NICOLÁS GUILLÉN
Nació en Camagüey, Cuba, el 10
de julio de 1902. Era hijo del periodista Nicolás Cristóbal Guillén Batista es
hijo de Nicolás Guillén Urra, director del diario Las Dos Repúblicas y
consejero provincial del Partido Nacional Liberal, y de Argelia Batista
Arrieta. Su padre fue elegido senador por su provincia de 1909 a 1913. Nicolás
estudió en el Instituto Provincial de Camagüey. Por esta época los
conservadores volvieron a obtener la victoria y su padre regresó al periodismo,
dirigió Libertad, periódico del partido en el que militaba. El joven Guillén
asistía a la escuela secundaria y tomaba clases nocturnas de preceptiva literaria
en las aulas del instituto de don Tomás Vélez, pero la convulsa situación
política marcó trágicamente el destino familiar ya que su padre murió en la
guerra civil conocida como «La Chambelona», provocada por la reelección
impuesta del presidente García Menocal para un nuevo periodo.
El joven poeta tuvo que empezar
entonces a trabajar como tipógrafo en el periódico El Nacional, pero también a
escribir y publicar sus primeros versos en la revista local Camagüey Gráfico y
más adelanten la revista Orto, de Manzanillo, Oriente, y en seguida en
Castalia, de La Habana, cuyas páginas acogían las producciones de la más joven
promoción de poetas.
Tras obtener el título de
bachiller, viajó a La Habana para cursar la carrera de Derecho, pero se vio
obligado a abandonar sus estudios al poco tiempo por carecer de medios
económicos que le permitan mantenerse en la capital. Comenzó a colaborar con
las revistas Orto y Castalia y con el periódico Las Dos Repúblicas, cuya página
literaria dirige en compañía de Justo Menéndez Roque. En la tertulia
iconoclasta del café Martí entró en contacto con las tendencias renovadoras del
postmodernismo.
En 1920 regresó a Camagüey y
abandonó definitivamente sus estudios de derecho. Fundó la revista Lis, dirigió
el periódico El Camagüeyano y se dedicó al periodismo y a la vida bohemia. En
1926 regresó a La Habana para trabaja de mecanógrafo en la secretaría de la
gobernación. La turbulencia de esos años propició un ambiente de protesta en
toda la isla que, en el campo artístico y literario, se manifestó a través del
grupo minorista formado por jóvenes intelectuales de izquierda. En 1927 volvió
a publicar poesía, pero esta vez una poesía renovada de corte vanguardista En
1931 comenzó a colaborar con el suplemento dominical del periódico El Mundo y
publicó “Sóngoro cosongo”, libro que marca la búsqueda de sus raíces africanas,
de su ritmo y sus costumbres, de sus voces y colores que se mezclan con los
frutos típicos del trópico.
Su próximo libro publicado, “West
Indies Ltd.”, quiso denunciar la explotación sufrida por el archipiélago
antillano a manos del imperialismo estadounidense. En 1935 logró obtener un
trabajo en el Departamento de Cultura del Municipio de La Habana, pero pronto
perdió el cargo por su militancia izquierdista. En 1937 participó en el
congreso de escritores y artistas convocado por la LEAR (Liga de Escritores y
Artistas Revolucionarios de México) y posteriormente fue invitado a participar
en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura en
la República Española, en España se hizo miembro del Partido Comunista Español.
En 1938 regresó a Cuba y fue designado miembro del Comité Nacional de Unión
Revolucionaria Comunista y elegido como candidato para alcalde de Camagüey en
las elecciones de 1940.
En marzo del año siguiente el
dictador Batista le negó el visado para viajar a Nueva York y asistir al IV
encuentro de la Liga de Escritores Americanos para la Defensa de la Cultura,
pero en septiembre viajó a Haití, invitado por el poeta Jacques Roumain,
director del Instituto de Etnología de ese país. En ese periodo comenzó a
editarse la revista Gaceta del Caribe. En 1945 inició una gira por varios
países latinoamericanos que se prolongaría tres años y en la que recorrió el
continente de norte a sur de Colombia a Uruguay. Durante este periplo aprovechó
para publicar en la editorial Pleamar de Buenos Aires El son entero. Viajó de
nuevo a París en 1949 y en marzo a Nueva York para asistir a la Conferencia
Cultural y Científica por la Paz Mundial. Viajó también en dos ocasiones a la
URSS y en el segundo viaje llegarán, con su esposa, hasta Pekín.
A su vuelta a Cuba la dictadura
lo mantiene vigilado y es detenido en dos ocasiones por el SIM (servicio de
policía del estado), pero puesto nuevamente en libertad. Viajó a Brasil para
París en momentos en que en Cuba era atacado el cuartel Moncada por los jóvenes
de la Generación del Centenario y del Movimiento 20 de julio, encabezados por
Fidel Castro. Este suceso lo condenó indirectamente a un largo destierro. El
exilio lo llevó a París, Italia, a México, Guatemala y Centroamérica. Viajó a
Estocolmo para participar en el Congreso de la Paz. Sigue a Varsovia y luego a
Moscú, donde recibió el Premio Internacional Lenin de la Paz. También fue a
India. Cuando su pasaporte caducó el consulado cubano en París se negó a
renovárselo y el poeta fue detenido e interrogado por la inmigración francesa,
llevado a juicio y absuelto, pero se le exigió abandonar el país. Rafael
Alberti acudió en su auxilio y consiguió que el gobierno argentino le otorgara
el visado del país austral.
En Argentina ofreció recitales
y conferencias. En 1959 gana la revolución en Cuba, lo que le permitió regresar
a Cuba tras casi seis años de exilio, a su llegada ofreció un recital para el
ejército rebelde en La Habana presidido por el mismo comandante Che Guevara.
Reanudó sus colaboraciones en diarios y revistas de la isla y de distintos
medios internacionales y emprendió nuevamente su vida itinerante pero ahora
como principal representante de la cultura de su país. Viaja a Budapest, Viena
y Pekín. En 1960 viajó a la URSS, donde presidió la delegación cubana enviada
con motivo de la celebración del primer aniversario de la revolución. Fue
designado Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Servicio Exterior de
la República. Los años siguientes continuó la misma tónica, publicando,
viajando y colaborando incansablemente en eventos y delegaciones por todo el
mundo, entre ellas asistió en Santiago de Chile a la toma de posesión de la
presidencia de Salvador Allende. En 1981 recibió en Cuba la Orden José Martí y
en 1983 el Premio Nacional de Literatura.
Murió en La Habana el 16 de
julio de 1989, tras una larga enfermedad.
1. A veces
A veces tengo ganas de ser un cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser un niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis
jugos,
que me crece una flor rompiéndome el pecho,
una flor, y decir: Esta flor,
para usted.
2. Un son para niños antillanos
Por el Mar de las Antillas
anda un barco de papel:
anda y anda el barco barco,
sin timonel.
De La Habana a Portobelo,
de Jamaica a Trinidad,
anda y anda el barco barco
sin capitán.
Una negra va en la popa,
va en la proa un español:
anda y anda el barco barco,
con ellos dos.
Pasan islas, islas, islas,
muchas islas, siempre más;
anda y anda el barco barco,
sin descansar.
Un cañón de chocolate
contra el barco disparó,
y un cañón de azúcar, azúcar,
le contestó.
¡Ay, mi barco marinero,
con su casco de papel!
¡Ay, mi barco negro y blanco
sin timonel!
Allá va la negra negra,
junto junto al español;
anda y anda el barco barco
con ellos dos.
3. El negro mar
La noche morada sueña
sobre el mar;
la voz de los pescadores
mojada en el mar;
sale la luna chorreando
del mar.
El negro mar.
Por entre la noche un son,
desemboca en la bahía;
por entre la noche un son.
Los barcos lo ven pasar,
por entre la noche un son,
encendiendo el agua fría.
Por entre la noche un son,
por entre la noche un son,
por entre la noche un son. . .
El negro mar.
-Ay, mi mulata de oro fino,
ay, mi mulata
de oro y plata,
con su amapola y su azahar,
al pie del mar hambriento y masculino,
al pie del mar.
4. Canción
¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
(yo, muriendo.)
Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera la primavera?
(No soy tanto.)
En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
(Yo, muriendo.)
5. Mariposa
Quisiera hacer un verso que tuviera
ritmo de Primavera;
que fuera como una fina mariposa rara,
como una mariposa que volara
sobre tu vida, y cándida y ligera
revolara sobre tu cuerpo cálido
de cálida palmera
y al fin su vuelo absurdo reposara
–tal como en una roca azul de la pradera–
sobre la linda rosa de tu cara…
Quisiera hacer un verso que tuviera
toda la fragancia de la primavera
y que cual una mariposa rara revolara
sobre tu vida, sobre tu cuerpo, sobre tu
cara.
6. Cerca
Cerca de ti, ¿por qué tan lejos verte?
¿Por qué noche decir, si es mediodía?
Si arde mi piel, ¿por qué la tuya es fría?
si digo vida yo, ¿por qué tú muerte?
Ay, ¿por qué este tenerte sin tenerte?
Este llanto ¿por qué, no la alegría?
¿Por qué de mi camino te desvía
quién me vence tal vez sin ser más fuerte?
Silencio. Nadie a mi dolor responde.
Tus labios callan y tu voz se esconde.
¿A quién decir lo que mi pecho siente?
A ti, François Villón, poeta triste,
lejana sombra que también supiste
lo que es morir de sed junto a la fuente.
7. Cómo no ser romántico y siglo XIX
Cómo no ser romántico y siglo XIX,
no me da pena,
cómo no ser Musset
viéndola esta tarde
tendida casi exangüe,
hablando desde lejos,
lejos de allá del fondo de ella misma,
de cosas leves, suaves, tristes.
Los shorts bien shorts
permiten ver sus detenidos muslos
casi poderosos,
pero su enferma blusa pulmonar
convaleciente
tanto como su cuello-fino-Modigliani,
tanto como su piel-margarita-trigo-claro,
Margarita de nuevo (así preciso),
en la chaise-longue ocasional tendida
ocasional junto al teléfono,
me devuelven un busto transparente
(Nada, no más un poco de cansancio).
Es sábado en la calle, pero en vano.
Ay, cómo amarla de manera
que no se me quebrara
de tan espuma tan soneto y madrigal,
me voy no quiero verla,
de tan Musset y siglo XIX
cómo no ser romántico.
8. No sé por qué piensas tú
No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
adónde vamos yo y tú...
¡No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!
9. Tengo
Cuando me veo y toco
yo, Juan sin Nada no más ayer,
y hoy Juan con Todo,
y hoy con todo,
vuelvo los ojos, miro,
me veo y toco
y me pregunto cómo ha podido ser.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de andar por mi país,
dueño de cuanto hay en él,
mirando bien de cerca lo que antes
no tuve ni podía tener.
Zafra puedo decir,
monte puedo decir,
ciudad puedo decir,
ejército decir,
ya míos para siempre y tuyos, nuestros,
y un ancho resplandor
de rayo, estrella, flor.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de ir
yo, campesino, obrero, gente simple
tengo el gusto de ir
(es un ejemplo)
a un banco y hablar con el administrador
no en inglés,
no en señor,
sino decirle compañero, como se dice en español.
Tengo, vamos a ver,
que siendo un negro
nadie me puede detener
a la puerta de un dancing o de un bar.
O bien en la carpeta de un hotel
gritarme que no hay pieza,
una mínima pieza y no una pieza colosal,
una pequeña pieza donde yo pueda descansar.
Tengo, vamos a ver,
que no hay guardia rural
que me agarre y me encierre en un cuartel,
ni me arranque y me arroje de mi tierra
al medio del camino real.
Tengo que como tengo la tierra tengo el mar,
no country,
no jailáif,
no tenis y no yacht,
sino de playa en playa y ola en ola,
gigante azul abierto democrático:
en fin, el mar.
Tengo, vamos a ver,
que ya aprendí a leer,
a contar,
tengo que ya aprendí a escribir
y a pensar
y a reír.
Tengo que ya tengo
donde trabajar
y ganar
lo que me tengo que comer.
Tengo, vamos a ver,
tengo lo que tenía que tener.
10. Balada de los abuelos
Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.
Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.
Pie desnudo, torso pétreo
los de mi negro;
pupilas de vidrio antártico
las de mi blanco.
África de selvas húmedas
y de gordos gongos sordos…
—¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro).
Aguaprieta de caimanes,
verdes mañanas de cocos…
—¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco).
Oh velas de amargo viento,
galeón ardiendo en oro…
—¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
¡Oh costas de cuello virgen
engañadas de abalorios…!
—¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
¡Oh puro sol repujado,
preso en el aro del trópico;
oh luna redonda y limpia
sobre el sueño de los monos!
¡Qué de barcos, qué de barcos!
¡Qué de negros, qué de negros!
¡Qué largo fulgor de cañas!
¡Qué látigo el del negrero!
Piedra de llanto y de sangre,
venas y ojos entreabiertos,
y madrugadas vacías,
y atardeceres de ingenio,
y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.
¡Qué de barcos, qué de barcos,
qué de negros!
Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.
Don Federico me grita
y Taita Facundo calla;
los dos en la noche sueñan
y andan, andan.
Yo los junto.
—¡Federico!
¡Facundo! Los dos se abrazan.
Los dos suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan:
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño,
gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran. Cantan.
Lloran, cantan.
¡Cantan!
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