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ESCRITO EN MAYÚSCULA es un blog que intenta ayudar con la difusión de cualquier expresión artística sin discriminar a los autores aficionados. Se abarcará desde poesía, narrativa, música, etc. Y contaremos con entrevistas donde el autor contara por sí mismo la creación de su propia obra.

Federico García Lorca

Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.

(La Sombra del Viento) Carlos Ruiz Zafón

Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Somos apenas un granito de arena, intentando hacer algo por el bien de nuestra existencia.

lunes, junio 24, 2019

Jaime Gamarra Zapata

JAIME GAMARRA ZAPATA



Biografía

(Talara, 1975): Escritor, editor y sociólogo de la UNMSM. Colaborador de revistas de Literatura, Ciencias Sociales y Derecho. Articulista del magazine Open Cusco. Editor de Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea. Traduce poesía norteamericana.


Sus poemas



En memoria de Jaime Gamarra Corrales



Rímac

Tú caminabas por Pancho Pizarro
A fines de una década gloriosa
Una Lima señorial agonizaba
Callejones sinuosos como sierpes /
De tus días / en boscosa soledad
Tú me haces falta
Cantaba en la radio José Feliciano
La alameda rezumaba vanidad /
Derruidos palacetes / donde vagaban
Fantasmas y alegres roedores
Exhalaban nostalgia / y una calle
Con nombre de cultura preincaica
Miraba pasar tus días
Displicentes y sin nada de nostalgia.



Yanahuara a los 16

todo en ti es calma / & orgullo
no tempestad
no turbación ni lamento
tus pasos son trepidantes
como los de un leopardo
en plena sabana
tu porte es majestuoso
y las mozuelas lo saben
tus días serán innumerables
y tus noches arborescentes
serán celebradas en poemas y cantos
de nictálopes y trovadores
legendarios.



Infancia

yo caminaba descalzo
por la arena mojada
de una playa lejana
un ser imponente
y fuerte era mi guía
un yachaq legendario
de poco más de 30
sobreviviente heroico
de fulmíneas jornadas
ávido de brisa
y orgulloso
conquistador del trueno
seres del mar me animaban
tiernamente
y lento era mi andar
mas apacible / y sonriente
a la sombra de mi padre.



Pater

No puedo dejar de recordar
Tu sonrisa y tu voz
Como dos arpegios
Escuchados en Yanahuara
Una mañana sin nevada.
Qué ademán en el espejo
Fue el preludio del combate
Supremo y cotidiano.
Qué signo devino en brizna
Mientras tu voz esplende
Como sílaba sagrada.



Remembranza de otoño

He de seguir tras los pasos
de una estirpe bravía
gestas legendarias
como constelaciones
centellea el viento
en las ciudades que fueron tuyas
(Norte, Sur, Centro y Oriente)
y una melodía de tu juventud
me embargará de saudade.




Elegiaco

No puedo encontrar un poema acertado que hable de los dos
Las ciudades que habitamos lucen desoladas y nos evitan
Solo sombras y acordes distantes nos avisan que toda reconvención
Es como una plegaria inútil
Y el vaticinio de las olas es como un crujir inmemorial
De casas derruidas
Solo el eco de tus pasos
Se mantiene seguro
Inmanente.



Los 60

Todo fundamento es caos / poiesis / energía libidinal
sublimada a ritmo de bolero y twist
Marcuse / los Rolling Stones y Herb Alpert &  Tijuana Brass
como bombas molotovs /
tu universidad como un pequeño laboratorio
para conspirar / cubilete para el ocio creativo
Lima no era la de ahora
Yanahuara era solo un lejano recuerdo
como tu infancia de nodrizas y campiñas
tus amigos tras los mismos ideales
que tú y en las marchas /
recordabas los días del colegio militar
patria o muerte / mientras un cigarrillo
te obsequiaba el aroma de la molicie
y de la altivez
todo fundamento es caos / locura / placer
por esos años de revueltas & guerrillas
de cafetines donde se gestan grandes trifulcas
y sueños de justicia
la ciudad era apacible
Aun cuando el tranvía se averiaba
mientras transitabas desde el Rímac hasta el Centro
y mucho más apacible cuando visitabas al abuelo Nico
y olvidabas los malos ratos de una infancia solitaria
qué recovecos y largas avenidas
acogieron tus pasos trepidantes
qué tribulaciones se desvanecieron
ante largas bocanadas
y noches de bohemia
junto a tu fiel compañero Enrique
recordando a los rebeldes del MIR caídos en 1965
yendo al estadio de fútbol
para alentar a tu equipo de La Victoria
esquivando los sinsabores
y las cachiporras de los búfalos
cortejando a Eugenia
escuchando la endiablada música de los 60
y la universidad de ingeniería era más que tu alma máter
era una ciudadela mítica
sin tantas facultades
y el espíritu del Che destellaba
ante cientos de futuros ingenieros
con el puño en alto
y estandartes en ristre
como medallones relucientes
como montañas níveas bajo el sol
junto con tu gran sarcasmo
ese que pocas veces comprendí
y tu risotada franca y fuerte
que hoy lo llena todo
aminorando mi dolor.



Coda

Fellini, Pérez Prado, Los Panchos, Lucho Barrios
Y un sinfín de huariques
Fueron testigos de excepción de tus idas y venidas
Por la ciudad y sus escaparates
Por la ciudad y sus marquesinas
Que te vieron recriminar a los policías
Con desgano
Y esa sonrisa / acerada
Retratada en fotos
Cómo olvidar tus tiernas admoniciones
Tu voz / enérgica y humosa
Como tus días / por aquellos gloriosos años.



Ancestros

Espíritu que habitas en el cactus del San Pedro
Espíritu que deambulas por los médanos / que resplandecen
Mi abuelo Felipe Zapata te conocía
Y te musitaba al oído las más dulces palabras
Antes de sanar / a mi madre del chucaque cotidiano
Era bravo el viejo y sus manos curaban /
Como las olas que observo cada tarde
En este mar chúcaro / adonde me escapo
Siempre que quiero estar solo y sin amigos
Espantando las penas
Y comprendiendo a mis escasos dieciséis
Que la soledad no es una opción /
Como espantar el mal para mi abuelo
Tampoco lo era / espíritu del San Pedro
Aleja esta nostalgia absurda que se me pega
Como mosquito famélico, aléjala
Para que se ahogue en el horizonte
Donde moran esas plataformas petroleras
Tan esbeltas y en total soledad.



Nilton Santiago


NILTON SANTIAGO

Biografía


(Lima, Perú), reside en Barcelona hace varios años.

En poesía ha publicado "El libro de los espejos" (II Premio Copé de la XI Bienal de Poesía 2003), "La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad" (Premio Internacional de Poesía Joven Fundación Centro de Poesía José Hierro, Madrid 2012), "El equipaje del ángel" (XXVII Premio Tiflos de Poesía, Visor Libros 2014) y "Las musas se han ido de copas" (XV Premio Casa de América de Poesía Americana, Visor Libros, 2015).

Los poemas que presentamos a continuación pertenecen a "La historia universal del etcétera", con el que Santiago ha obtenido el Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro y de reciente publicación en Valparaíso Editores.



Sus poemas


LOS PLATOS AGRIETADOS NUNCA SE ROMPEN

"¿Qué sería de nuestras tragedias si un insecto nos presentara las suyas?"
E.M. Cioran

Hay quien dice que 90 días de garantía
únicamente garantiza que el producto se estropeará el día 91.
Así también hay palomas mensajeras que esperan un día después del diluvio
para comprarse un paraguas
y traerte la rama de olivo que tu ex te envió hace meses.
Igualmente pasa cuando te encuentras las llaves que buscabas tanto
en el bolsillo del pijama,
segundos después de que alguien te haya vuelto a romper el corazón
con las flacas habilidades de un aprendiz de cerrajero.

“¡Si supieran los hijos que no he querido tener la felicidad que me deben!”
dice el malhumorado de Cioran,
que me ha arrancado una sonrisa de entre la lluvia
y me ha hecho pensar que no hay aforismos como estos en el equipaje de mano
de las mariposas monarca,
esos pobres insectos que se pasan todo un año en migración,
pero que, aunque no lo crean, tan sólo viven seis meses,
lo que quiere decir que a medio camino todas mueren
y son sus crías las que terminan el viaje.

¿Pero cómo saben el camino?, le preguntaría a Cioran.
Emil, “la alegría de la huerta”,
más pesimista que un vagabundo pidiéndole una moneda a un banquero,
me diría que me vaya a preguntárselo a mi ex
que sabe perfectamente de las migraciones de insectos
por la forma como me ha hecho ir y venir para nada, una y otra vez.

Qué sé yo de los misterios de la ciencia o de las mariposas,
sólo sé —por ti— que el símbolo Ψ del alfabeto griego
que llevas tatuado en la muñeca
sirve para designar tanto a “el alma” como a las mariposas,
lo que me ha hecho entender que la filosofía
es pan comido sólo para los filósofos pesimistas
ya que para ellos la metanostalgia pasa por entregar al viento
las lágrimas que llevan como equipaje.

Cioran, mago persa, viejo cascarrabias,
estoy convencido que hubieses odiado este poema,
tanto como odiamos ese momento en el que se nos ha acabado el agua caliente
mientras estamos en la ducha con la cabeza llena de champú,
(la misma mañana lluviosa que nuestra nueva novia
nos ha mandado al demonio,
llevándose el paraguas que te acabas de comprar).
Puede que también así sea el amor y hasta la filosofía,
las lágrimas que las mariposas pierden a mitad de su migración
cuando sucede su primera muerte,
o la sonrisa que nos hace pensar que no hay mal que dure cien años
ni garantía posible de que no nos vuelvan a romper el corazón
con las flacas habilidades de un aprendiz de cerrajero.

Aunque no importa,
ya se sabe que, cuando llueve, hasta la mariposa cree que es mariposa
y que los platos agrietados nunca se rompen. 



SOBRE EL PORQUÉ ALGUNOS PANDILLEROS SECUESTRAN BALLENAS

Es hora del desayuno y Balam Rodrigo y yo
compartimos una gota de lluvia que alguien ha partido a martillazos.

No deja de llover
y un perro zapoteca nos trae en el hocico un tren lleno de salvadoreños.
No hablamos.
El silencio sacude sus ramas, como si fuese un árbol
que acaba de ser tiroteado al intentar cruzar una valla de equinoccios.
Al sacudirse, el árbol nos ha mojado de rocío
y ha hecho que varios peces caigan a nuestros cafés humeantes.
Me acerco a él para pedirle fuego, aunque sé que él no fuma.
Balam sonríe y saca de su bolsillo una estrella de mar
que migra cada día de un bolsillo a otro, de un corazón a otro (por reparar).
Su padre se la regaló hace varias vidas pasadas,
cuando los quetzales sabían hablar y lloraban.
Balam me pone la estrella sobre las manos
y un nuevo tren lleno de salvadoreños cruza esta mañana fría.

Balam dice que jugaba al futbol vestido de monje franciscano
y que, en Chiapas, los pandilleros secuestran a las ballenas
para enseñarles a pasar las fronteras con el estómago lleno de crack.
No muy lejos de nosotros,
la Mara Salvatrucha acaba de secuestrar a otra ballena centroamericana.
Lo sabemos por la forma en la que lloran los peces –asustados–
en nuestros vasos descartables de café.

Dos policías que nos oyen hablar nos dicen que los migrantes
nacieron de la costilla de un perro zapoteca
y no de las lágrimas de las ballenas. 
Balam les sonríe porque cree que los países
no son más que pájaros en migración desde la creación del mundo.
Balam cree que yo me río de los pájaros migrantes
y que no me creo eso de que algunas ballenas duerman de pie.
Entonces se acerca a mí y me pide que cierre los ojos.
En ese mismo instante aparecemos en Tecún Umán, Guatemala.
intentando cruzar el río Suchiate.

Mi corazón es una estrella de mar que flota lejos de mí.
Nado para cogerla y, sin darme cuenta, llegamos al otro lado de la frontera.
Una ballena jorobada que me ve cree que soy un pez que llora.
No lloro, no, pero quizás sea verdad que soy un pez.
Cuando alcanzo la orilla alguien me apunta con su chimba y dispara
porque no llevo dólares americanos.
Balam coge la bala en el aire
y ésta se convierte en un quetzal de terciopelo.
Cuando me lo enseña abro los ojos.
Entonces veo que Balam Rodrigo está a lo lejos, mirando el vacío que nos separa. 
Aún no hemos acabado de desayunar
ni hemos intercambiado palabra alguna.
No sabe quién soy (ni yo tampoco).
Sin embargo, hace siglos que ambos estamos muriendo
porque siguen matando a los perros vagabundos con veneno para estrellas.




Mis padres y yo salimos a recoger un anuncio de correos.
Cuarenta y cinco papagayos lloran sobre una nube recién nacida de este sábado por la mañana, pero no llueve.
La economía de mercado no lo permitiría.
Mi madre dice que el pan de hoy es el hambre de mañana.
Yo le digo que tener una ideología política es igual a creer que las cigüeñas creen en los ángeles.
Me saco unos cuantos geranios de los párpados y despierto a mi padre.
Salimos de casa, como granos de arena que son hormigas que son átomos de aire.
Cientos de cigarras nos brotan de los bolsillos mientras caminamos.
No hay casi gente en la calle, los espejos lloran solitarios en las estanterías.
El sol es como un pequeño canguro que sale del marsupial de la mañana.
La oficina de correos es un océano lleno de langostas.
El sobre que me entregan es frío, como las maneras del funcionario.
Cuando lo abro, un pingüino salta sobre el suelo.
“No puede ser” —dice mi madre—, “no puede ser que haya tantas langostas”.
Mi padre coge al pingüino, pero éste llora desconsoladamente al verme sonreír.
Mi padre dice que los pingüinos son los únicos animales capaces de convertir el agua salada en agua dulce, “así que en realidad llora miel”.
Se lo mete en el bolsillo de la camisa como lo hacía conmigo cuando era una semilla.
Mi madre le dice “que no se fíe” ya que, si los pingüinos pierden un huevo, “se lo roban de sus vecinos, cuidado con tú corazón” —le grita al oído.
Mi padre no oye lo que hablamos.
Se ha quedado medio sordo desde que se puso una caracola de mar en el oído y escuchó la voz de Dios.
El funcionario de correos tiene todo el cuerpo lleno de pequeños cangrejitos que le cortan las ideas, por eso es tan maleducado.
Volvemos a casa como granos de arena que son hormigas que son átomos de aire.
Cuarenta y cinco ruiseñores diseccionan un pañuelo lleno de lágrimas.
Mi padre no oye lo que hablamos.
“¿Por qué todos lloran?” —se pregunta.
“Porque las lágrimas se las lleva el viento”, —le responde mi madre con los ojos llenos de lágrimas descocidas.
Mi madre y yo mientras tanto cocinamos: lubina al horno para pingüinos que no oyen, que son granos de arena que son hormigas que son átomos de aire.
Tengo un sueño terrible que no me deja dormir.
Ya son treinta y tres veces que un pingüino que ha perdido un huevo se ha llevado mi corazón.




Un hecho poético abandona una farmacia
donde una pobre vieja ha concertado una cita con este poema.
No soy yo el que ve a la vieja sujetarse de la lluvia para sentarse
sino un pelícano.
El pelícano es un ser del aire.
Eso lo sabemos porque el aire cruza los campos de girasoles.
Porque 15.000 litros de aire entran en los pulmones de un gorila al día.
Entonces tomamos conciencia de que existe el aire
porque sabemos que los gorilas existen.
En la farmacia, a la vieja le recomiendan cuidarse la glucosa.
El hecho poético se pone las gafas de leer
y deja al pelícano y a la vieja hablando de sus males.
Todo se puede solucionar con paracetamol.
El hecho poético baja a la estación del metro.
Entra sin pagar, como es lógico.
Un vagabundo le pide dinero.
“Pero el dinero solo sirve para hacernos más pobres”
—le dice el hecho poético.
Igualmente deja caer una moneda como una yema caliente.
El vagabundo la guarda en una de las grietas de su corazón.

Dos muchachas
hablan con una libélula que creo que soy yo.
¿Soy yo o mi representación? ¿qué coño es ser yo?
Las dos chicas ríen porque les he dibujado un mapa en la mano.
Buscan un sitio donde “comprar”.
Debo tener cara de “camello” latinoamericano.  
Mientras espero el tren no puedo dejar de ver el puto móvil.
Como todos los hijos de puta
que vamos a trabajar vestidos como soldaditos de plomo.
No sabemos ni usar un matamoscas y creemos que hacemos
lo suficiente para ganarnos los frejoles.
El metro está lleno de negros vendiendo bolsos falsificados.
Los miro. También un policía que escupe sobre las vías.
Este día no ha existido.
Ni la farmacia, ni el vagabundo, ni las dos chicas libélula.

El hecho poético vuelve a casa, resignado,
vestido como yo:
un puto soldadito de plomo.

Otra noche se irá a la cama sin escribir un poema.




La luna pesa 81 billones de toneladas
y los neandertales quizás lo sabían.

Como sabían, hace 40.000 años,
que nos pasamos inviernos enteros
viendo cómo un enjambre de dudas
escapa súbitamente de nuestro estómago
cada vez que nos miramos al espejo
y vemos la mirada de un chimpancé.  

Hace siglos que venimos maldiciendo
los oficios de los sábados por la mañana,
(como borrar pinturas rupestres 
en el hielo acumulado en la nevera)
los oficios del sábado por la tarde,
(hacer la colada,
compartir el silencio de un mirlo enfermo).
Y todo para terminar descubriendo
que un mismo gen hace posible
el habla humana y el canto de los pájaros.

Acabo de leer que, durante un sólo día,
el corazón humano genera la energía suficiente
como para desplazar un vehículo
durante 32 kilómetros, pero es incapaz
de bombear la sangre de un chihuahua.
Los neandertales, como los perros,
no sabían quiénes eran hasta que no estaban
a solas con la luna,
como nosotros no supimos, hasta hoy,
que hace 40.000 años éramos
más chimpancés que humanos.

No obstante,
¿qué somos los humanos para los perros?

¿Pájaros o chimpancés?



HE IDO A BUSCARTE A LA ESTACIÓN DE SÃO BENTO, PERO NO HE LLEGADO A TU ENCUENTRO Y LLUEVE

"Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos"
H. HESSE


Si te sientes bien, no te preocupes, se te pasará.

Y más ahora que sabes que todo está perdido
y que los árboles han abandonado descalzos los bosques
y han huido de la misma manera
que un psicoanalista huye de un sueño que no le deja dormir.
Ahora que te has marchado,
el cielo ya no es lo que es, es decir,
una gran gotera en la cocina de Dios,
allí donde los aviones pasan estirando sus alas
como un polluelo de pingüino
que no tiene ni idea que jamás podrá volar.

La estación de trenes de São Bento ha perdido su sentido del humor.
He llegado aquí,
(porque a algún lugar hay que llegar cuando se huye)
para buscarte, pero sólo he encontrado un abrazo roto tuyo
sobre la máquina de “rayos X”
por la que pasaste mi corazón y tu equipaje,
las graves sílabas del amor que sólo fueron los restos del amor:
nuestras miradas en aquel bar del Cais da Ribeira
mientras esperabas que me tocase el pimiento picante
para estallar en risas.

Me acaba de cagar un pájaro sobre la chaqueta
que acabo de estrenar y es entonces cuando veo
que la estación de São Bento está llena de pájaros
que recogen, a migajas, la tristeza de los viajeros perdidos,
los restos de tu sombra cuando abrías la persiana
de aquel motel para mochileros en el que nos hospedamos
en la Rua das Flores, sucia
como la moneda que utilizó Maiakovski para telefonear al paraíso.
Ahora que ni siquiera nos hablamos,
el tiempo es una lágrima envuelta en papel aluminio,
un querer dejar de meter la pata
y meter la pata hasta la rodilla
una y otra vez. 
Según Muriel Rukeyser,
el universo está hecho de historias
no de átomos,
así que sólo te escribía para contarte
que la toalla que usaste aquella mañana que nos conocimos 
aun lleva las huellas de ese amanecer
y creo que, por el bien de la luz,
debería ponerla de una vez por todas en la lavadora
para el próximo aterrizaje forzoso que, supongo,
no piensas hacer en casa.

Todas las despedidas deberían empezar por seguir a los árboles
que, descalzos, suben a los aviones de la soledad.
Pero no, de nada sirve porque en las guerras siempre mueren los mismos.
Aunque da igual,
según el proverbio,
una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja,
así que nada,
ahora que todo está perdido, sólo me queda decir:

poesía: apaga y vámonos.



Contacto



Francisco León Carrasco







“Creo firmemente en la democratización real de los espacios”

Entrevista a Francisco León


Francisco León Carrasco (Lima, 1975) es profeta en su propia tierra y lo sabe. Su confianza en las editoriales independientes se condice con la búsqueda de una democratización auténtica de la cultura, desde su amado barrio (Salamanca de Monterrico). Conversamos con el escritor y tenaz promotor cultural, no exento de polémica.







1.              1. Tu última novela, Cartagena road (Korriente A editores, 2019), tiene bastante influencia de la novela negra yanqui. Puedes contarnos de la probable influencia de los maestros de ese género como Chandler, Hammett, etc.

Claro, reconozco la influencia de Raymond Chandler, El sueño eterno y al detective Phillip Marlowe Aunque tengo otras. A nivel visual debo reconocer el hechizo que ejercieron sobre mí películas como Chinatown, Barrio Chino, de Roman Polanski; protagonizada por Jack Nicholson y Faye Dunaway. La vi de niño y me marcó. Ni qué decir de El Halcón Maltes, basada en el libro de Dashiell Hammett, en la versión del genio de John Huston, de 1941. Humphrey Bogart sobresaliente. Ángeles con caras sucias, con Bogart y James Cagney. Me atrae del cine negro la ambigüedad de los detectives antiheroicos y la putrefacción social que muestra sin tapujos. Cosas que se encuentran en Cartagena Road.

Sin embargo,  no es lo único que podemos rastrear en el libro. Tenemos el guiño al trabajo de autores clásicos de la ciencia ficción como Philip K. Dick, por ejemplo. Existe además otro tipo de  lecturas en la obra que no debes pasar por alto. Hablo del tratamiento del tema del poder en una sociedad de control. Cómo afecta las posibilidades de la gente sin que lo perciban. Aquí las influencias son obviamente de Michel Foucault y Gilles Deleuze, entre otro. De allí surge mi planteamiento trágico: la imposibilidad de “huir” de lo que llamo “situación de control” y la funcionabilidad de las “resistencias” como se descubre al final del libro.




2.           2. Las tendencias actuales en la literatura, en un contexto de globalización y posmodernidad, han catapultado a ciertos poetas peruanos en desmedro de otros. Los hípsters han endiosado, por ejemplo, a Lucho Hernández, Jorge Pimentel, etc. y están convencidos de que la poesía peruana empieza con ellos, es decir al diablo todos los anteriores. ¿Qué opinas tú?

Me parece confrontacional tu pregunta. Que tienes una obsesión con los hípsters. Jajajaja. A mí en lo personal me tiene sin cuidado la opinión de esos poetas sobre otros poetas. Es más, pretendo mantenerme lejos de la “poesía” como se le entiende aquí. La juerga y el favor entre grupos de amigos. Ya escribí un artículo sobre ese tema, publicado en la revista Cronopio de Colombia y en Lima Gris, entre otras. Sobre el endiosamiento de Luis Hernández, un poeta al que aprecio mucho -como ya te comenté-, creo que se debe al conjunto de sus características extraliterarias. Estas lo convierten en un personaje ideal para ser un “ícono”. De ahí que se aprovechen muchas editoriales, independientes, que explotan el mito. Pero eso no es un demérito para la obra en sí.




3.         3. Eres profeta en tu propia tierra. Además de ser escritor, eres un tenaz promotor cultural. Has sido un poco como Augusto Ferrando, “descubriendo” nuevos valores literarios. ¿Puedes contarnos sobre tu experiencia como promotor y gestor cultural? ¿Te ha dado satisfacciones impulsar la cultura de una forma democrática y horizontal en espacios no oficiales?

Gracias por lo de “profeta”. Es una experiencia muy satisfactoria. Se relaciona con un  modo integral de entender mi papel en el mundo, hasta que dure. Tiene que ver con epifanías personales, experienciales, y lecturas que las solidificaron. Como el caso del rescate del “otro lado”, del sonido que guarda el lado B, para los que aún recuerdan los discos de acetato de 45 rpm. En el side A encontrabas la canción de éxito radial, la rompedora, pero en el B podías hallar pequeñas joyas no tan comerciales. Me fue fundamental leer a Gramsci. El concepto de lo “subalterno” y cómo se construye esta categoría. De ahí su aplicación por el grupo de Guha en la India. Para cerrar esta idea debo aclararte que la vida solo es un juego. Depende cómo quieras jugarla: o lamiendo suelas de famosos para que te tiren una migaja o trabajando en espacios “no oficiales” porque te da satisfacción y no por un caso como el de la zorra y las uvas. Entendiendo además que es esa “oficialidad” que no debe confundirse con lo mejor, aunque así te la vendan los medios de comunicación de masas, ni pensar que nuclea a los más talentosos.

El problema es que los escritores de ciertos sectores sociales, de B para abajo, no piensan en eso. Viven como en el ejemplo védico del burro que persigue la zanahoria, puesta en un palito delante de ellos (que representa el “éxito” en las grandes editoriales y librerías). Más allá de esas reflexiones, creo firmemente en la democratización real de los espacios, lo cual tiene de modo obvio un límite. Pues ese buscar ampliar los límites hace que a uno mismo lo limiten los que no desean eso. La argolla, al igual que el poder, tiene su lógica propia y no va a cambiar.




4.             4. Todavía predomina entre nosotros el estereotipo del “poeta maldito”, epígono de Bukowski y Ginsberg. Como si fuera una condición sine qua non reventarse el hígado y el cerebro con drogas (legales e ilegales) para pergeñar poemas. Cuando uno es joven, ciertamente necesita experimentar, pero, finalmente, se puede terminar siendo muy funcional al establishment. ¿Qué piensas tú?

Ginsberg no fue un poeta maldito. Tuvo sus excesos de joven, pero luego recaló en la santidad que siempre anheló. Dedicado al budismo, al veganismo y a la meditación. Práctica a la que se dedicó desde 1970. De más está decir su apoyo a Srila Prabhupada para que el canto del maha mantra hare Krishna se difunda en la West Coast norteamericana. En 1974, funda con su maestro el Instituto de meditación en Naropa, Colorado.

Tras Bukowski existe demasiada pose y una imitación superficial. Solo le ven la forma no el fondo.
Consumir substancias enteógenas, que no llamaría drogas para diferenciarlas, aumenta tus posibilidades creativas, te permite resignificar procesos, y no solo palabras. Son potentes canalizadores. Recordemos la parte ínfima del cerebro que utilizamos.

Me parece interesante que tu “pregunta” tenga varias partes, pero primero criticas (subconscientemente quizá), luego dices que ciertamente necesita experimentar  y al final hablas de la funcionalidad al sistema. En fin. Existen niveles de “funcionalidad” al establishment (que entiendo como “el sistema” y es un término bastante manoseado ya). Uno elige en cuál de estos niveles participar. No es lo mismo vender armas, es decir ser un fabricante-empresario gringo, ni un sicario que dedicarte al arte o a vivir, o tratar de vivir, en paz en una comunidad andina o selvática autosustentable. Todas estas opciones son funcionales al sistema: sí. Incluso las que generan más resistencia o un choque frontal. Es por la naturaleza actual de lo que entendemos como “el sistema”. Las tecnologías y el control social a distancia del que habla Mauricio Lazzarato. Al vencer los muros que las contenían y expandirse sobre el cuerpo social y cubrirlo como un nuevo tejido, que incluye y utiliza lo virtual, las disciplinas ya no dejan un “espacio” libre. ¿Qué queda? ¿El uso de tácticas como menciona Michel De Certeau? ¿La agencia y resignificación de lo que nos otorga el establishment? La pregunta se ha complejizado en exceso. Ya no estamos en el siglo XVIII para creer en los afuera y los centros (espacialmente centrados) donde “está” ubicado el poder del “sistema” al que se debe enfrentar.



5. Eres actualmente un activista ecológico. Como desde hace varios años Gary Snyder lo viene haciendo, tú estás llamando a la sanidad ecológica. Cuéntanos de esa experiencia desde tu barrio. 

En Salamanca de Monterrico cofundé con unos amigos la Asociación Medioambiental Salamanca Verde. La lógica es la recuperación y el cuidado de los árboles y las áreas verdes. Es una pequeña acción directa contra el cambio climático, que tiene su cuota de funcionalidad. Los beatniks fueron pioneros en este tema. No solo Snyder, sino el propio Ginsberg. Se debe intentar, como un imperativo moral más que como una pretendida realidad alcanzable, buscar la sanidad del planeta, la Pachamama. Esto solo se logrará cuando se alcance cierto grado de conciencia en el ser humano. Una conciencia adquirida a cocachos, por la misma realidad desastrosa a la que nos ha empujado un modelo de vida basado en el consumo y el poder de papelitos de colores, sean rublos o dólares o yenes.

Gracias.



Entrevista hecha por Márlet Ríos
13 de junio de 2019

martes, junio 18, 2019

Michael Quevedo Cobo


MICHAEL QUEVEDO COBO

Biografía

(Piura-1981). Egresado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Federico Villarreal. Estudió Filosofía en la Facultad de Humanidades, en la referida casa de estudios. Difusor cultural en asociación Alianza Francesa de Lima. Participó en diversos talleres de narrativa y periodismo; asimismo, colaboró para algunos medios alternativos, boletines, fanzines y sitios web literarios: Subterráneo, Insania, In situ, La Espiral, Mamotreto, Irrupción Poétika, La página de los cuentos, entre otros. Actualmente, es autor del blog esferanegra0, así como de Ante los ojos de nadie, poemario inédito, próximo a publicar.


Sus poemas


Palabras finales

Palabras finales.
Una melodía abierta al corazón,
a la musa del verso visceral y solitario,
al ser inadvertido, en algún tiberio sin remedio.
 Palabras finales, incontables,
susurran una elegía matutina,
la caída libre del ángel
 que protege tu ánima acuitada,
 la razón de ser, de tu efímera existencia, cada día más pesada.

Palabras finales, esas que dicen amarme,
como se expone el arte amatorio,
un ósculo en sollozos,
una fémina dispuesta a complacerte,
sin pedirte nada a cambio.

Palabras finales, las del trovador errante,
de los años que, inevitables, pasaron presumiendo anhelantes,
tiranizando, a rajatabla, las primaveras de tu bisoña y preciada juventud.

Palabras finales, de tu libro dedicado por efímeras amistades,
garabateado por el efebo de tu interior, gritando a mares,
asesinando tu último desamor.

Hoy fue el epílogo de un diminuto instante de tu vida.
Muchos -con la potencia visual reducida
no vieron lo que realmente contenía.

Pocos izaron la bandera apátrida de tu poesía.



Ditirambo

Añado una estrofa calcinante
hambrienta de música y poesía,
pues intacta azula la memoria
y la musa está viva todavía.

Porque me devuelven el perfume halagüeño,
con sutil júbilo aparte,
 pues de prescindir del arduo empeño
no viviría del arte, absorto y sin remedio.

Porque este corazón flagrante
arrecia cautivo el don de la voz anhelante
 que cosifica y sublima a la palabra,
 la voluntad firme de hacerla eterna, con el alma.



Vómito negro

Mayo,
sábado corto de alcohol y nicotina en las venas.
Aplaca las ansias,
 la sed de esta afásica garganta.

Ciertas siluetas bambolean insurrectas,
al son endemoniado ochentero
sobre el húmedo madero.

Nada es óbice esta noche para retozar hilarante
envueltos de humo,
atestados de fuego.

Acaso, a decir las verdades que nunca se dijeron,
que colisionaron de pronto,
al brindis de un ron de caña almibarado.

 ¡Y más trago y pitillo en mano!

Porque nadie nos representa,
nada fragua ni violenta.
No obstante un cuerpo desciende intoxicado,
como una otoñal hoja hollinienta
en el confín de su fango;
desciende, con los húmeros abiertos,
 temblando, inmolando sueños.

¡Oh, madre! ¡Creyeron que estaba muerto!

 Y un silencio sepulcral invadió su paradero,
su alegría y su tristeza,
su enfermizo estado.

 Al pie de una farola,
brillaban, a lo lejos, una esfera metálica y unas gafas viejas.

Lo llevaron totalmente ebrio y sórdido a su casa... Vómito negro.



 Cinco minutos

La voz firme, escuchando.
 Enfoco la mirada hacia el océano,
atardeceres rutinarios.
Solo la noche me devuelve el alma extraviada en su brisa amarilla.
El cuerpo va tomando otra forma,
los años son teoría, vivencias, letanías, copas e intimidades.
 Acaso el risueño niño que no supimos cuándo dejó de serlo.
Acaso otra materia incierta esperando el cielo o su otro infierno,
su vacío, su nada, su éter, su génesis, su espacio soterrado
o su libertad sin ideales, sin flores en el féretro.

Si no es todo ello, ¿qué esperamos entonces?
¿Más simposios, conversatorios, terapia, pensamientos leídos,
reflexiones sin conclusiones?
¿Qué esperamos, nosotros los solitarios?
Enfrentamos el caos y su belleza demoníaca.
 Izamos la bandera apátrida, testimonios de un pueblo oprimido, ignaro y lavado de cerebro.
El capitalismo, el comunismo, el marxismo y todos los "ismos”, ¡que se vayan a la mierda!
No necesitamos ideologías enfrascadas, retrógradas y nefastas,
esas que apestan a caviar o a un puñado de estiércol.
 Prefiero sentarme en una butaca de cine mudo
y reírme de este circo y su parafernalia,
de tartufos y comediantes de su propio ideal.
Prefiero ahondar en el silencio, porque es ahí en que me encuentro,
cubierto con el cendal de esta vida corta y absurda,
a veces, con sinuosos labios de oreja a oreja,
alucinando ilusionado, perplejo y lúcido,
hambriento de círculos pecaminosos o en condiciones de aislamiento.

¡No me jodan de vuelta!

Así como la necesidad tiene cara de hereje,
la expresividad se disfraza, esta vez, de un sábado, beodo por la noche, en el inodoro con heces.



Tu imagen

Tu imagen está ahogada en un río añil,
acaso desbocada en el espejo,
deshecho como una lluvia de granizo que surca mi pecho,
o conserve el perfume otoñal impregnado en una tibia noche que no volverá jamás a su lecho,
aun cuando logre vislumbrar tu rostro, neblinoso, languidecer de pronto
en mi recuerdo,
o un coro de ángeles invoque tu nombre en el cenit de su misterio.
Ya nada podrá acercarte a mi camino farragoso y perdido
a mis horas inmensas y perpetuas que acompañan mi carne despoblada en el diámetro de su vacío.

 Tu imagen se ha ido, como se van las amistades con los años,
 y queda solo un reflejo tenue en la llanura,
 en esos olvidados resquicios del desamor y la locura.

Tu imagen la enfrento, ya ausente, con mi pesar y ansias de verte,
como una dulce melodía que susurra una elegía,
cuando no la agonía de no tenerte nunca más en mi vida.






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