FRANCOIS
VILLANUEVA PARAVICINO
Biografía
Escritor peruano (Ayacucho, 1989). Bachiller
en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los
jóvenes cuentan” (2007). Textos suyos aparecen en la antología Recitales “Ese
Puerto Existe”, muestra poética 2010-2011 (2013). Ha publicado el libro de
relatos Cuentos del Vraem (2017) y el poemario El cautivo de blanco (2018);
además publicó en Amazon su primera novela Los bajos mundos (2018). Actualmente
cursa la Maestría en Escritura Creativa de la UNMSM.
Sus poemas
Luna
de azul marino
La luna titilante me observa con soberbia
Es una amiga cariñosa ante mis delirios
Una alegría en sus senos de Valdelirios
Creo ella es dulce, tan pura, muy sabia.
Oculta la sonrisa, ella tan triste canta
Con una lágrima de andaluz eufonía
Con el vendaval harto la atormenta
Las grises canciones son su manía.
Las serias razones no existen a su lado
Es mejor voltear hacia la hoja en blanco
Olvidar las espinas escarlatas del pasado
Y embriagarse con las ideas del bardo.
Distinguir la luz en el largo camino
Que nos espera como el fiel canino
Tras sendas horas de trabajo cansino
De una luna de color azul marino.
Autocontrol
No puedo dominar mis instintos
No los controlo ni queriendo
Las palabras sucias, las malas ideas
Son pan de cada día y trémulo
Dudo de todo demasiado, demasiado
Me adentro a la mundanal bulla
Enmarrocado ante lo flamígero
Creo que no nací para esto y dale
Eternizo cargando cántaros llenos
Con una tenia devorando mi testa
Flaco, enjuto, eso me tiene así
Sin poder luchar, sin trofeos
Qué te pasa, alucinado, preguntan
Has nacido tarde, el horizonte
Crece rojo como dos tiranos
Cabalgando tres triciclos tristes
Tus horas son otras mañanas
Donde todos eran un reformatorio
Mala vida, hoy necesitas autocontrol.
La
flor sepultada
He sepultado la flor de tu amor entre la
hierba azul
Estaba marchita y, lo siniestro, tenía tres
rostros
El primero era de adonis cual estatua de
mármol
El segundo era sublime cual la melodía del
edén
Y el último, el más dominante, era
espeluznante
Como el endriago, mitad humano, mitad animal
La tenía aferrado a mi pecho como un hijo
agónico
Y me quité las vendas para sentirla en la
ardua lluvia
Dormí, desperté, y volví sin fe donde la
sepultada
Tras silencios de siglos, tras distancias
eternas
Como un viajero regresa a la montaña del alma
Luego de resucitar con otra conciencia oscura
La desenterré con presteza y lágrimas en los
ojos
Tratando de recordar el verdadero valor del
tesoro
Encontré fatídicamente cenizas, polvo y
calaveras
Pero no aquella flor marchita de tres
rostros, ¡no!
Así es la esperanza en el amor no destinado
Como una Babel se encumbra para derrumbarse
Y si la entierras en lo más oscuro de tu
corazón
Al final desaparecerá entre la aberración
eterna.
Vértigo
aéreo
Las ramas vistan lejanas las ranas
Y la lluvia de las carnales
No mojan el césped
Del manicomio.
Como la mar, el barco baila
En los murales celestes
De Eiffel nocturno
Alto ebrio.
El crepúsculo es harto más bello
Desde la Luna Satelital
Se borran los tonos
Del despertador.
Un rapsoda montó ligero
Su Nave Espacial
Y se desmayó
Expiró.
Los rosales canjean ternuras
Y vista desde arriba
Son microbios
Sin vida.
Soy un ogro de ancha mirada
Que teme a su estatura
Y tiene una risa
Ocultada.
El
amor inadvertido
Escucho un murmullo, un susurrar, una
sinfonía
Es del viento precipitarse con las flores,
ligero
Del río avanzar en el paraíso con grata
melodía
De la lluvia caer sobre la pradera; sí que te
quiero
…Te quiero…
Escucho el pathos desde lo más profundo de mí
ser
Es el cisne negro, la inspiración de la
desesperación
Eres tú, mi querida, que me solivianta a
querer
Te escucho amor que me llamas con eterna
pasión
…Eres el soplo de mi luz…
¿Dónde te hallo? ¿En la de la nariz aquilina
o respingada?
¿En ella? ¿En la de los preciosos ojos, acaso
en ella?
¿En ese labio abrumador? Entonces, ¿en
aquella sonrisa?
¿Allende en el horizonte? ¿O allende bajo las
flores?
…Amor inadvertido, dónde estás…
Fulgor que has latido fuerte cuando no
debiste existir
Aire que te has instalado perenne en mí, y te
has ido
Vehemencia de esos ardores que no regresan
más, jamás
Amor que nunca vi, tan difícil de hallar,
¿dónde estás?
…Sentimiento efímero y eterno, qué nunca he
de hallar…
El firmamento es tan pequeño ante mis ojos,
infinito es
El mar, tan voluptuosa, sus olas a mis pies
van a colisionar
El crepúsculo, el cielo divino, la brisa, y
la gloria no es
Volteo, ella aún duerme: es la fría presencia
ausente
…Mía, has pasado inadvertido, sólo Mía…
Días
de cobardía
Me refugio temeroso en el vino de los
crucificados
En las lágrimas de las doncellas nostálgicas
En las pinturas de óleos mortuorios
Y en el clamor de las cárceles.
Nado en el mar de dragones y sirenas del
Índico
Sin más laberintos áridos que franquear
Sin altares divinos que rezar
Y pétalos que deleitar.
La llave de la libertad está a metros de la
celda
Como Dionisio está feliz con las nínfulas
Todo es oscuro, nada es luz
Sin Mal sin Bien.
De poco estoy hartado, ansío más y más
Sumergido en un somnífero azul
Me ahogo en un cáliz etéreo
Cual ansía inmortal.
Hay moscardones que vuelan sobre mis labios
No confío ya en las apariencias, sino me
cuido el alma
Ahora no existen crepúsculos tiernos, ni el
tesoro vive en el mar
Estoy ciego, soy mudo, no escucho, y tengo
miedo de las horas. ¡Oídme!
Contacto con el autor
Correo:
francois.villanueva@unmsm.edu.pe
Link
Facebook: https://www.facebook.com/francoisvictor.villanuevaparavicino
Web de
crítica de libros:
https://anthropologyandpractice.com/category/ciencias-sociales/
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