“Creo
firmemente en la democratización real de los espacios”
Entrevista a Francisco León
Francisco León Carrasco (Lima, 1975)
es profeta en su propia tierra y lo sabe. Su confianza en las editoriales
independientes se condice con la búsqueda de una democratización auténtica de
la cultura, desde su amado barrio (Salamanca de Monterrico). Conversamos con el
escritor y tenaz promotor cultural, no exento de polémica.
1. 1. Tu última novela, Cartagena road (Korriente A editores,
2019), tiene bastante influencia de la novela negra yanqui. Puedes contarnos de
la probable influencia de los maestros de ese género como Chandler, Hammett,
etc.
Claro, reconozco la influencia de
Raymond Chandler, El sueño eterno y
al detective Phillip Marlowe Aunque tengo otras. A nivel visual debo reconocer
el hechizo que ejercieron sobre mí películas como Chinatown, Barrio Chino, de
Roman Polanski; protagonizada por Jack Nicholson y Faye Dunaway. La vi de niño
y me marcó. Ni qué decir de El Halcón Maltes, basada en el libro de
Dashiell Hammett, en la versión del genio de John Huston, de 1941. Humphrey
Bogart sobresaliente. Ángeles con caras
sucias, con Bogart y James Cagney. Me atrae del cine negro la ambigüedad de
los detectives antiheroicos y la putrefacción social que muestra sin tapujos.
Cosas que se encuentran en Cartagena Road.
Sin embargo, no es lo único que podemos rastrear en el
libro. Tenemos el guiño al trabajo de autores clásicos de la ciencia ficción
como Philip K. Dick, por ejemplo. Existe además otro tipo de lecturas en la obra que no debes pasar por
alto. Hablo del tratamiento del tema del poder en una sociedad de control. Cómo
afecta las posibilidades de la gente sin que lo perciban. Aquí las influencias
son obviamente de Michel Foucault y Gilles Deleuze, entre otro. De allí surge
mi planteamiento trágico: la imposibilidad de “huir” de lo que llamo “situación
de control” y la funcionabilidad de las “resistencias” como se descubre al
final del libro.
2. 2. Las tendencias actuales en
la literatura, en un contexto de globalización y posmodernidad, han catapultado
a ciertos poetas peruanos en desmedro de otros. Los hípsters han endiosado, por
ejemplo, a Lucho Hernández, Jorge Pimentel, etc. y están convencidos de que la
poesía peruana empieza con ellos, es decir al diablo todos los anteriores. ¿Qué
opinas tú?
Me parece confrontacional tu pregunta.
Que tienes una obsesión con los hípsters. Jajajaja. A mí en lo personal me
tiene sin cuidado la opinión de esos poetas sobre otros poetas. Es más,
pretendo mantenerme lejos de la “poesía” como se le entiende aquí. La juerga y
el favor entre grupos de amigos. Ya escribí un artículo sobre ese tema,
publicado en la revista Cronopio de
Colombia y en Lima Gris, entre otras.
Sobre el endiosamiento de Luis Hernández, un poeta al que aprecio mucho -como ya te comenté-, creo que se debe al conjunto de sus características
extraliterarias. Estas lo convierten en un personaje ideal para ser un “ícono”.
De ahí que se aprovechen muchas editoriales, independientes, que explotan el
mito. Pero eso no es un demérito para la obra en sí.
3. 3. Eres profeta en tu propia
tierra. Además de ser escritor, eres un tenaz promotor cultural. Has sido un
poco como Augusto Ferrando, “descubriendo” nuevos valores literarios. ¿Puedes
contarnos sobre tu experiencia como promotor y gestor cultural? ¿Te ha dado
satisfacciones impulsar la cultura de una forma democrática y horizontal en
espacios no oficiales?
Gracias
por lo de “profeta”. Es una experiencia muy satisfactoria. Se relaciona con
un modo integral de entender mi papel en
el mundo, hasta que dure. Tiene que ver con epifanías personales,
experienciales, y lecturas que las solidificaron. Como el caso del rescate del
“otro lado”, del sonido que guarda el lado B, para los que aún recuerdan los
discos de acetato de 45 rpm. En el side
A encontrabas la canción de éxito radial, la rompedora, pero en el B podías
hallar pequeñas joyas no tan comerciales. Me fue fundamental leer a Gramsci. El
concepto de lo “subalterno” y cómo se construye esta categoría. De ahí su
aplicación por el grupo de Guha en la India. Para cerrar esta idea debo aclararte
que la vida solo es un juego. Depende cómo quieras jugarla: o lamiendo suelas
de famosos para que te tiren una migaja o trabajando en espacios “no oficiales”
porque te da satisfacción y no por un caso como el de la zorra y las uvas.
Entendiendo además que es esa “oficialidad” que no debe confundirse con lo
mejor, aunque así te la vendan los medios de comunicación de masas, ni pensar
que nuclea a los más talentosos.
El
problema es que los escritores de ciertos sectores sociales, de B para abajo,
no piensan en eso. Viven como en el ejemplo védico del burro que persigue la
zanahoria, puesta en un palito delante de ellos (que representa el “éxito” en
las grandes editoriales y librerías). Más allá de esas reflexiones, creo
firmemente en la democratización real de los espacios, lo cual tiene de modo
obvio un límite. Pues ese buscar ampliar los límites hace que a uno mismo lo
limiten los que no desean eso. La argolla, al igual que el poder, tiene su
lógica propia y no va a cambiar.
4. 4. Todavía predomina entre
nosotros el estereotipo del “poeta maldito”, epígono de Bukowski y Ginsberg.
Como si fuera una condición sine qua non
reventarse el hígado y el cerebro con drogas (legales e ilegales) para pergeñar
poemas. Cuando uno es joven, ciertamente necesita experimentar, pero,
finalmente, se puede terminar siendo muy funcional al establishment. ¿Qué piensas tú?
Ginsberg
no fue un poeta maldito. Tuvo sus excesos de joven, pero luego recaló en la
santidad que siempre anheló. Dedicado al budismo, al veganismo y a la
meditación. Práctica a la que se dedicó desde 1970. De más está decir su apoyo
a Srila Prabhupada para que el canto del maha mantra hare Krishna se difunda en
la West Coast norteamericana. En
1974, funda con su maestro el Instituto de meditación en Naropa, Colorado.
Tras
Bukowski existe demasiada pose y una imitación superficial. Solo le ven la
forma no el fondo.
Consumir
substancias enteógenas, que no llamaría drogas para diferenciarlas, aumenta tus
posibilidades creativas, te permite resignificar procesos, y no solo palabras.
Son potentes canalizadores. Recordemos la parte ínfima del cerebro que
utilizamos.
Me
parece interesante que tu “pregunta” tenga varias partes, pero primero criticas
(subconscientemente quizá), luego dices que ciertamente
necesita experimentar y al final
hablas de la funcionalidad al sistema. En fin. Existen niveles de
“funcionalidad” al establishment (que
entiendo como “el sistema” y es un término bastante manoseado ya). Uno elige en
cuál de estos niveles participar. No es lo mismo vender armas, es decir ser un
fabricante-empresario gringo, ni un sicario que dedicarte al arte o a vivir, o
tratar de vivir, en paz en una comunidad andina o selvática autosustentable.
Todas estas opciones son funcionales al sistema: sí. Incluso las que generan
más resistencia o un choque frontal. Es por la naturaleza actual de lo que
entendemos como “el sistema”. Las tecnologías y el control social a distancia
del que habla Mauricio Lazzarato. Al vencer los muros que las contenían y
expandirse sobre el cuerpo social y cubrirlo como un nuevo tejido, que incluye
y utiliza lo virtual, las disciplinas ya no dejan un “espacio” libre. ¿Qué
queda? ¿El uso de tácticas como menciona Michel De Certeau? ¿La agencia y
resignificación de lo que nos otorga el establishment?
La pregunta se ha complejizado en exceso. Ya no estamos en el siglo XVIII para
creer en los afuera y los centros (espacialmente centrados) donde “está”
ubicado el poder del “sistema” al que se debe enfrentar.
5.
Eres actualmente un activista ecológico. Como desde hace varios años Gary
Snyder lo viene haciendo, tú estás llamando a la sanidad ecológica. Cuéntanos
de esa experiencia desde tu barrio.
En Salamanca de Monterrico cofundé
con unos amigos la Asociación Medioambiental Salamanca Verde. La lógica es la
recuperación y el cuidado de los árboles y las áreas verdes. Es una pequeña
acción directa contra el cambio climático, que tiene su cuota de funcionalidad.
Los beatniks fueron pioneros en este tema. No solo Snyder, sino el propio
Ginsberg. Se debe intentar, como un imperativo moral más que como una
pretendida realidad alcanzable, buscar la sanidad del planeta, la Pachamama.
Esto solo se logrará cuando se alcance cierto grado de conciencia en el ser
humano. Una conciencia adquirida a cocachos, por la misma realidad desastrosa a
la que nos ha empujado un modelo de vida basado en el consumo y el poder de
papelitos de colores, sean rublos o dólares o yenes.
Gracias.
Entrevista hecha por Márlet Ríos
13 de junio de 2019
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