmensidad de tiempo y espacio. Sabía que mi cuerpo estaba atravesando distancias cósmicas entre las estrellas en un pequeño segundo.

Cuando recuperé la vista pude observar líneas violetas a mi lado. ¿Acaso era una especie de efecto distorsionado de la luz estelar? No puedo responderlo con precisión. Sentí una vez más la voz en mi cabeza mientras me adentraba cada vez más en el espacio inter dimensional.

—La humanidad ha logrado avanzar y superar la adolescencia como especie. Han dejado atrás la guerra y el odio, han superado su naturaleza primitiva y brutal. Leo en tu mente que no ha sido un camino fácil. Ha estado plagado de guerra y miedo. Como el nuestro… hace ya tantos eones… Quiero darte un regalo, mi amigo humano. Quiero darte una fuente de energía que les permitirá seguir con su evolución. Una energía que los llevará por el espacio y tal vez un día los lleve hasta donde estamos nosotros.
—¿Qué son ustedes? ¿Acaso habitaron Próxima?
—Ese planeta es solo una baliza en la negrura del mar de estrellas y ustedes la encontraron. Llámame una mente colectiva, una forma de vida que al mismo tiempo es singular y plural. Una forma de existencia en convivencia con Dios y la fuente universal de la vida. La contemplación y la creación son mi misión, el gozo mismo de la existencia más allá del deseo.
—¿Y mis amigos? ¿Para tratar de comunicarte conmigo terminaron muertos?
— No tengas ansiedad mi joven humano. No tengas ansiedad…

Parpadee un instante en mi extraño viaje y al abrir mis ojos me hallaba en una pradera verde salpicada de árboles frutales. Un hermoso cielo celeste parecía brillar de felicidad.
A lo lejos divisé a un grupo de humanos vestidos de blanco que se aproximaban al lugar donde yo había descendido dejando la hierba chamuscada.
Me retiré la escafandra para luego arrojarla lejos, no necesitaba mi traje voluminoso en este planeta de tipo terrestre… todavía recuerdo la primera frase que dije en ese lugar como explorador estelar.

—Rayos. ¿Dónde me encuentro? Estoy jodido…
Rápidamente cambié mi opinión. Andrés y Soo llegaron a mi lado y me abrazaron. Junto a ellos había una docena de muchachos y muchachas, pero ninguno superaba los catorce años. Al parecer todos eran sus hijos…  luego que el Capitán percibiera que me había dado cuenta de lo obvio tomó la palabra.
—Te esperamos mucho, mucho tiempo. Aquí todo transcurre diferente.

Ellos hicieron este planeta para nosotros y lo bautizamos como Paraíso. Ahora que has llegado llevaremos la energía a la Tierra saltando unos cuantos siglos hacia el pasado. ¡Tenemos que asegurarnos de perpetuar a la humanidad por la buena senda!
Yo todavía no entendía mucho lo que sucedía, percibía en mi ser que ya no estaba en nuestra galaxia de origen, había atravesado las fronteras del tiempo y del espacio, me había presentado ante una raza con conciencia colectiva ante la cual yo no era más que un niño tonto en una comparativa inter especies.
No importa, los tres enfrentaríamos juntos las dificultades… bueno en realidad los quince…  un nuevo viaje en el tiempo, pero esta vez hacia el pasado para llevar la llave que cambiaría la historia de nuestra especie. En ese instante solo se me ocurrió una cosa…

—Y pensar que en la base nos dijeron que sería un viaje fácil… qué rayos, hagámoslo. Es el momento de recibir el regalo de nuestros anfitriones.

Ellos me devolvieron una sonrisa plagada de dientes perfectos enmarcada en rostros llenos de felicidad. Si así era el futuro yo quería ser parte de él. 




El templo de Venus

Sí, sus ojos se asemejan a dos carbones ardientes, no porque sean rojos sino debido a la intensidad de su mirada. Esos espejos del alma que te atraviesan son de azul glacial, de tonos antiguos, complejos, tan arcaicos… tan sabios que te pierdes en ellos.
Ella… sólo ella… por siempre…  entra cubierta sólo con una pequeña tela transparente que deja ver, intuir, desear el tacto de sus pechos de duros y rosados pezones. Ella… sólo ella, la de la piel blanco luna, de una forma sobrenatural que hasta puedes sentir el palpitar de las venas azules que habitan bajo la misma.

Se acerca a la cama y su cabello dorado toca mi pecho, sus labios recorren los míos y sus uñas filosas, tan parecidas a las de una gata se clavan en mi carne hasta hacerme gritar. Ella es mi amada, mi Venus, mi diosa. Mi fuente pagana inagotable de placer, por la que yo estaría dispuesto a hacerlo todo. Pero ustedes se preguntarán como llegó aquí, la mujer perfecta, a la cama de un Capitán de Alemania del Este. Mi nombre es Adalbert Bernar y ésta es mi historia… 

Yo llegaba de un nuevo viaje a Moscú, junto con un grupo de arqueólogos soviéticos habíamos descifrado hace varios años un conjunto de textos antiguos que hablaban de una civilización perdida en el cono sur de África. Una cultura inclusive más arcana que la egipcia. Pero luego de todo ese tiempo de investigación la situación todavía no era fácil. El sur del continente negro no es precisamente un lugar pequeño y nos faltaban datos precisos para poder enviar una expedición en busca de la capital de aquel reino.

Ya hacía bastante tiempo que mis amigos y yo éramos la burla de los círculos científicos de más alta alcurnia y creían que nosotros estábamos locos, pero gracias a los contactos que tenía con la marina alemana y a mi férreo manejo del ruso pude ganarme el apoyo de los militares de ambos países. Si yo descubría la ubicación de la urbe tragada por el tiempo me ayudarían a formar la expedición y descubrir una civilización antiquísima a la que el capitalismo había borrado de los libros de historia.
Por los medios convencionales nuestra búsqueda estaba trunca, pero yo no soy un hombre que se rinde fácilmente, mis contactos de inteligencia, o sea los espías nuestros del otro lado del muro de Berlín habían descubierto que un judío atesoraba antigüedades en su librería, uno de nuestros agentes compró ese libro que según mis investigaciones me mostraría la ubicación exacta de la ciudad que durante años yo había ansiado.

Ahí me esperaba Hans, envuelto en su chaquetón al lado mismo de una de las entradas de ese oscuro murallón que dividía mi ciudad en dos. Lo saludé con la cabeza y él tendió su brazo para darme el libro.

—Hans. Veo que lo has conseguido. Te agradezco de corazón. Esto nos ayudará a cambiar la historia de la humanidad para siempre. ¡Vamos a descubrir una de las culturas primigenias de nuestra historia!
—Querido amigo… yo mismo he traducido un poco del libro en estos días previos a que cruzara el muro. Lo que se narra en estas páginas es demasiado oscuro para ser cierto… en el caso de que lo sea, lo mejor será dejar ese lugar alejado de las manos humanas. No uses los recursos del partido en esta empresa. ¡Desiste ahora, hermano mío! No caigas en esta locura.
—¡Eres tú el loco! Agradezco los esfuerzos que realizaste, pero estamos en una era de progreso. Ahora no podemos sucumbir ante el oscurantismo y la charlatanería de los textos que lo pintaban todo con sus pinceladas de magia y esoterismo. ¡Voy a encontrar el reino perdido a como dé lugar!
—Si no tengo forma de hacerte olvidar de tu empresa por lo menos déjame desearte la mejor de la suerte y ten cuidado en no abrir una infernal caja de Pandora. 

El submarino partió en secreto desde su helada base, la expedición estaba compuesta por un grupo de arqueólogos conjunto de rusos y alemanes. Mis desvelos traduciendo el libro habían dado sus frutos. En una gigantesca bóveda bajo una montaña de África del sur se encontraba la bella Axulim. La mayor obra de ingeniería del mundo. Fruto del ego de una civilización capaz de todo. Hecha en la roca pura sólo porque era posible, iluminada por un complejo sistema espejado y usando la reflexión en gigantescas losetas de piedra pulida, era tal la magnificencia de su sistema que las crónicas narraban que dentro de la urbe parecía un día de verano y nadie extrañaba el salir al exterior.

El viaje fue placentero, aunque yo no estaba acostumbrado a pasar tantos días bajo el agua, pero era algo necesario ya que no podíamos permitirnos el caer en manos americanas. Todo debía hacerse en el más absoluto de los secretos y luego demostrarle al mundo el poder de nuestro descubrimiento.

Estudiamos los mapas del libro judío con el Capitán y el submarino tomaría un río subterráneo que conducía a la puerta principal de Axulim, empotrada en el corazón montañoso. Yo bajaría con los arqueólogos colegas y un equipo pequeño de soldados, sólo por prevención de encontrarnos con algún equipo occidental por la zona.

El submarino llegó a las costas cercanas a Sudáfrica y tomamos el río, en unas pocas horas emergimos en un sereno lago subterráneo alumbrado en sus laterales por unas potentes algas luminiscentes. Bajé con el inmaculado uniforme hasta tierra firme y junto con un soldado rojo clavamos en el suelo pedregoso la bandera de Alemania del Este y de la Unión Soviética. Acto seguido contemplamos la gigantesca puerta de entrada tallada en piedra y no pudimos más que asombrarnos ante la ingeniería de esa raza de blanca piel perfecta y ojos azules. Los capiteles marmóreos estaban en perfecto estado y las esculturas de jóvenes perfectos con el musculado torso desnudo nos impresionaron, pero algo llamaba la atención. Parecía que desde afuera hubieran cerrado la entrada con gigantescos trozos de piedra provenientes de monumentos exteriores que habían sido destruidos.  De esta forma el único y pomposo acceso a la ciudad estaba sellado.

Aunque eso no era problema para hombres de nuestro siglo y el equipo de soldados pudo dinamitar un hoyo lo suficientemente grande para pasar por él con nuestros equipos y focos de luz. Los cuales dicho sea de paso fueron completamente innecesarios pues el fastuoso sistema de losetas pulidas incrustadas en las paredes de la montaña seguía iluminando la ciudad como si nos encontráramos bajo cientos de soles. Yo estaba con la boca abierta al igual que mis amigos. ¡Era el descubrimiento del siglo!
Relatarle la arquitectura del lugar a los no entendidos es algo realmente imposible, lo resumiría diciendo que se mezclaban los estilos egipcios con algo de los mesopotámicos tardíos pasando por una gigantesca variedad de templos y templetes que a nuestros ojos parecían griegos. Claro que ninguna civilización de las citadas existía en aquel pasado remoto y esa diversidad era la prueba que aquella era la civilización madre de todas ellas o por lo menos la que mayor influencia había tenido. Por todas partes se veían marcas de saqueo y destrucciones de estatuas policromas que hubieran hecho palidecer a los escultores más versados de la antigüedad clásica. La urbe había sido asediada, sus habitantes asesinados de brutales formas y la entrada tapiada.

Nunca antes había visto tantos huesos envueltos en sus ropajes correspondientes y con laceraciones de espadas. Era realmente un espectáculo dantesco. Fue en ese instante, cuando estaba arrodillado estudiando uno de esos cadáveres momificados cuando tuve una visión de una fuerza proveniente de un templo escalonado, una mujer de una singular belleza y semidesnuda contemplaba como la ciudad era saqueada por las hordas de negros que habían sido sus esclavos durante siglos. Habían sido sus brazos de ónice los que habían levantado la gloria bajo el chasquido del látigo. Y todo ciclo llega a su fin. Los negros ahora organizados retaban a sus amos de blanca piel perfecta y ojos azules.

La mujer de extrema belleza y el rey de Axulim —el cual poseía un físico perfecto que alcanzaba las cotas más altas del ideal humano—, corrieron hasta un templo donde los esperaban dos estatuas de ellos mismos de varios metros de altura y de una factura que jamás podrá ser vuelta a realizar.

Mirándolas a los ojos tomaron sus cuchillos rituales y los hundieron en sus carnes dándose muerte antes que una turba de negros sedientos de sangre profanara el templo máximo y despedazaran sus cadáveres para dárselos a los perros que habían dejado al borde de la inanición para que ansiaran la carne de origen real.

Los que yo pensaba eran fuente de genialidad y sabiduría no eran más que un grupo de esclavistas y opresores que contradecían mi ideología… pero la belleza de ella… y el sentimiento de sentirla todavía viva luego de miles de años me hizo ponerme de pie y dirigirme al templo de columnas que se perdían en la altura desmesurada del cielo pétreo.

En el interior estaba la estatua desnuda de la mujer de mi visión. Sólo pude compararla con Venus, la diosa mujer más hermosa del mundo. Entendí que yo la deseaba… deseaba su carne… sus pechos… Su cuerpo arqueándose al ser embestido por mi cuerpo al hacerle el amor con extrema lujuria. Y yo sentía esa voz diciéndome que ella podía ser mía… veía en mi mente su vulva, la misma que llenaba de jugos mi boca al besarla una y otra vez… veía sus manos jalarme del cabello mientras se lo hacía.

Sus gemidos hacían eco en mi mente, uno tras otro… uno tras otro recalcando sus muestras de placer.  Observaba como sus manos me palpaban, sus dedos finos y marmóreos rematados en uñas largas cada una de un color y tono diferente.  Me vía mí mismo con el uniforme militar poseyéndola a ella con sus piernas sobre mis hombros en el altar central del templo… ante los ojos ciegos e inexpresivos de cientos de las otras estatuas gigantes… Ella podía volver a la vida… por un precio…

En aquel instante cualquier precio me parecía poco para traer a la vida a aquella mujer fruto de mi amor y mis deseos. Una vida con ella era todo lo que deseaba… y en escasos segundos me abandonó mi ideología, la misma que había sido el motor durante años de búsqueda. Me abandonaron mis principios morales y sentí lo mismo que aquellos miles de negros, hace miles de años… la adoración de una diosa, blanca e inmortal… Ella era mi Venus y yo haría lo que fuera por ella. Al fin entendí lo que mi diosa me pedía. La magia del pueblo antiguo había colocado a sus líderes por medio del suicidio ritual dentro de las estatuas colosales. Habían permanecido en ese letargo por milenios y ahora con un tributo de sangre podrían acumular el suficiente poder para vivir de nuevo… Pero no todos. Mi diosa tenía rivales entre los sobrevivientes, debería usar la dinamita nuevamente.

Retiré el arma de su funda de cuero y el resto de los arqueólogos me observaron impresionados. No entendían el proceder de mis acciones. Con los ojos inyectados en sangre y la temperatura por las nubes les di muerte de forma veloz. Ellos eran meros intelectuales y apenas atinaron a correr o defenderse. Los primeros dos cayeron de forma silenciosa. Otros cuatro lloraron y suplicaron por sus vidas, les coloqué una bala a cada uno de ellos.  El último corrió tratando de llegar a la escalinata del templo, los soldados estaban todavía bastante lejos patrullando y no habían sentido los disparos. No dudé un instante y el tiro le atravesó la espalda y le salió por el pecho.

Llené mis manos desesperadas con un poco de sangre de cada uno de ellos y la froté por los pies y las pantorrillas de la estatua sagrada. Se transformó mi rostro en la mismísima felicidad cuando la estatua desapareció en un torrente de luz y mi amada se materializó desnuda sobre el pedestal. Yo la tomé en brazos y la bajé del mismo. Absorto ante tanta belleza.

—Adalbert… gracias… gracias… pero todavía estoy muy débil. El ritual apenas tuvo la suficiente energía para traerme de nuevo a la vida.
—¿Qué debo hacer para que estés fuerte? ¡Dime y lo haré!
—Ya sabes lo que es necesario. La energía está en la sangre. ¡Esa es la fuente del poder!
La llevé hasta las afueras del templo, ella se apoyó contra uno de los murallones de mármol y yo la besé por primera vez en la vida real.
—Volveré pronto. Debo encargarme de los soldados…
—No te tardes, necesito de esa energía.
—Lo sé, voy por ella —mientras pronunciaba esas palabras acaricié su rostro dulcemente.

Me dirigí al trote a donde estaban las tropas con sus metralletas. Quedé escondido detrás de una masa de piedras destrozadas, todavía contaba con el factor sorpresa. Salí de repente de mi escondite y le propiné un disparo en la cabeza a mi rival más cercano. Este cayó muerto al instante. Tomé su arma y me dirigí a donde estaban los otros soldados.

Deben haber pensado que había enloquecido o desertado, y de alguna forma tenían razón. No podían creer que yo fuera un traidor. Esa duda los hizo evitar dispararme al verme correr hacia ellos. Pero yo no dudaba, estaba enceguecido por mi furia, por mi pasión y mi amor.

Les vacié el cargador a todos ellos y sus entrañas saltaron enmarcadas en un mar de sangre… cuando sus cuerpos estuvieron sin nada de vida de nuevo llené mis manos con su líquido rojizo y acto seguido luego de tomar los explosivos me dirigí con mi diosa.
Dinamité las otras esculturas del templo hasta dejarlas reducidas a escombros… todas ellas menos la del rey de la ciudad que era el tío de mi Venus, que ahora miraba con ojos centellantes como sus rivales habían perecido por segunda vez y de forma definitiva.

—Para la resurrección completa de un hechicero como NUESTRO rey… —me sentí honrado al incluirme en sus planes—. Vamos a necesitar de un ritual más complejo… y más sangriento. Es hora de irnos en ese pez submarino tuyo. Iremos eliminando a los tripulantes para volverme más fuerte y cuando estemos en tu reino idearemos la forma de llevar a cabo el plan y volver a la gloria imperecedera de nuestro reino. ¿Por qué contentarse con un ejército de esclavos negros cuando puedo tener al mundo entero y las armas nucleares que he visto dentro de tu mente?
—Se hará como desees… estoy para servirte… y para servir a nuestro rey. —En ese instante hasta pude sentir cómo los ojos pétreos de la colosal estatua se clavaban con satisfacción en mi nuca, ahora solo quedaba hacer desaparecer los cuerpos de mis víctimas y seguir con mi idea.

Llevando en brazos a mi amada me aproximé al submarino donde esperaban atentas las tropas. Habían sentido las explosiones y estaban preocupados. El Capitán se aproximó a donde yo estaba y quedó sorprendido al ver a la mujer.

—Adalbert. ¿Qué ha sucedido? Sentí explosiones en la ciudad… ¿Y esta mujer?
—No estamos solos… hay criaturas atroces en la urbe. ¡Debemos irnos! ¡Los muchachos han desaparecido! Y yo encontré a esta pobre muchacha que es una descendiente de los habitantes primigenios del pueblo sagrado. ¡La misión prioritaria es llevarla a Berlín!
—Entiendo. Mandaré a un grupo a buscar a los hombres. Si hay extrañas criaturas quiero saber a qué enfrentarme. Luego nos iremos de este lugar maldito.
—Perfecto. Yo voy a entrarla para que la revise el médico.

Como era obvio el pobre Capitán y los soldados no encontraron nada en sus búsquedas. Sólo algunos casquillos y restos de sangre… luego ante la amenaza de las criaturas monstruosas que acechaban en la oscuridad y el terror propio de los marineros ante lo sobrenatural el Capitán puso rumbo a Berlín. Cabe destacar que muchos tripulantes desaparecieron de forma misteriosa durante el viaje a casa…

Ahora miro por la ventana de mi apartamento a cuerpo desnudo. Mi diosa se acerca por detrás y me abraza. Siento sus pechos duros en mi espalda y me giro para tocarla. Ella también mira los edificios majestuosos de la noche berlinesa. Tenemos un propósito. Ya estamos formando la segunda expedición a la ciudad perdida. Los hemos convencido de que debemos ocultar todo a occidente por ahora.

El ritual ya está tomando forma. Sólo debemos esperar un poco más para que nuestro rey resurja de su estatua imperecedera… 


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lunes, noviembre 12, 2018

José Ángel Buesa



JOSÉ ÁNGEL BUESA




Nació en Cienfuegos, Cuba 1910-Santo Domingo y murió en República Dominicana, 1982. Es un poeta romántico con un claro tono de melancolía a través de toda su obra poética, que es primordialmente elegíaca. Se le ha llamado el "poeta enamorado". Ha sido considerado como el más popular de los poetas en la Cuba de su época. Su popularidad se debía en gran parte a la claridad y profunda sensibilidad de su obra. Muchos de sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, ruso, polaco, japonés y chino. Otros muchos han sido musicalizados o recitados en unos 40 discos de larga duración. Fue también novelista y escritor de libretos para la radio y la televisión cubanas, también fue director de célebres programas radiales en las estaciones RHC-Cadena Azul y CMQ, ya inexistentes.

Buesa nace el 2 de septiembre de 1910 en Cruces, cerca de Cienfuegos, Cuba. A los 7 años empieza a escribir sus primeros versos. En su adolescencia se muda a Cienfuegos a continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas. La gente, los cañaverales, y todo el medio de Cienfuegos, ejerce un embrujo en el alma del poeta, que empieza a plasmar en sus versos la magia del paisaje que lo rodea. Aún joven, se traslada a La Habana, donde se incorpora a los grupos literarios existentes en aquel entonces y comienza a publicar sus versos a los 22 años (1932) con un inmenso éxito.

Tras una primera etapa muy productiva, Buesa se ve obligado a abandonar Cuba para empezar una penosa peregrinación por España, Islas Canarias, El Salvador y finalmente Santo Domingo. Los últimos años de su vida los vivió en el exilio, y se dedicó a la enseñanza, ejerciendo como catedrático de literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en la República Dominicana, donde murió el 14 de agosto de 1982. En el poema que dedica a su madre, Buesa refleja claramente el sufrimiento causado por haber tenido que abandonar su tierra natal.

Sus principales obras son: La fuga de las horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis, Hyacinthus, Prometeo, La Vejez de Don Juan, Odas por la Victoria y Muerte Diaria (todas de 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de Adán (ambas de 1947), Poemas en la Arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo Oasis y Poeta Enamorado (1949). Su libro Oasis (1943) se reeditó en más de 26 ocasiones.




1. Balada del mal amor

Qué lástima, muchacha,
que no te pueda amar...
Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha,
y tú un arroyo alegre que sueña con la mar.

Yo eché mi red al río...
Se me rompió la red...
No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío,
pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed.

Se besa por el beso,
por amar el amor...
Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso;
pues sólo nace el fruto cuando muere la flor.

Amar es tan sencillo,
tan sin saber por qué...
Pero así como pierde la moneda su brillo,
el alma, poco a poco, va perdiendo su fe.

¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!
Hay velas que se rompen a la primera racha,
¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar!

Pero aunque toda herida
deja una cicatriz,
no importa la hoja seca de una rama florida,
si el dolor de esa hoja no llega a la raíz.

La vida, llama o nieve,
es un molino que
va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve,
triturando el recuerdo de lo que ya se fue...

Ya lo mío fue mío,
y ahora voy al azar...
Si una rosa es más bella mojada de rocío,
el golpe de la lluvia la puede deshojar...

Tuve un amor cobarde.
Lo tuve y lo perdí...
Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,
porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.

El viento hincha la vela, pero la deshilacha,
y el agua de los ríos se hace amarga en el mar...
Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar...


2. Elegía para ti y para mí

Nous, nous rencontrerons par hassard, 
dans la rue...
PAUL GÉRALDY

I
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente en mi sueño.

Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,

y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.

II

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos,

bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.

Tú, que nunca soñaste más que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.

III

Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.

Yo pensaré quizás: «Qué linda es, todavía».
Tú, quizás pensarás: «Se está poniendo viejo».

Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo, o con otra.
O tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.

IV

Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.

Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.

Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos.

V

Y pasará la vida. Yo seguiré soñando,
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.

Yo ya te habré olvidado definitivamente,
y sobre mis rodillas retozaran mis nietos.

Y quizás, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.

VI

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos, para siempre, cruzadas sobre el pecho.

Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.

Y cada primavera renacerán las rosas,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.



3. Elegía para nosotros

Erguida en tu silencio y en tu orgullo,
no sé con qué señor que te enamora,
comentas a manera de murmullo:
¡Mirad ese es el hombre que me adora!

Yo paso como siempre, absorto... mudo,
y tú nerviosamente te sonríes,
sabiendo que detrás de mi saludo,
te ahondas y después te me deslíes.

Yo sé que ni te busco, ni te sigo,
que nada te mendigo, ni reclamo,
comento, nada más con un amigo:
"Esa es la mujer que yo más amo".

Yo sé que mi cariño recriminas,
es claro tú no entiendes de esas cosas,
qué sabe del perfume y las espinas,
quien nunca estuvo al lado de las rosas.

Tú sabes que jamás suplico nada,
y me sabes cautivo de tus huellas,
que vivo en la región de tu mirada,
y comparto contigo las estrellas.

Un día nos veremos nuevamente,
y es lógico que bajes la cabeza,
tendrás muchas arrugas en la frente,
y el rostro entristecido y sin belleza.

Serás menos sensual en la cadera,
tus ojos no tendrán aquel hechizo,
y aún murmuraré- ¡Si me quisiera!
tú sólo pensarás: ¡Cuánto me quiso!


4. Nocturno VII

Ahora que te fuiste te diré que te quiero,
ahora que no me oyes, ya no debo callar.
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero
y yo aquí, recordándote a la orilla del mar...

Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,
y un amor tempestuoso que no puede durar.
Acaso aquella noche no quise retenerte
y ahora estoy recordándote a la orilla del mar...

Tú que nunca supiste lo que yo te quería
quizás entre otros brazos lograrás olvidar.
Tal vez mires a otro, igual que a mí aquel día
y yo aquí recordándote a la orilla del mar...

El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,
y el viento de la noche lo repite al pasar.
Quizás en este instante tú besas a otro hombre
y yo aquí recordándote a la orilla del mar.



5. Poema de la culpa

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría ...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

Perdónala Señor, tú que le diste a ella
su frescura de lluvia y su esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.

Pero ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?

Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar la simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
Las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella no fue culpable, Señor ... ni yo tampoco!

La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y me diste los ojos para mirarla a ella.
Sí, nuestra culpa es tuya; sí, es una culpa amar,
sí, es culpa de un río cuando corre hacia el mar.

Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.

Y por eso, perdóname Señor, porque es tan bella,
que Tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
Tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
Tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!



6. Poema de la despedida

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.



7. Poema del secreto

Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,
y no volver el rostro para verte pasar.
Puedo apretar mis labios un día y otro día...
y no puedo olvidar.

Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,
casi aburridamente, sobre un tema vulgar,
puedo decir tu nombre con voz indiferente...
y no puedo olvidar.

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,
y encontrarte cien veces, así como al azar....
puedo verte con otro, sin suspirar siquiera,
y no puedo olvidar.

Ya ves: tú no sospechas este secreto amargo,
más amargo y profundo que el secreto del mar...
porque puedo dejarte de amar, y sin embargo...
no te puedo olvidar!



8. Te acordarás

Te acordarás un día de aquel amante extraño
que te beso en la frente para no hacerte daño.

Aquel que iba en la sombra con la mano vacía,
porque te quiso tanto que no te lo decía.

Aquel amante loco que era como un amigo
y que se fue con otra para soñar contigo

Te acordarás un día de aquel extraño amante,
profesor de horas lentas, con alma de estudiante.

Aquel hombre lejano que volvió del olvido
solo para quererte como nadie ha querido.

Aquel que fue ceniza de todas las hogueras
y te cubrió de rosas sin que tú lo supieras.

Te acordarás un día del hombre indiferente
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente,

Viajero silencioso de las noches de estío
que sembraba en la arena su corazón tardío.

Te acordarás un día de aquel hombre lejano,
del que más te ha querido porque te quiso en vano.

Quizás así de pronto te acordarás un día
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.

Tu rosal preferido se secará en el huerto
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.

El andará en la sombra con su sonrisa triste
y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.



9. Canción de la Búsqueda

Todavía te busco mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."

Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.
Y ya llega el otoño, y espero todavía:
De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.

Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender, de pronto, que lo que nunca llega
nos entristece menos que lo que llega tarde.

Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días convirtiéndose en años...

Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...
Y al no decir: "¡Es ella!" -como diría ahora-,
seguiré mi camino, murmurando: "Era ella..."



10. Poema del Renunciamiento

Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor, y al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.

Soñaré con el nácar virginal de tu frente;
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.

Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.

Yo te amare en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-el tormento infinito que te debo ocultar-
te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".
Me enjugaré la lágrima ... ¡y jamás lo sabrás!







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