AMANDA
EZNAB
Biografía
Nació
en Barcelona, en 1993. Ha vivido además en Brasil, Argentina, y viajado por
gran parte de América latina.
Tiene
estudios en filosofía, música y artes audiovisuales.
Ha
publicado en revistas y antologías de Argentina y España, siendo su última publicación
el libro “La placenta del mundo” en
Amargord Ediciones.
Actualmente
reside en la Amazonia Brasilera.
Sus poemas
I
Dame la profusa alborada de
tus ojos
Dame a los acróbatas
dementes
que por tus cuerdas vocales
saltan
cuando hablas de libertad.
Dame el rincón del silencio
Donde las enredaderas
se trepan para alcanzarte
y la decencia de los
animales
a los que tú también amas.
Dame la reconstrucción del
mapa
De todo lo que ya
extinguimos
Que el mundo se me
deshilacha entre las manos
Y estiran fieramente de la
herida
Que el mundo se me
deshilacha entre las manos
Y magnitudes infinitas de
belleza
Son destruidas.
Dame la dignidad de la rabia
La delicada fuerza del amor
Capaz de acariciar la herida
Sin lastimarla.
Dame la vida
Con la que cada día
Nacemos
Antes que seamos nosotros
El hilo que arrancan.
II
La marejada del mundo
Hoy
También
Ha inundado la tierra que
ocupo.
Delirantes semillas
Nadan perdidas.
Pétalos que encierran
Atardeceres
Apagan su vientre.
Mariposas y aves
Se desolan en el hambre.
Pero nadie lo advierte:
Nada de todo lo perdido
Se buscaba.
A través de todas las olas
A tus ojos portuarios llego
Me reconocen tus gaviotas
Tus olas me reconocen
Pero yo
Aún tengo
Que abrir mis alas
Para abarcarme.
III
Escuché el temblor:
Me arrancaban febril como si
mi vida fuera
Un despoblado hoyo en el
abismo.
Lo escuché temblando:
De ciertos silencios
brotaba la tierra agrietada
De ciertas palabras
sangraban raíces y teñían
De tristes colores tristes
El manto que mi vida cubre.
Podríamos ser extensos
como un campo de girasoles
Batiéndose en el horizonte.
De todas partes estallarían
los rayos
Cruzaríamos el fuego
Para vernos.
Qué tristes humanos tristes
Desmalezan el camino del
mundo
Y nos obligan a caminarlo
Qué tristes humanos tristes
Pueblan las aulas, los
bares, las tinieblas
Los vastos horizontes de su
miedo.
Qué huérfana humanidad
Si no es en la libertad
Donde se funde.
Qué huérfana humanidad
Si no es en la libertad
Donde nos haya.
IV
Como el viento
Pasé por tu vida
Para arrojar semillas al
furor de la tierra
Para desenterrar raíces,
alborotar a los pájaros
Para despertar hojas que se
creían quietas
Como el viento
Pasaste por mi vida.
Hablo de amores que ya se
han ido
De dolores imperturbables
temblando en lo hondo de un rio
De oleajes que no me dejaban
ver el rostro de mi rostro
Hablo de peces en los que viví
De anzuelos que me rasgaron
Que me ahogaron en el
instinto
De grietas que avanzaban
imparables.
Hablo de ausencias como
flechas al final del túnel
De luz atravesada por el
filo
De apuñalada luz
De rodeados faros
Y hablo de todas
Todas las mujeres que
entonces me parieron.
Ya no podrán asomarse a
nuestro océano de orígenes
Ya no podrán embridarnos los
cardúmenes ni las olas
Ya no podrán con sus redes
tragarse el mar, atragantarse
Emigra nuestro oleaje a
lugares impensados.
Ahora sí
Mis branquias se abren como
alas
Ahora sí
Acude el amor al lugar que
habitamos
Como el cielo al interior
del pájaro.
V
Somos la sombra de un mismo
gesto
Abrazando al mundo
(Ese repudio de verlo
poblado de encierros)
La inmanencia de una misma mirada
Recorriendo el tiempo
Regresando al lugar
Donde fuimos
Sin saberlo
La vida que recorre las
raíces
Como una mecha encendida
Que no persigue más
Que su propia explosión
La vida
Que se enciende en tus ojos
Y estalla en los míos.
VI
Si tengo que desnudarme,
primero
Habré de romper estos hilos
De remendadas tristezas
De nómades hambrientas
Atajando el frío
De agujereada guerra, de
solitaria huelga
De carreteras desiertas
Donde habita un niño.
Estas hebras
A puñaladas cosidas
Habré de desgarrarlas
Estirar su origen
Arrancarme del lecho
Más profundo donde exista.
Habré de retorcer mi sombra
hasta afilarla
De mirarme disfrazada en un cubículo
Estafando a los que pasan,
vendiéndome
Por cualquier motivo
vendiéndome.
Si tengo que desnudarme
primero
Me encerraré mil veces en un
cuarto vacío
Buscaré en las paredes
La mueca del graznido
De las bestias que he
amamantado
Y que tras todo han partido.
Habré de desterrar mi nombre
Ahuecarlo, asfixiarlo
Alejarme corriendo de él
Como si fuera una bomba
lanzada
A las entrañas del mundo.
Habré de ayunarme en las
mañanas
Sin sol en que gravito
Habré de detener los astros
Que caen en los cielos que
abrimos
Y a estas balas que nadie ha
disparado
Y a este acto de ser humana
tan temprano.
Si me desnudo es
Porque mi piel existe
Porque ahí abajo habito más
allá de mi misma
Y porque más allá de mi
misma
Te he encontrado.
Poemas de “La placenta del mundo” – Amargord
ediciones.
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