martes, noviembre 20, 2018

Víctor M. Grippoli



VICTOR GRIPPOLI


Breve biografía


Víctor Miguel Grippoli. (Montevideo, Uruguay. 1983) Artista plástico, docente y escritor. Participa en la antología Cuentos Ocultistas (2016, Editorial Cthulhu) Revista Letras y Demonios Número 1 (2016) Revista Letras y Demonios Número 2, 4, 5 (2017, 2018), Nictofilia Número 2 (2017), Nictofilia Terror Steampunk (2018) Antología Horror Bizarro (2017, Editorial Cthulhu), Antología Horror Queer (2018, Editorial Cthulhu). Revista Nictofilia – Poesía Grotesca (2018) Antología poética (2018, Editorial Solaris), Entre las lágrimas de acero (2018, Editorial Solaris), Laberinto de Posibilidades (2018, Editorial Solaris), Puertas del Infinito Volumen 1, 2, 3 (2018, Editorial Solaris), Los conectores de dios (2016, Editorial autores de Argentina, Editorial Solaris 2018) Sombras (Editorial Solaris – 2018) El monstruo era el humano (Editorial Cthulhu - 2018) Revista Literaria Luna – Antología de Ciencia Ficción). Revista Líneas de Cambio Número 1 (2018 - Editorial Solaris). Pen Bolivia. Antología de Ciencia Ficción Neo Indigenista (2018). Revista Aeternum – Héroes y Santos. (Aeternum – 2018). Gritos y pesadillas (Antología benéfica de relatos de horror – LLEC – 2018). Líneas de Cambio – Antología de ciencia ficción latinoamericana.


Sus relatos





Próxima B

Me desperté con las alarmas rojas de la nave estelar aullando y girando a toda velocidad, como me dictaba mi entrenamiento salí despedido del tubo criogénico que me mantuvo durmiendo durante el viaje por el sub espacio e inmediatamente comprobé el estado de mis dos compañeros de viaje, pero estos ya no estaban en sus tubos correspondientes. Debían haberse despertado antes que yo. Mientras me calzaba el traje de presión de uso interno me pregunté por qué yo había seguido en las tierras de Morfeo. Ya pronto lo sabría. Comencé a caminar de forma presurosa hacia el puente de mando. 
No se notaban rastros de fuego ni de pérdida en la gravedad artificial, observé los datos en uno de los paneles de control holográficos y la astronave no tenía un solo daño.

Al entrar al puente el Capitán apagó la alarma.  Andrés era un hombre sabio, todo en su rostro lo indicaba, estaba feliz de dejar mi vida en sus manos durante esta misión: Llegar al planeta Próxima B, un mundo a cuatro años luz de la Tierra. Un orbe apenas más grande que nuestro mundo natal que orbita Próxima Centauro, una estrella del tipo enana roja con un brillo propio del color que denomina su nombre y de un poder mucho menor que nuestro Sol.  Las sondas robóticas con Inteligencia Artificial que viajaron por el sub espacio hasta el mundo nuevo habían encontrado un planeta con acoplamiento de mareas, algo mucho más común de lo que cree la gente ordinaria la cual imagina que todos los mundos giran como los de nuestro Sistema Solar. Debido a la cercanía de la estrella y la gravedad, siempre la misma cara de Próxima B está en el día y la otra en una eterna noche por los siglos de los siglos. Nuestros mensajeros IA encontraron que como se suponía este mundo tenía un océano gigantesco con zonas que presentaban agua líquida. Había grandes oportunidades de vida.

Un descubrimiento magnifico, una hazaña para la humanidad. Debíamos ir allí lo más pronto posible, claro llevando las protecciones adecuadas. El HED: Hábitat Especial de Descenso, nos protegería de las radiaciones mortales, esto no era un simple paseo por la Luna y nuestros trajes de actividades extra vehiculares poseían una tecnología de escudo nano tecnológico que le impediría a nuestros cuerpos cocinarse bajo todo ese pastel radioactivo que recibiríamos en nuestro viaje. Para tal periplo fueron elegidas tres personas. Andrés, nuestro Capitán era el seleccionado por las Naciones Unidas, ahora encargadas del nuevo gobierno mundial con su base en Ciudad Equidad.

Ese era el lugar donde al fin la humanidad comenzó a caminar derecho, era la urbe que nos daba esperanza. Por parte de la Unión Euroasiática estaba la coreana Soo-Min y por último el que les habla, Tydus Lasart por la Alianza Sudamericana. Éramos lo mejor de lo mejor. La crema y nata de las agencias espaciales internacionales que formaron luego la agencia mundial aeroespacial. Fuimos los candidatos obvios y ahora estábamos aquí, en una lata de sardinas luego de un viaje de dos años congelados en un tubo para llegar a un mundo extraño y supuestamente con vida microbiana y animal a cuatro años luz de distancia.

—Tydus, ven aquí. Hemos salido del Sub Espacio antes de lo previsto. Nos encontramos a dos semanas de Próxima B —me dijo al verme entrar al puente de mando.
—Capitán, ¿qué fue lo que nos ha sacado de nuestra ruta? ¿Tienes idea?
Mientras le respondía me senté en mi butaca ergonómica y me coloqué los cinturones de seguridad como mis compañeros.
—No, aunque Soo-Min dice que la nave entera fue escaneada por “algo”. Hay rastros en la computadora de abordo…
—¿Algo? Eso suena muy científico… Soo, ¿me puedes otorgar usando tu infinita sabiduría una respuesta convincente? 
—No sé muy bien qué decirte. Nos despertamos sin aviso con Andrés, las alarmas estaban encendidas y al principio el secuenciador para despertarte no funcionaba, debíamos esperar a que se descongelara, entonces decidimos venir al puente y vimos que estábamos a dos semanas del destino. Le pedí a la computadora central un diagnóstico y respondió que un rayo de escaneo impactó la nave luego de nuestra abrupta salida al cosmos normal.
—En pocas palabras una nave humana o alienígena nos investigó… eso es imposible. No hay nada que pueda igualar nuestra velocidad en la flota.
—Entonces Tydus hay algo allí afuera… —mientras él me hablaba yo noté como el Capitán sudaba a mares, un hombre tan versado en el peligro no se encontraría nervioso o alterado por más que nos encontráramos ante una situación de riesgo.

Luego hicimos un chequeo general de la astronave y comprobamos que todo estaba bien, simplemente habíamos salido dos semanas antes de lo planeado. Yo creía que la computadora debía haberse equivocado y no le di más importancia al hecho de esos supuestos extraterrestres. Luego de una semana comenzaron los sucesos extraños…
Iba caminando por la zona de las cabinas personales cuando pude ver al Capitán vistiendo una musculosa, en su mano derecha descansaba un cuchillo y se cortaba reiteradas veces a la altura del hombro. La sangre roja se deslizaba por la piel blanca.

Me escondí detrás de un mamparo para observarlo ya que mientras hacía esta inusitada y pervertida actividad murmuraba algo en una lengua que no provenía de nuestro mundo natal. Instantes después Soo lo llamó desde el puente por el altavoz y Andrés volvió a la normalidad, se limpió y se curó con bastante agilidad y partió hacia su destino. Comprendí que algo sucedía y que debía hacerme el tonto hasta tener más datos.  Esperé unos minutos y yo también tomé rumbo a la sala de control.

Se escuchaba la voz femenina de Soo hablando con Andrés. ¡Estaba sucediendo algo importante! Andrés estaba pasmado viendo como el vientre de ella se iluminaba con un resplandor dorado. Parecía que un niño se estaba formando en su interior. Ante tal espectáculo quedé inmovilizado y ni una palabra pudo salir de mi boca.

—Me llaman… no los entiendo… son tan diferentes… ¿Este niño es real? ¿Lo crearon con su ciencia superior? Todavía no los comprendo… ni ellos a mi… tengo miedo… ¡Andrés, Tydus… no me dejen!
—¡Quédate conmigo! Toma mi mano… —pronunció nuestro líder con voz serena.
—Ellos me llevarán de tu lado… quiero quedarme contigo mi amor. Mira… este niño que está en mi vientre es nuestro hijo, lo que tanto habíamos deseado. Leyeron dentro de mi mente y decidieron tomar parte de ti y de mí para cumplir lo que anhelábamos.
—¡Soo, toma mi mano! ¡No te atrevas a dejarme ahora!

Lo último que vimos antes que comenzara a desaparecer fue que aumentó la luminosidad que manaba su vientre y ella colocaba ambas manos sobre él.

Corrimos hacia ella, pero antes de llegar se desvaneció en un estallido de luz. No sabíamos si estaba muerta o la tele transportaron a otro lugar. Ante esta evidencia me convencí de la gravedad del suceso. Había una entidad o entidades extraterrestres queriendo entablar contacto con nosotros. Y el único origen posible era el mundo de Próxima B.

En los siguientes días hablé seriamente de lo sucedido con Andrés, era imposible comunicarse con la Tierra. No había dispositivos sub-espacio para llamar y recibir una respuesta hasta dentro de años debido a las distancias luz. Decidimos seguir si no era que antes moríamos los dos. Le confesé que lo espié mientras se cortaba y respondió que desde el despertar se había sentido muy extraño y que Soo le había confesado esa misma sensación. Al parecer yo era el único que no mostraba cambios en el carácter.

Faltaban tres días para llegar a destino. Poco a poco el globo de Próxima se hacía mayor en las pantallas. Comprobamos el hábitat de descenso. Prácticamente una casa gigante blindada en la que bajaríamos a ese extraño mundo. Tenía acoplada tanto un mini avión como un mini submarino de exploración. Andrés me llamó desde dentro cuando yo comprobaba la antena de comunicación con la nave. Al entrar lo hallé de rodillas de nuevo cortándose con el cuchillo.


—Me están llamando Tydus. Nosotros queríamos tener un hijo, pero decidimos mantener nuestra relación reservada, ni siquiera tú lo sabías.  Pensamos que era lo mejor para que no interfiriera con los objetivos de la misión. Ahora yo me siento su otro experimento. Soy una pieza para lograr un bien mayor. Poder lograr revelarse ante ti… No nos comprenden… Todavía… Por eso sentí mi mente alterada. ¿Acaso podemos mantener una conversación de filosofía con una medusa? Se llevaron a mi amor. ¿Más allá de la nada estará Soo? Ellos trataron de hacerlo con sus aparatos… Yo soy la medusa… —Volvió a cortarse el antebrazo y la sangre cayó mientras repetía incesantemente… 
—Medusa… Medusa…

Luego su piel se desvaneció, pude ver sus músculos, sus órganos funcionar en perfecto estado. Parecía una teleportación en fases. Yo me aterré y me tomé del marco de acero de la puerta de acceso del hábitat y así como empezó el proceso se terminó sin dejar rastros de él.

Dos días de soledad y miedo después me encontraba orbitando el mundo con acoplamiento de marea. Yo bajaría en el Hábitat cerca del Terminador planetario, o sea la frontera perpetua entre el día y la noche en este planeta extraño y tan diferente al nuestro. La computadora había marcado la ascensión de una isla en el centro de una zona oceánica, en ese lugar las sondas no habían hallado nada. Le apunté con el telescopio de la astronave. Mis ojos no podían creer lo que observaba, una gigantesca escultura ciclópea se alzaba desafiante. Tenía ojos extraños y alargados como el cráneo, su cuerpo sentado en posición de loto también era muy estilizado. Hasta se podría decir flaco en exceso.

Sabía que mis opciones eran muy limitadas, retirarse no era una opción. ¿A dónde iría? Probablemente la locura se apoderaría de mí camino a la Tierra. Dejé de pensar tonterías y me introduje en mi aparato de descenso. Debería pasar varias funciones a la computadora ya que no sabía el destino de mis compañeros y ellos eran los encargados de varias mediciones que habíamos ensayado anteriormente.

El hábitat se desprendió de la nave principal y fui buscando el ángulo de aproximación perfecto para no tener turbulencias excesivas durante el viaje. Mientras bajaba, el lugar que había sido mi hogar se convertía en una plateada mota de polvo contra el negro del espacio cósmico.

Poco a poco fui atravesando las nubes y con ambas manos en los controles agregué las secuencias finales en el ordenador.
La estatua debía poseer una altura cercana a los doscientos metros y era la única construcción en esa masa de tierra desértica.
Como lo habíamos practicado cientos de veces en los simuladores las cuatro patas del modo terrestre del Hábitat tomaron contacto con el terreno yermo.

Acto seguido y sin las ceremonias que deberían haber tenido lugar ante un logro científico tan grande me coloqué el traje de presión especial, comprobé el sistema regenerativo de oxígeno y abrí la compuerta principal luego de encender las luces laterales del casco.

El exterior era un lugar que claramente había estado sumergido hasta hace brevísimo tiempo. Tendría que haber realizado observaciones detenidas, pero fue entonces cuando comenzaron las voces en mi cabeza…

La estatua me llamaba… la masa de piedra que representaba al extraterreno era un catalizador de la “entidad” y ésta ahora había entendido parcialmente como comunicarse conmigo y quería que yo entrara por la puerta. ¡Sentía las voces en mi cabeza! Y me hablaban de una puerta…

¿Pero qué puerta? Yo no la veía.

Al instante se materializó entre luces rojas la entrada de doble hoja al pie de la estatua. Mi corazón se desbocó. Tenía miedo y al mismo tiempo una profunda ansiedad por saber el secreto de Próxima B. Mis ojos se perdieron por un instante en el crepitar rojo de la estrella del sistema.

¿Qué formas de vida tan diferentes al ser humano podrían nacer o vivir en un mundo así? ¿Cuál sería su sistema de valores y de creencias?

Todas eran incógnitas de nula explicación. Para tener las respuestas debía cruzar la puerta. Y así lo hice, dejé atrás mis temores y abrí las pesadas hojas, no pude ver nada más pues me cegó un resplandor blanquecino. Al parecer los filtros de luz de mi traje fueron inefectivos contra él. Sentí que caía por un abismo. Por una inmensidad de tiempo y espacio. Sabía que mi cuerpo estaba atravesando distancias cósmicas entre las estrellas en un pequeño segundo.

Cuando recuperé la vista pude observar líneas violetas a mi lado. ¿Acaso era una especie de efecto distorsionado de la luz estelar? No puedo responderlo con precisión. Sentí una vez más la voz en mi cabeza mientras me adentraba cada vez más en el espacio inter dimensional.

—La humanidad ha logrado avanzar y superar la adolescencia como especie. Han dejado atrás la guerra y el odio, han superado su naturaleza primitiva y brutal. Leo en tu mente que no ha sido un camino fácil. Ha estado plagado de guerra y miedo. Como el nuestro… hace ya tantos eones… Quiero darte un regalo, mi amigo humano. Quiero darte una fuente de energía que les permitirá seguir con su evolución. Una energía que los llevará por el espacio y tal vez un día los lleve hasta donde estamos nosotros.
—¿Qué son ustedes? ¿Acaso habitaron Próxima?
—Ese planeta es solo una baliza en la negrura del mar de estrellas y ustedes la encontraron. Llámame una mente colectiva, una forma de vida que al mismo tiempo es singular y plural. Una forma de existencia en convivencia con Dios y la fuente universal de la vida. La contemplación y la creación son mi misión, el gozo mismo de la existencia más allá del deseo.
—¿Y mis amigos? ¿Para tratar de comunicarte conmigo terminaron muertos?
— No tengas ansiedad mi joven humano. No tengas ansiedad…

Parpadee un instante en mi extraño viaje y al abrir mis ojos me hallaba en una pradera verde salpicada de árboles frutales. Un hermoso cielo celeste parecía brillar de felicidad.
A lo lejos divisé a un grupo de humanos vestidos de blanco que se aproximaban al lugar donde yo había descendido dejando la hierba chamuscada.
Me retiré la escafandra para luego arrojarla lejos, no necesitaba mi traje voluminoso en este planeta de tipo terrestre… todavía recuerdo la primera frase que dije en ese lugar como explorador estelar.

—Rayos. ¿Dónde me encuentro? Estoy jodido…
Rápidamente cambié mi opinión. Andrés y Soo llegaron a mi lado y me abrazaron. Junto a ellos había una docena de muchachos y muchachas, pero ninguno superaba los catorce años. Al parecer todos eran sus hijos…  luego que el Capitán percibiera que me había dado cuenta de lo obvio tomó la palabra.
—Te esperamos mucho, mucho tiempo. Aquí todo transcurre diferente.

Ellos hicieron este planeta para nosotros y lo bautizamos como Paraíso. Ahora que has llegado llevaremos la energía a la Tierra saltando unos cuantos siglos hacia el pasado. ¡Tenemos que asegurarnos de perpetuar a la humanidad por la buena senda!
Yo todavía no entendía mucho lo que sucedía, percibía en mi ser que ya no estaba en nuestra galaxia de origen, había atravesado las fronteras del tiempo y del espacio, me había presentado ante una raza con conciencia colectiva ante la cual yo no era más que un niño tonto en una comparativa inter especies.
No importa, los tres enfrentaríamos juntos las dificultades… bueno en realidad los quince…  un nuevo viaje en el tiempo, pero esta vez hacia el pasado para llevar la llave que cambiaría la historia de nuestra especie. En ese instante solo se me ocurrió una cosa…

—Y pensar que en la base nos dijeron que sería un viaje fácil… qué rayos, hagámoslo. Es el momento de recibir el regalo de nuestros anfitriones.

Ellos me devolvieron una sonrisa plagada de dientes perfectos enmarcada en rostros llenos de felicidad. Si así era el futuro yo quería ser parte de él. 




El templo de Venus

Sí, sus ojos se asemejan a dos carbones ardientes, no porque sean rojos sino debido a la intensidad de su mirada. Esos espejos del alma que te atraviesan son de azul glacial, de tonos antiguos, complejos, tan arcaicos… tan sabios que te pierdes en ellos.
Ella… sólo ella… por siempre…  entra cubierta sólo con una pequeña tela transparente que deja ver, intuir, desear el tacto de sus pechos de duros y rosados pezones. Ella… sólo ella, la de la piel blanco luna, de una forma sobrenatural que hasta puedes sentir el palpitar de las venas azules que habitan bajo la misma.

Se acerca a la cama y su cabello dorado toca mi pecho, sus labios recorren los míos y sus uñas filosas, tan parecidas a las de una gata se clavan en mi carne hasta hacerme gritar. Ella es mi amada, mi Venus, mi diosa. Mi fuente pagana inagotable de placer, por la que yo estaría dispuesto a hacerlo todo. Pero ustedes se preguntarán como llegó aquí, la mujer perfecta, a la cama de un Capitán de Alemania del Este. Mi nombre es Adalbert Bernar y ésta es mi historia… 

Yo llegaba de un nuevo viaje a Moscú, junto con un grupo de arqueólogos soviéticos habíamos descifrado hace varios años un conjunto de textos antiguos que hablaban de una civilización perdida en el cono sur de África. Una cultura inclusive más arcana que la egipcia. Pero luego de todo ese tiempo de investigación la situación todavía no era fácil. El sur del continente negro no es precisamente un lugar pequeño y nos faltaban datos precisos para poder enviar una expedición en busca de la capital de aquel reino.

Ya hacía bastante tiempo que mis amigos y yo éramos la burla de los círculos científicos de más alta alcurnia y creían que nosotros estábamos locos, pero gracias a los contactos que tenía con la marina alemana y a mi férreo manejo del ruso pude ganarme el apoyo de los militares de ambos países. Si yo descubría la ubicación de la urbe tragada por el tiempo me ayudarían a formar la expedición y descubrir una civilización antiquísima a la que el capitalismo había borrado de los libros de historia.
Por los medios convencionales nuestra búsqueda estaba trunca, pero yo no soy un hombre que se rinde fácilmente, mis contactos de inteligencia, o sea los espías nuestros del otro lado del muro de Berlín habían descubierto que un judío atesoraba antigüedades en su librería, uno de nuestros agentes compró ese libro que según mis investigaciones me mostraría la ubicación exacta de la ciudad que durante años yo había ansiado.

Ahí me esperaba Hans, envuelto en su chaquetón al lado mismo de una de las entradas de ese oscuro murallón que dividía mi ciudad en dos. Lo saludé con la cabeza y él tendió su brazo para darme el libro.

—Hans. Veo que lo has conseguido. Te agradezco de corazón. Esto nos ayudará a cambiar la historia de la humanidad para siempre. ¡Vamos a descubrir una de las culturas primigenias de nuestra historia!
—Querido amigo… yo mismo he traducido un poco del libro en estos días previos a que cruzara el muro. Lo que se narra en estas páginas es demasiado oscuro para ser cierto… en el caso de que lo sea, lo mejor será dejar ese lugar alejado de las manos humanas. No uses los recursos del partido en esta empresa. ¡Desiste ahora, hermano mío! No caigas en esta locura.
—¡Eres tú el loco! Agradezco los esfuerzos que realizaste, pero estamos en una era de progreso. Ahora no podemos sucumbir ante el oscurantismo y la charlatanería de los textos que lo pintaban todo con sus pinceladas de magia y esoterismo. ¡Voy a encontrar el reino perdido a como dé lugar!
—Si no tengo forma de hacerte olvidar de tu empresa por lo menos déjame desearte la mejor de la suerte y ten cuidado en no abrir una infernal caja de Pandora. 

El submarino partió en secreto desde su helada base, la expedición estaba compuesta por un grupo de arqueólogos conjunto de rusos y alemanes. Mis desvelos traduciendo el libro habían dado sus frutos. En una gigantesca bóveda bajo una montaña de África del sur se encontraba la bella Axulim. La mayor obra de ingeniería del mundo. Fruto del ego de una civilización capaz de todo. Hecha en la roca pura sólo porque era posible, iluminada por un complejo sistema espejado y usando la reflexión en gigantescas losetas de piedra pulida, era tal la magnificencia de su sistema que las crónicas narraban que dentro de la urbe parecía un día de verano y nadie extrañaba el salir al exterior.

El viaje fue placentero, aunque yo no estaba acostumbrado a pasar tantos días bajo el agua, pero era algo necesario ya que no podíamos permitirnos el caer en manos americanas. Todo debía hacerse en el más absoluto de los secretos y luego demostrarle al mundo el poder de nuestro descubrimiento.

Estudiamos los mapas del libro judío con el Capitán y el submarino tomaría un río subterráneo que conducía a la puerta principal de Axulim, empotrada en el corazón montañoso. Yo bajaría con los arqueólogos colegas y un equipo pequeño de soldados, sólo por prevención de encontrarnos con algún equipo occidental por la zona.

El submarino llegó a las costas cercanas a Sudáfrica y tomamos el río, en unas pocas horas emergimos en un sereno lago subterráneo alumbrado en sus laterales por unas potentes algas luminiscentes. Bajé con el inmaculado uniforme hasta tierra firme y junto con un soldado rojo clavamos en el suelo pedregoso la bandera de Alemania del Este y de la Unión Soviética. Acto seguido contemplamos la gigantesca puerta de entrada tallada en piedra y no pudimos más que asombrarnos ante la ingeniería de esa raza de blanca piel perfecta y ojos azules. Los capiteles marmóreos estaban en perfecto estado y las esculturas de jóvenes perfectos con el musculado torso desnudo nos impresionaron, pero algo llamaba la atención. Parecía que desde afuera hubieran cerrado la entrada con gigantescos trozos de piedra provenientes de monumentos exteriores que habían sido destruidos.  De esta forma el único y pomposo acceso a la ciudad estaba sellado.

Aunque eso no era problema para hombres de nuestro siglo y el equipo de soldados pudo dinamitar un hoyo lo suficientemente grande para pasar por él con nuestros equipos y focos de luz. Los cuales dicho sea de paso fueron completamente innecesarios pues el fastuoso sistema de losetas pulidas incrustadas en las paredes de la montaña seguía iluminando la ciudad como si nos encontráramos bajo cientos de soles. Yo estaba con la boca abierta al igual que mis amigos. ¡Era el descubrimiento del siglo!
Relatarle la arquitectura del lugar a los no entendidos es algo realmente imposible, lo resumiría diciendo que se mezclaban los estilos egipcios con algo de los mesopotámicos tardíos pasando por una gigantesca variedad de templos y templetes que a nuestros ojos parecían griegos. Claro que ninguna civilización de las citadas existía en aquel pasado remoto y esa diversidad era la prueba que aquella era la civilización madre de todas ellas o por lo menos la que mayor influencia había tenido. Por todas partes se veían marcas de saqueo y destrucciones de estatuas policromas que hubieran hecho palidecer a los escultores más versados de la antigüedad clásica. La urbe había sido asediada, sus habitantes asesinados de brutales formas y la entrada tapiada.

Nunca antes había visto tantos huesos envueltos en sus ropajes correspondientes y con laceraciones de espadas. Era realmente un espectáculo dantesco. Fue en ese instante, cuando estaba arrodillado estudiando uno de esos cadáveres momificados cuando tuve una visión de una fuerza proveniente de un templo escalonado, una mujer de una singular belleza y semidesnuda contemplaba como la ciudad era saqueada por las hordas de negros que habían sido sus esclavos durante siglos. Habían sido sus brazos de ónice los que habían levantado la gloria bajo el chasquido del látigo. Y todo ciclo llega a su fin. Los negros ahora organizados retaban a sus amos de blanca piel perfecta y ojos azules.

La mujer de extrema belleza y el rey de Axulim —el cual poseía un físico perfecto que alcanzaba las cotas más altas del ideal humano—, corrieron hasta un templo donde los esperaban dos estatuas de ellos mismos de varios metros de altura y de una factura que jamás podrá ser vuelta a realizar.

Mirándolas a los ojos tomaron sus cuchillos rituales y los hundieron en sus carnes dándose muerte antes que una turba de negros sedientos de sangre profanara el templo máximo y despedazaran sus cadáveres para dárselos a los perros que habían dejado al borde de la inanición para que ansiaran la carne de origen real.

Los que yo pensaba eran fuente de genialidad y sabiduría no eran más que un grupo de esclavistas y opresores que contradecían mi ideología… pero la belleza de ella… y el sentimiento de sentirla todavía viva luego de miles de años me hizo ponerme de pie y dirigirme al templo de columnas que se perdían en la altura desmesurada del cielo pétreo.

En el interior estaba la estatua desnuda de la mujer de mi visión. Sólo pude compararla con Venus, la diosa mujer más hermosa del mundo. Entendí que yo la deseaba… deseaba su carne… sus pechos… Su cuerpo arqueándose al ser embestido por mi cuerpo al hacerle el amor con extrema lujuria. Y yo sentía esa voz diciéndome que ella podía ser mía… veía en mi mente su vulva, la misma que llenaba de jugos mi boca al besarla una y otra vez… veía sus manos jalarme del cabello mientras se lo hacía.

Sus gemidos hacían eco en mi mente, uno tras otro… uno tras otro recalcando sus muestras de placer.  Observaba como sus manos me palpaban, sus dedos finos y marmóreos rematados en uñas largas cada una de un color y tono diferente.  Me vía mí mismo con el uniforme militar poseyéndola a ella con sus piernas sobre mis hombros en el altar central del templo… ante los ojos ciegos e inexpresivos de cientos de las otras estatuas gigantes… Ella podía volver a la vida… por un precio…

En aquel instante cualquier precio me parecía poco para traer a la vida a aquella mujer fruto de mi amor y mis deseos. Una vida con ella era todo lo que deseaba… y en escasos segundos me abandonó mi ideología, la misma que había sido el motor durante años de búsqueda. Me abandonaron mis principios morales y sentí lo mismo que aquellos miles de negros, hace miles de años… la adoración de una diosa, blanca e inmortal… Ella era mi Venus y yo haría lo que fuera por ella. Al fin entendí lo que mi diosa me pedía. La magia del pueblo antiguo había colocado a sus líderes por medio del suicidio ritual dentro de las estatuas colosales. Habían permanecido en ese letargo por milenios y ahora con un tributo de sangre podrían acumular el suficiente poder para vivir de nuevo… Pero no todos. Mi diosa tenía rivales entre los sobrevivientes, debería usar la dinamita nuevamente.

Retiré el arma de su funda de cuero y el resto de los arqueólogos me observaron impresionados. No entendían el proceder de mis acciones. Con los ojos inyectados en sangre y la temperatura por las nubes les di muerte de forma veloz. Ellos eran meros intelectuales y apenas atinaron a correr o defenderse. Los primeros dos cayeron de forma silenciosa. Otros cuatro lloraron y suplicaron por sus vidas, les coloqué una bala a cada uno de ellos.  El último corrió tratando de llegar a la escalinata del templo, los soldados estaban todavía bastante lejos patrullando y no habían sentido los disparos. No dudé un instante y el tiro le atravesó la espalda y le salió por el pecho.

Llené mis manos desesperadas con un poco de sangre de cada uno de ellos y la froté por los pies y las pantorrillas de la estatua sagrada. Se transformó mi rostro en la mismísima felicidad cuando la estatua desapareció en un torrente de luz y mi amada se materializó desnuda sobre el pedestal. Yo la tomé en brazos y la bajé del mismo. Absorto ante tanta belleza.

—Adalbert… gracias… gracias… pero todavía estoy muy débil. El ritual apenas tuvo la suficiente energía para traerme de nuevo a la vida.
—¿Qué debo hacer para que estés fuerte? ¡Dime y lo haré!
—Ya sabes lo que es necesario. La energía está en la sangre. ¡Esa es la fuente del poder!
La llevé hasta las afueras del templo, ella se apoyó contra uno de los murallones de mármol y yo la besé por primera vez en la vida real.
—Volveré pronto. Debo encargarme de los soldados…
—No te tardes, necesito de esa energía.
—Lo sé, voy por ella —mientras pronunciaba esas palabras acaricié su rostro dulcemente.

Me dirigí al trote a donde estaban las tropas con sus metralletas. Quedé escondido detrás de una masa de piedras destrozadas, todavía contaba con el factor sorpresa. Salí de repente de mi escondite y le propiné un disparo en la cabeza a mi rival más cercano. Este cayó muerto al instante. Tomé su arma y me dirigí a donde estaban los otros soldados.

Deben haber pensado que había enloquecido o desertado, y de alguna forma tenían razón. No podían creer que yo fuera un traidor. Esa duda los hizo evitar dispararme al verme correr hacia ellos. Pero yo no dudaba, estaba enceguecido por mi furia, por mi pasión y mi amor.

Les vacié el cargador a todos ellos y sus entrañas saltaron enmarcadas en un mar de sangre… cuando sus cuerpos estuvieron sin nada de vida de nuevo llené mis manos con su líquido rojizo y acto seguido luego de tomar los explosivos me dirigí con mi diosa.
Dinamité las otras esculturas del templo hasta dejarlas reducidas a escombros… todas ellas menos la del rey de la ciudad que era el tío de mi Venus, que ahora miraba con ojos centellantes como sus rivales habían perecido por segunda vez y de forma definitiva.

—Para la resurrección completa de un hechicero como NUESTRO rey… —me sentí honrado al incluirme en sus planes—. Vamos a necesitar de un ritual más complejo… y más sangriento. Es hora de irnos en ese pez submarino tuyo. Iremos eliminando a los tripulantes para volverme más fuerte y cuando estemos en tu reino idearemos la forma de llevar a cabo el plan y volver a la gloria imperecedera de nuestro reino. ¿Por qué contentarse con un ejército de esclavos negros cuando puedo tener al mundo entero y las armas nucleares que he visto dentro de tu mente?
—Se hará como desees… estoy para servirte… y para servir a nuestro rey. —En ese instante hasta pude sentir cómo los ojos pétreos de la colosal estatua se clavaban con satisfacción en mi nuca, ahora solo quedaba hacer desaparecer los cuerpos de mis víctimas y seguir con mi idea.

Llevando en brazos a mi amada me aproximé al submarino donde esperaban atentas las tropas. Habían sentido las explosiones y estaban preocupados. El Capitán se aproximó a donde yo estaba y quedó sorprendido al ver a la mujer.

—Adalbert. ¿Qué ha sucedido? Sentí explosiones en la ciudad… ¿Y esta mujer?
—No estamos solos… hay criaturas atroces en la urbe. ¡Debemos irnos! ¡Los muchachos han desaparecido! Y yo encontré a esta pobre muchacha que es una descendiente de los habitantes primigenios del pueblo sagrado. ¡La misión prioritaria es llevarla a Berlín!
—Entiendo. Mandaré a un grupo a buscar a los hombres. Si hay extrañas criaturas quiero saber a qué enfrentarme. Luego nos iremos de este lugar maldito.
—Perfecto. Yo voy a entrarla para que la revise el médico.

Como era obvio el pobre Capitán y los soldados no encontraron nada en sus búsquedas. Sólo algunos casquillos y restos de sangre… luego ante la amenaza de las criaturas monstruosas que acechaban en la oscuridad y el terror propio de los marineros ante lo sobrenatural el Capitán puso rumbo a Berlín. Cabe destacar que muchos tripulantes desaparecieron de forma misteriosa durante el viaje a casa…

Ahora miro por la ventana de mi apartamento a cuerpo desnudo. Mi diosa se acerca por detrás y me abraza. Siento sus pechos duros en mi espalda y me giro para tocarla. Ella también mira los edificios majestuosos de la noche berlinesa. Tenemos un propósito. Ya estamos formando la segunda expedición a la ciudad perdida. Los hemos convencido de que debemos ocultar todo a occidente por ahora.

El ritual ya está tomando forma. Sólo debemos esperar un poco más para que nuestro rey resurja de su estatua imperecedera… 


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