GIAN PIERRE CODARLUPO
(Paita, Piura, Perú, 1997). Poeta
y estudiante de la especialidad de Lengua y Literatura en la Universidad
Nacional de Piura. Integra la Asociación Artística Paita (ASAP) y es vicepresidente
del Círculo Literario “Tertulia Cero”.
Ha publicado la plaqueta Bajo el delirio y el olvido (2015) y
recientemente el libro Caída de un pájaro
en el mar (Universidad Nacional de Piura, 2018), que en mayo de 2017 obtuvo
el Primer Premio en el II Concurso Nacional de Cuento y Poesía “Huauco de Oro”
(Sucre, Celendín, Cajamarca).
Sus poemas
Escribe Escribe Escribe
que nada aplaque
el sordo latido
de tus vísceras,
el poder de tus manos
al destruir una torre de
palabras.
Escribe
y ayúdate a salvarte,
para que nos volvamos
a encontrar
en el poema que callamos,
y cuando irrumpa
una sola voz en las paredes,
llamándonos,
podamos contestar
que aún no es tarde
para observar
las aves
que migran hacia el alba.
Escribe
y desata de una vez por
todas
la lluvia,
aquí donde no llega
el rumor de la madrugada
y donde tu mano
tiembla de espasmo
como alguien que ha abierto
por segunda vez los ojos
y lo único que ve
es un pantano.
Yo también
seré la noche
sobre tu vientre
cuando descalzo
deambule por el Perú
y no me quede otro camino
sino el que he inventado.
Díganme si a esto
le puedo llamar olvido:
trasnochar en una celda
donde solo se escucha
la violencia
de un pórtico,
que sabes,
que no volverá a abrirse.
Pero qué sabemos
nosotros de estas cosas
si en nuestro hogar
las luces
siempre estaban prendidas
y no tuvimos
que dormir
alrededor de una pared
con aberturas
ni en un colchón
donde entraban
los sueños
de toda una familia.
Este es
un largo recorrido,
y al final,
cuando tu mano
insista
en detener
mi marcha,
y ya no pueda
sostener el aire,
déjame morir
como se mueren
los náufragos:
cubierto de heridas
por la soledad.
3. VOZ
Y MUERTE
Tu
voz existe.
-Juan
Gonzalo Rose
Mi
voz
es
un recinto
para
la soledad.
A
veces sirve
para
levantar a un hombre
desde
el polvo
y
decirle
que
hay un lugar en el camino
para
recordarlo.
Mi
voz suele confundirse
entre
las moscas,
aniquilar
un beso,
sostener
su sombra,
sentarse
a descubrir su sexo
o
solo ser una extremidad
que
nació en las olas.
Tengo
mi voz en los bolsillos
pero
nunca en la garganta,
la
tengo en el estómago,
entre
las manos, sobre mi espalda,
sobre
mi muerte,
y
jamás llega a mi casa.
¿Qué
hacer con esta voz
que
no respira
y
que dejó mi cuerpo?
¿Qué
hacer con este hombre
que
olvidó su rostro
por
buscar su voz?
4. EL
POEMA QUE SOY
Aunque
no exista una palabra para definirme
y
mi país sea el de la nostalgia,
he
sabido morar en el aire
como
un sonido lejano,
apenas
un eco del mundo que huye por la ventana,
y
no he sido tan fuerte
para
sujetarme al poema que soy,
al
poema que pienso, escribo y refracto.
Sé
que hay otros lugares
donde
me espera la calma
y
no esta explosión de geranios,
porque
para recibir un verso
es
necesario tumbarse en la arena, aniquilar el cielo
y
alimentarnos con sus restos.
Hay
que entender
que
lanzarse al despeñadero de la vida
es
afrontar tranquilamente el deceso,
observar
la ola que revienta la roca
y
reconocernos entre sus pedazos,
porque
nosotros somos miles de historias inconclusas
desparramadas
en el orden y en el caos,
muriendo
por falta de mundo y de soledad.
Poemario
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Gmail: giancodar@gmail.com
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