.

ESCRITO EN MAYÚSCULA es un blog que intenta ayudar con la difusión de cualquier expresión artística sin discriminar a los autores aficionados. Se abarcará desde poesía, narrativa, música, etc. Y contaremos con entrevistas donde el autor contara por sí mismo la creación de su propia obra.

Federico García Lorca

Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.

(La Sombra del Viento) Carlos Ruiz Zafón

Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece.

.

Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

.

Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

.

Somos apenas un granito de arena, intentando hacer algo por el bien de nuestra existencia.

sábado, septiembre 29, 2018

Piedad Bonnett


PIEDAD BONNETT


Nació en 1951 en Colombia. Es licenciada en Filosofía y Literatura por la Universidad de los Andes y profesora en esta universidad desde 1981. Tiene una maestría en Teoría del Arte y la Arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado siete libros de poemas. Con el primero de ellos, “De círculo y ceniza” recibió la mención de honor en el Concurso Hispanoamericano de Poesía Octavio Paz, y con “El hilo de los días” ganó el Premio Nacional de Poesía otorgado por el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, en 1994. Tiene, entre otras antologías, “Lo demás es silencio” “Antología y Los privilegios del olvido”. “Las herencias” fue publicado en diciembre de 2008. Con el libro de poemas “Explicaciones no pedidas”, publicado en 2011, ganó el premio Casa de América de Madrid de Poesía Americana, además del Premio Honorífico de Poesía José Lezama Lima otorgado en el año 2014 por Casa de las Américas de Cuba. En octubre de 2012 recibió el Premio de Poesía Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval en Aguascalientes, México, por el aporte de su obra a la lengua española. Piedad Bonnett es autora, además, de cuatro obras de teatro montadas por el Teatro Libre bajo la dirección de Ricardo Camacho, y de cuatro novelas publicadas en Alfaguara: “Después de todo” (2001), “Para otros es el cielo” (2004), “Siempre fue invierno” (2007) y “El prestigio de la belleza” (2010). Poemas suyos han sido traducidos al italiano, al inglés, al francés, al sueco, al griego y al portugués.



1. Abismos

Porque eres ave que girando en rebeldía
desafía la bruma
                         la ardua noche
haciéndola más honda y más oscura
y más inmenso el mar
                         porque eres nave y náufrago a la vez
                         sin velas y sin anclas
                         solitario
                         profanador de todos los confines
potro de sombras desbocado y dulce
para la libertad
                         y el cielo galopante
hecho de vientos y hecho de huracanes
y sin embargo calmo como el agua
de misteriosos y profundos lagos
                         porque extraviado pero indiferente
                         como un rey agraviado deambulas
                         por los caminos de un imperio en ruinas
                         porque eres un reloj sin manecillas
                         un bello loto sobre los pantanos
porque te vi sonriendo en tus orillas
                  cayendo voy
                  errática y ardida
en tus oscuros mundos abismales.



2. Ahora

                          Me has enseñado a respirar
Juan Gelman

Porque ahora paso mi mano sobre el envés de las hojas y sé leer su                                                             (alfabeto
y si cierro los ojos oigo correr un río y es tu voz que despierta

porque mi cuerpo comienza ahora en ti y acaba más allá de la lluvia
donde alcanzan tus brazos y el miedo acuartelado no vigila

y sé llamar las cosas
de modo que éstas salten se desnuden
y todo sea reciente
para mis ojos que aman en tus ojos

porque en mi llanto crecen blandas plantas carnívoras
y mi sangre palpita como una iguana abierta

porque ahora mi cuerpo recupera sus partes
y nace una piel nueva que derrota el verano

porque me has enseñado a respirar.



3. Canción del sodomita

                                                      Habrá una grandísima peste...
                                                                                              Éxodo, 9,3.

Han izado el amor. Lo están clavando
coronado de ortigas y de cardos.
Le han cortado las manos, han echado
sal y azufre en sus pálidos muñones.
Ah, mi joven amado, el tiempo es breve.
Suenan ya las trompetas e iracunda
la luna enrojecida afrenta al cielo.
Déjame acariciar tu frente ardida en sueños,
contemplar para siempre tus párpados violeta.
Deja que desanude mi deseo,
que coloque la palma de mi mano
sobre la rosa hirviente que florece en tu pecho.
Ah, mi joven amado que duermes mientras huye
la multitud con un largo sollozo:
una lluvia de sangre cae sobre Sodoma.
Dame tus muslos blancos, tu axila, el dulce cuello,
antes de que en silencio se deslice
el ángel con su espada de exterminio.



4. Canciones de ausencia

I
Aquí dijiste...

Aquí dijiste:
"son hermosos
los ojos húmedos de los caballos".
Y aquí: "me encanta el viento".
Desando yo tus pasos, revivo tus palabras.
Y te amo en la baldosa que pisaste,
en la mesa de pino
que aún guarda la caricia de tu mano,
en el estropeado cigarrillo
olvidado en el fondo de mi bolso.
Recorro cada calle que anduviste
y sé
que amaste este abedul y esta ventana.
Aquí dijiste:
"así soy yo,
como esa música
triste y alegre a un mismo tiempo".
Y te amo
en el olor que tiene mi cuerpo de tu cuerpo,
en la feliz canción
que vuelve y vuelve y vuelve a mi tristeza.
En el día aterido
que tú estás respirando no sé dónde.

En el polvo, en el aire,
en esa nube
que tú no mirarás,
en mi mirada
que te calcó y fijó en mi más triste fondo,
en tus besos sellados en mis labios,
y en mis manos vacías,
pues eres hoy vacío
y en el vacío te amo.



II
Ni los sueños...

Ni los sueños, donde tu rostro tiene todas las formas de la dicha.
ni el sol que tanto amo sobre mi cuerpo desnudo,
ni la grata canción del antiguo trovero enamorado,
ni el verso de Darío ni el verso de Quevedo,
ni esta luna que brilla con brillo de alcancía,
ni tu nombre por otros pronunciado,
ni el eco de mis pasos en la inmensa catedral solitaria,
ni el rosal que yo siembro con mis manos y me sangra los dedos,
ni las noches insomnes,
ni tu dulce retrato mentiroso,
ni el tiempo, -ese falsario de mil rostros-
pueden calmar mi pena de no verte.



III
Sólo puedo escribir de amor...

Sólo puedo escribir de amor.
Salgo a la noche
respiro su aire tenso, sé que vivo.
Con su canto monódico me seducen los grillos.
Y es la noche sin ti lo que yo escribo.
En el verso me abstraigo.
y allí el amor es sangre y meteoro,
es la espada que hiere, es sal y madrugada.
Breve es y bello y mentiroso,
y eterno y falso y dulce y verdadero.
Y yo sólo sé hablar de la tormenta
que estalla entre tus besos.
Ebria y multicolor
en anodinas calles la ciudad multiplica
mil rostros pianos y una sola mueca,
y abre sus tristes puertas a la noche.
Todo está allí para que la palabra
aprese un llanto, un árbol, la monstruosa
soledad de sus calles vocingleras.
Y yo tan sólo escribo
de la tarde sin ti y de mi tristeza.



IV
La palabra...

La palabra,
-esa hechicera-
me devuelve la forma de tu pecho,
la humedad de tu axila, la sedosa
caricia de tu vello.
La palabra se hace agua, se hace lágrima,
se hace calor, saliva, piel y beso.
La palabra,
loca fabuladora del deseo.
Te exorciza y a mí vienes volando
con las manos vacías.
Con tu apenas sonrisa
galopas sobre el tiempo.
La palabra,
la dulce mentirosa,
tiende su trampa y yo te recupero.
Tinta.
Letras de tinta.
De tinta la mentira.
Palabras, letras, tinta.
Y tú tan lejos.



5. Certeza

                                        "Siempre hay paz en la certeza..."
                                                                     Truman Capote

Hasta el fondo del vaso
desde tu oscuro fondo
caían las palabras
difíciles
amargas
caían como gotas espesas y brillantes
que iba sorbiendo el tiempo

como arena finísima
caían
haciendo un agujero
en mi mano extendida

y cada gesto
era ya para siempre

ideograma de tintas visibles
de un idioma
que iba olvidando mientras lo aprendía

y el instante nacía cada vez
para morir
en memoria y en fuga de presente.

Tenerte era perderte.

No tenerte
es esperar
confiada
que no llegues.



6. Por el camino de tu lengua yo podría llegar...

Por el camino de tu lengua yo podría llegar
hasta la negra Abisinia
o cabalgar hasta Bengala o Nankin
porque ella es sabia como un viejo maestro que
enseña sobre el cielo
las rutas de los pálidos cometas

porque tu lengua es poderosa como la de la mantis
que da vida y da muerte
y sabe tejer formas como la poesía
y es diestra en lides y ducha en argucias
y canta una canción remota y mágica que invita al extravío

Pero por el camino de tu lengua viajo más hondo
hasta el lugar donde naces gimiendo con un tremor antiguo
y me sientes flotar reciente y húmeda

hasta el origen
donde sueña la bestia su sueño más profundo
y el placer es un banco de peces que relumbra
entre sales marinas

hasta mi centro
donde veo lo que no ven mis ojos cegados por las
luces del mundo
donde no existe la palabra

la torpe mercenaria



7. Del reino de este mundo

Hablo
de la muchacha que tiene el rostro desfigurado por el fuego
y los senos erguidos y dulces como dos ventanas con luz,
del niño ciego al que su madre le describe un color
                       inventando palabras,
del beso leporino jamás dado,
de las manos que no llegaron a saber que la llovizna es tibia
                       como el cuello de un pájaro,
del idiota que mira el ataúd donde será enterrado su padre.
Hablo de Dios, perfecto como un círculo, y todopoderoso y
                       justo y sabio.



8. El forastero

Otra vez ha llegado el arrogante amor sin anuncio
y se ha instalado aquí
donde tu nombre comienza a ser un árbol
que me da sombra con sus siete letras
sin permiso sin prisa -con un rostro tan nuevo
que no conocí sus ojos antiquísimos
sus garras de milano
su paciencia-
ha dado órdenes para que el sol alumbre
y ha clavado su espuela
aquí donde tus ojos me pierden y me ganan
aquí donde tu voz
donde tu mano
lustra la piel de este animal que tiembla
hirsuto y tan hermoso
que ahora es guerrero el sueño al que despierto
mientras la muerte huye
de nuevo estoy a salvo.



9. Laberinto

Condenada a ser sombra de tu sombra,
a soñar con tu nombre en cada madrugada.
Por la ventana abierta un olor errabundo
de vida,
- ¿y tú en que calle? -
un temblor en la luz,
el llanto de algún niño.
Y tus ojos cerrados,
o tus ojos abiertos como dos golondrinas,
y tu mano en el agua o tu mano en tu pelo
o tu mano en el aire con su triste blandura,
- ¿y en qué calle tus pasos? -
y yo en sueños atada al hilo de tus sueños,
condenada a ser sombra de tu sombra,
a soñar con tu nombre en cada madrugada.



10. Romance

Escucha, amor,
¡viene la muerte avisando!
Oye entre las duras piedras
                    su rumor.
Viene la muerte al galope
silenciosa y embozada.
Calla y en tu corazón
escucharás sus pisadas.
Viene la muerte enredando
en su lanza desalmada
todo lo que va topando.
Viene enredada en la flor,
viene en el sol dominguero.
Calla, amor, calla y escucha,
pues ha hecho nido en mi pecho.
¡Y tus besos derramados,
y tu alma malqueriendo,
y en tu mirada distante
toda la vida latiendo!

  Viene la muerte cantando,
viene la muerte avisando:
Oye, amor cruel e inconstante
                    su rumor.






jueves, septiembre 27, 2018

León de Greiff


LEÓN DE GREIFF



Francisco de Asís León Bogislao de Greiff Haeusler; Medellín, 1895 - Bogotá, 1976, Poeta colombiano que se distinguió por su lirismo simbólico, sarcástico, imaginativo y musical, uno de los más originales que ha dado Colombia. Popular entre los poetas e ignorado por el lector común, vivió casi siempre en Bogotá, donde frecuentó sucesivas generaciones de bohemia y de vanguardias. El barroquismo y la singularidad de su estilo lo situaron entre los más influyentes vanguardistas de América.

Tras completar los estudios básicos en el Liceo de la Universidad de Antioquia en Medellín, cursó tres años en la Escuela de Minas de la Universidad de Antioquia. Posteriormente estudió derecho en la Universidad Libre de Santafé de Bogotá, a la vez que adquiría amplios conocimientos de matemáticas y música.

Desde muy joven mostró una considerable inquietud literaria, desarrollando un estilo vanguardista e innovador, y ya a los veinte años fue director de la revista literaria Panidas, mientras formaba parte del grupo literario del mismo nombre. Por esas mismas fechas fue secretario privado del general Rafael Uribe Uribe. En 1916 trabajó como cajero contador del Banco Central. Más tarde administraría las obras de prolongación del Ferrocarril de Antioquia por el río Cauca en la zona de Bolombolo.

En 1925 colaboró en la revista Los Nuevos, publicación que reunía a una nueva generación en la que León de Greiff empezó a destacar como escritor. En 1927 contrajo matrimonio con Matilde Bernal Nichols, con quien tendría cuatro hijos: Boris, Hjalmar, Astrid y Axel. Este mismo año fue nombrado jefe de Estadística de la Dirección de Caminos de Antioquia y luego de los Ferrocarriles Nacionales.

En 1945 fue jefe de Educación Secundaria de la sección de becas. Tres años después fue nombrado director del Servicio de Extensión Cultural de Colombia. En 1954 enseñó literatura en la Facultad de Ingeniería, y música en el Conservatorio de la Universidad Nacional. Después de trabajar como profesor, ocupó el cargo de secretario de la Embajada de Colombia en Suecia y viajó como invitado a la Unión Soviética y a China.

Su obra poética es de difícil comprensión, debido a la utilización de un simbolismo oscuro, producto de un imaginario personal muy rico, alimentado, en parte, por su doble ascendencia española y escandinava, que le empujó a servirse de temas desconcertantes para los lectores de su país, ya fueran recreaciones de tradiciones y paisajes lejanos o referencias a autores marginales. Este cruce ancestral sugiere ya la síntesis de diversos lenguajes que caracterizará su obra, esa máquina neobarroca de producir vocabularios, juegos verbales, músicas, en un sistema sinfónico personal sin parangón en la lengua castellana, por lo que no es excesivo afirmar la existencia de una sintaxis greiffiana.

Su singular producción parece venir sólo de sí mismo y, al mismo tiempo, de todas las referencias culturales posibles, desde la espontaneidad de los juglares hasta la perfección renacentista, la extravagancia barroca, la vibración romántica, el lujo modernista, el experimentalismo vanguardista. En ella se evidencia su voluntad de dotar al verso de una gran musicalidad, así como su gusto por la utilización de palabras en desuso, neologismos y onomatopeyas Es palpable la influencia de los principales poetas franceses del siglo XIX (Baudelaire, Rimbaud), pero resulta casi inútil concretar el amplísimo catálogo de autores que nutre su creación. Sus seudónimos insinúan variados registros, entonaciones e influencias: Guillaume de Lorges, Claudio Monteflavo, Diego de Estúñiga, Gaspar von Der Nacht, Gaspar de la Nuit, Sergio Stepansky, Beremundo el Lelo, Leo le Gris, Judas el Obscuro, Matías Aldecoa, Erik Fjorsson, Harald el Oscuro...

Sus dos primeros libros, Tergiversaciones (1925) y el Libro de los signos (1930), contienen algunas de sus poesías más famosas, como la Balada de la fórmula definitiva y paradojal y Balada del mar no visto. Variaciones alrededor de nada (1936) es su libro mayor y el que reúne los mejores momentos del conjunto de sus temas: el amor, la poesía, el silencio, la nada, el viaje y la noche. A ellos hay que añadir Prosas de Gaspar (1937), Farsa de los pingüinos peripatéticos (1942), Fárrago (1955) y Velero paradójico (1959). Todos estos títulos fueron recopilados en sus Obras completas (1960), tras las cuales publicaría aún Nova et vetera (1968).

La obra de León de Greiff mereció distinciones oficiales nacionales (como la Cruz de Boyacá, la Orden de San Carlos y el Premio Nacional de Poesía en 1970), y recibió también reconocimientos internacionales: desde Argentina fue postulado para el Premio Nobel de Literatura, y en Caracas se creó un premio de poesía que lleva su nombre.





1. Balada del tiempo perdido

I

El tiempo he perdido
y he perdido el viaje…

Ni sé adónde he ido…
Mas sí vi un paisaje
sólo en ocres:
desteñido…

Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas
de turbio pelaje,
de negras plumas.
Y luces mediocres. Y luces mediocres.
Vi también erectos
pinos: señalaban un dombo confuso,
ominoso, abstruso,
y un horizonte gris de lindes circunspectos.
Vi aves
graves,
aves graves de lóbregas plumas
-antipáticas al hombre-,
silencios escuché, mudos, sin nombre,
que ambulaban ebrios por entre las brumas…
Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas.

No sé adónde he ido,
y he perdido el viaje
y el tiempo he perdido…

II

El tiempo he perdido
y he perdido el viaje…

Ni sé adónde he ido…
Mas supe de un crepúsculo de fuego
crepitador: voluminosos gualdas
y calcinados lilas!
(otrora muelles como las tranquilas
disueltas esmeraldas).
Sentí, lascivo, aromas capitosos!
Bullentes crisopacios
brillaban lujuriosos
por sobre las bucólicas praderas!
Rojos vi y rubios, trémulos trigales
al beso de los vientos cariciosos!
Sangrantes de amapolas vi verde-azules eras!
Vi arbolados faunales:
versallescos palacios
fabulosos
para lances y juegos estivales!
Todo acorde con pitos y flautas,
comamusas, fagotes pastoriles,
y el lánguido piano
chopiniano,
y voces incautas
y mezzo-viriles
de mezzo-soprano.
Ni sé adónde he ido…
y he perdido el viaje
y el tiempo he perdido…

III

Y el tiempo he perdido
y he perdido el viaje…

Ni sé adónde he ido…
por ver el paisaje
en ocres,
desteñido,
y por ver el crepúsculo de fuego!

Pudiendo haber mirado el escondido
jardín que hay en mis ámbitos mediocres!
o mirado sin ver: taimado juego,
buido ardid, sutil estratagema, del Sordo, el Frío, el Ciego.



2. Cancioncilla

Quise una vez y para siempre
-yo la quería desde antaño-
a esa mujer, en cuyos ojos
bebí mi júbilo y mi daño…

Quise una vez -nunca así quise
ni así querré, como así quiero-
a esa mujer, en cuyo espíritu
fundí mi espíritu altanero.

Quise una vez y desde nunca
-ya la querré y hasta que muera-
a esa mujer, en cuya boca
gusté -otoñal- la primavera.

Quise una vez -nadie así quiso
ni así querrá, que es arduo empeño-
a esa mujer, en cuyo cálido
regazo en flor ancló mi ensueño.

Quise una vez -jamás la olvidé
vivo ni muerto- a esa mujer,
en cuyo ser de maravilla
remorí para renacer…

Y esa mujer se llama… Nadie,
nadie lo sepa -Ella sí y yo-.
Cuando yo muera, digas -sólo-
quién amará como él amó?



3. Esta mujer es una urna

Esta mujer es una urna
llena de místico perfume,
como Annabel, como Ulalume…

Esta mujer es una urna.

Y para mi alma taciturna
por el dolor que la consume,
esta mujer es una urna
llena de místico perfume…!



4. Más breve

No te me vas que apenas te me llegas,
leve ilusión de ensueño, densa, intensa flor viva.

Mi ardido corazón, para las siegas
duro es y audaz…; para el dominio, blando…

Mi ardido corazón a la deriva…
No te me vas, apenas en llegando.

Si te me vas, si te me fuiste…: cuando
regreses, volverás aún más lasciva
y me hallarás, lascivo, te esperando…



5. Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue

Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue…
dejemos al amor y vamos con la pena,
y abracemos la vida con ansiedad serena,
y lloremos un poco por lo que tanto fue…

Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue…

Dejemos al amor y vamos con la pena...
Vayamos a Nirvana o al reino de Thulé,
entre brumas de opio y aromas de café,
y abracemos la vida con ansiedad serena!

Y lloremos un poco por lo que tanto fue…
por el amor sencillo, por la amada tan buena,
por la amada tan buena, de manos de azucena…

¡Corazón mentiroso!  si siempre la amaré!



6. RONDELES

XIV

Mi pobre amor se está yendo...
yo me quedaré llorando...
La lluvia, leve, cayendo;
una nube, allá glisando...

               Mi pobre amor se está yendo.

¡Lejos, muy lejos!, soñando
la dulce amada, y tejiendo
su ilusión, que voy matando...
Mi pobre amor se está yendo...

               ¿Qué pasa, que nada entiendo?
               ¿Qué pena se va acercando?

La lluvia, leve, cayendo...
Una nube, allá glisando...
La dulce amada tejiendo
su ilusión, que voy matando!

                Mi pobre amor se está yendo...
                ¡Yo me quedaré llorando!



7. Mi juventud

Mi juventud al desconsuelo emigra.
¡Mi juventud!, al beso de Quimera...
En mi barca o chalupa, en mi galera,
o en steamer fumante, que denigra

la diáfana azules! —Loca ribera
adiós! abur! ...— El torvo tiempo atigra
su ceño, y en sus zarpas ya peligra
mi juventud, desnuda prisionera!

Los pebeteros lento aroma exhalan,
grave, plúmbeo... Se aduermen ritmos bravos...
Los años en deshielo, por declivios

de un velludo dulcísimo, resbalan,
indolentes e ilusos, como esclavos
que el vino aportan y perfumes tibios...



8. Soneto

Poeta soy, si es ello ser poeta.
Lontano, absconto, sibilino. Dura
lasca de corindón, vislumbre obscura,
gota abisal de música secreta.

Amor apercibida la saeta.
Dolor en ristre lanza de amargura.
El espíritu absorto, en su clausura.
Inmóvil, quieto, el corazón veleta.

Poeta soy si ser poeta es ello.
Angustia lancinante. Pavor sordo.
Velada melodía en contrapunto.

Callado enigma tras intacto sello.
Mi ensueño en fuga. Hastiado y cejijunto.
Y en mi nao fantasma único a bordo.



9. Y era la Poesía como la luz sin alas

Y era la Poesía como la luz sin alas
vibrando —tácita— en la noche sin linde,
la Noche Negra; como las pitagóricas escalas
que bulbul ciego melancólico escinde.

Y era la Poesía como inmóviles olas
planas —gélidas— de océano sin fondo,
de océano yacente; como las mudas caracolas
que no el sordo clangor del mar discantan, hondo.

Y era la Poesía como nao sin velas,
anacrónica —al pairo— que en la rada se esconde;
como fallido Ícaro —albatros— que así anda

como tú vuelas, Clavileño... Y era —de ojos azules—
la Poesía, que los ámbitos —nefelibata— hiende,
Leviatán fósil, momia fiambre... la Quimera entre hielos...



10. Cuando el silencio canta

Cuando el silencio canta
con su mejor sollozo,
con su peor susurro,
un día, soy poeta
de ojazos amarillos.

                        Otro día, sarcástico
                        bufón de ojos azules
                        —áridos, fríos, duros—:
                        seco gelasmo-burla,
                        torva pirueta-guiño.

Otro día, mis ojos,
los mis ojos sardónices,
los mis ojos sardónicos
zabúllense en los tuyos:
en tus ojos de mieles
—sobre tumbos de algas
de relente marino—.







Vistas de página en total