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ESCRITO EN MAYÚSCULA es un blog que intenta ayudar con la difusión de cualquier expresión artística sin discriminar a los autores aficionados. Se abarcará desde poesía, narrativa, música, etc. Y contaremos con entrevistas donde el autor contara por sí mismo la creación de su propia obra.

Federico García Lorca

Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.

(La Sombra del Viento) Carlos Ruiz Zafón

Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Somos apenas un granito de arena, intentando hacer algo por el bien de nuestra existencia.

jueves, agosto 23, 2018

ALFONSINA STORNI


ALFONSINA STORNI



Nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca (cantón suizo del Ticino).

Fue la tercera hija de Alfonso y Paulina Storni. A los cuatro años se trasladó con sus padres a Argentina. 

El primer lugar donde residió fue la ciudad de San Juan, posteriormente vivió en Santa Fe, Rosario, Buenos Aires y Mar del Plata. Cuando tenía catorce años, murió su padre. Paulina, su madre, abrió una escuela domiciliaria para mantener a una familia numerosa. Abrieron también el «Café Suizo», cerca de la estación de tren, aunque no funcionó. Alfonsina lavaba platos y atendía las mesas, con diez años. También trabajó en una fábrica para ayudar en casa. 

Siendo una adolescente ingresó en una compañía de teatro y recorrió diversas provincias actuando en algunas obras. 

Al regresar reanudó sus estudios. Trabajó como maestra de escuela y también dio clases de arte dramático. Al poco tiempo del nacimiento de su hijo Alejandro, trabaja en el comercio, hasta que el Consejo Nacional de Educación le otorgó un nombramiento. Desde entonces se dividió entre la enseñanza y las cátedras de declamación en el Teatro Infantil Municipal Labardén y en el Conservatorio Nacional, donde se desempeñó hasta sus últimos días. 

Fue colaboradora en "Caras Y Caretas" de Buenos Aires y fue premiado uno de sus cuentos. Realizó alguna incursión en el teatro, aunque es famosa por sus libros de poemas. Inicia su carrera literaria en 1916 cuando se edita La inquietud del rosal, donde reúne sentimientos con un nuevo romanticismo. Publicó El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919) y Languidez (1920). Viaja por Europa, en 1930 y 1934, lo que produjo un cambio de estilo poético, como aparece en sus libros más logrados: Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). 

En 1935 se le diagnostica un tumor del que fue operada, aunque el cáncer continuó y pasó por períodos depresivos tras el suicidio de amigos como Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones o Egle Quiroga. 

En octubre de 1938 viaja a Mar del Plata. Le envió dos cartas a su hijo y un Poema de despedida al diario "La Nación". Acabó con su vida suicidándose en la playa de la Perla en el mar de Plata el 25 de octubre de 1938.


1. ¡Adiós!

Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás,
se quiebran los vasos y el vidrio que queda
¡es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
Las flores tronchadas por el viento impío
¡se agotan por siempre, por siempre jamás!

Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán.
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más!...


2. A una rosa

Grata flor que te destacas
sobre el verde de las hojas,
cual la sangre de una herida,
   roja... roja...

Tú parodias esos labios
purpurinos, que entreabiertos
se dirían de caricias
   do sedientos

han copiado de tus hojas
el color de su bandera
los campeones avanzados
   de la idea.

Y por eso yo te adoro,
bella flor, que de las hojas
sobre el verde, te destacas
   roja... roja...



3. Dos palabras

Esta noche al oído me has dicho dos palabras
Comunes. Dos palabras cansadas
De ser dichas. Palabras
Que de viejas son nuevas.

Dos palabras tan dulces que la luna que andaba
Filtrando entre las ramas
Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
Moverme para echarla.

Tan dulces dos palabras
?Que digo sin quererlo? ¡oh, qué bella, la vida!?
Tan dulces y tan mansas
Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.

Tan dulces y tan bellas
Que nerviosos, mis dedos,
Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.



4. Golondrinas

Las dulces mensajeras de la tristeza son...
son avecillas negras, negras como la noche.
¡Negras como el dolor!

¡Las dulces golondrinas que en invierno se van
y que dejan el nido abandonado y solo
para cruzar el mar!

Cada vez que las veo siento un frío sutil...
¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas
amantes de abril!

¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar
como los emigrantes, a las tierras extrañas,
la migaja de pan!

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales, con las alas de luto
llegaos hasta mí!

Sostenedme en las alas... Sostenedme y cruzad
de un bólido tan sólo, eterno y más eterno
la inmensidad del mar...

¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?...
¿Sabéis dónde se encuentra la eterna primavera,
la fuente del amor?...

¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis!
Yo soy una bohemia, una pobre bohemia
¡Llevadme donde vais!

¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis,
que tengo el alma enferma porque no puedo irme
volando yo también?

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto
llegaos hasta mí!

¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!...
¡Qué lástima, pequeñas, que
no tengáis las alas
tejidas en azul!



5. Tú, que nunca serás

Sábado fue, y capricho el beso dado,
capricho de varón, audaz y fino,
más fue dulce el capricho masculino
a este mi corazón, lobezno alado.

No es que crea, no creo, si inclinado
sobre mis manos te sentí divino,
y me embriagué. Comprendo que este vino
no es para mí, más juega y rueda el dado.

Yo soy esa mujer que vive alerta,
tú el tremendo varón que se despierta
en un torrente que se ensancha en río,

y más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, más me tiene toda,
tú, que nunca serás del todo mío.


6. Razones y paisajes de amor

I
AMOR


Baja del cielo la endiablada punta
Con que carne mortal hieres y engañas.
Untada viene de divinas mañas
y cielo y tierra su veneno junta.

La sangre de hombre que en la herida apunta
florece en selvas: sus crecidas cañas
de sombras de oro, hienden las entrañas
del cielo prieto, y su ascender pregunta.

En su vano aguardar de la respuesta
las cañas doblan la empinada testa.
Flamea el cielo sus azules gasas.

Vientos negros, detrás de los cristales
de las estrellas, mueven grandes masas
de mundos muertos, por sus arrabales.

II
OBRA DE AMOR 


Rosas y lirios ves en el espino;
juegas a ser: te cabe en una mano,
esmeralda pequeña, el océano;
hablas sin lengua, enredas el destino.

Plantas la testa en el azul divino
y antípodas, tus pies, en el lejano
revés del mundo; y te haces soberano,
y desatas al sol de tu camino.

Miras el horizonte y tu mirada
hace nacer en noche la alborada;
sueñas y crean hueso tus ficciones.

Muda la mano que te alzaba en vuelo,
y a tus pies cae, cristal roto, el cielo,
y polvo y sombra levan sus talones.

III
PAISAJE DE AMOR MUERTO


Ya te hundes, sol; mis aguas se coloran
de llamaradas por morir; ya cae
mi corazón desenhebrado, y trae,
la noche, filos que en el viento lloran.

Ya en opacas orillas se avizoran
manadas negras; ya mi lengua atrae
betún de muerte; y ya no se distrae
de mí, la espina; y sombras me devoran.

Pellejo muerto, el sol, se tumba al cabo
Como un perro girando sobre el rabo,
la tierra se echa a descansar, cansada.

Mano huesosa apaga los luceros:
Chirrían, pedregosos sus senderos,
con la pupila negra y descarnada.



7. Lo inacabable

No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores...
El tronco seco dará nuevas hojas.

Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.

Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.

Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.

Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!



8. La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?



9. Tu dulzura

Camino lentamente por la senda de acacias,
me perfuman las manos sus pétalos de nieve,
mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve
y el alma es como espuma de las aristocracias.

Genio bueno: este día conmigo te congracias,
apenas un suspiro me torna eterna y breve...
¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.

Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego,
dieron tantas dulzuras a mi sangre, que luego,
llenóseme la boca de mieles perfumadas.

Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío
mucho temo volverme corriendo al caserío
prendidas en mis labios mariposas doradas.



10. Letanías de la tierra muerta
A Gabriela Mistral

Llegará un día en que la raza humana
Se habrá secado como planta vana,

Y el viejo sol en el espacio sea
Carbón inútil de apagada tea.

Llegará un día en que el enfriado mundo
Será un silencio lúgubre y profundo:

Una gran sombra rodeará la esfera
Donde no volverá la primavera;

La tierra muerta, como un ojo ciego,
Seguirá andando siempre sin sosiego,

Pero en la sombra, a tientas, solitaria,
Sin un canto, ni un ¡ay!, ni una plegaria.

Sola, con sus criaturas preferidas
En el seno cansadas y dormidas.

(Madre que marcha aún con el veneno
de los hijos ya muertos en el seno.)

Ni una ciudad de pie... Ruinas y escombros
Soportará sobre los muertos hombros.

Desde allí arriba, negra la montaña
La mirará con expresión huraña.

Acaso el mar no será más que un duro
Bloque de hielo, como todo oscuro.

Y así, angustiado en su dureza, a solas
Soñará con sus buques y sus olas,

Y pasará los años en acecho
De un solo barco que le surque el pecho.

Y allá, donde la tierra se le aduna,
Ensoñará la playa con la luna,

Y ya nada tendrá más que el deseo,
Pues la luna será otro mausoleo.

En vano querrá el bloque mover bocas
Para tragar los hombres, y las rocas

Oír sobre ellas el horrendo grito
Del náufrago clamando al infinito:

Ya nada quedará; de polo a polo
Lo habrá barrido todo un viento solo:

Voluptuosas moradas de latinos
Y míseros refugios de beduinos;

Oscuras cuevas de los esquimales
Y finas y lujosas catedrales;

Y negros, y amarillos y cobrizos,
Y blancos y malayos y mestizos

Se mirarán entonces bajo tierra
Pidiéndose perdón por tanta guerra.

De las manos tomados, la redonda
Tierra, circundarán en una ronda.

Y gemirán en coro de lamentos:
¡Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos!

—La tierra era un jardín lleno de rosas
Y lleno de ciudades primorosas;

—Se recostaban sobre ríos unas,
Otras sobre los bosques y lagunas.

—Entre ellas se tendían finos rieles,
Que eran a modo de esperanzas fieles,

—Y florecía el campo, y todo era
Risueño y fresco como una pradera;

—Y en vez de comprender, puñal en mano
Estábamos, hermano contra hermano;

—Calumniábanse entre ellas las mujeres
Y poblaban el mundo mercaderes;

—Íbamos todos contra el que era bueno
A cargarlo de lodo y de veneno...

—Y ahora, blancos huesos, la redonda
Tierra rodeamos en hermana ronda.

—Y de la humana, nuestra llamarada,
¡Sobre la tierra en pie no queda nada!

          *   *   *

Pero quién sabe si una estatua muda
De pie no quede aún sola y desnuda.

Y así, surcando por las sombras, sea
El último refugio de la idea.

El último refugio de la forma
Que quiso definir de Dios la norma

Y que, aplastada por su sutileza,
Sin entenderla, dio con la belleza.

Y alguna dulce, cariñosa estrella,
Preguntará tal vez: ¿Quién es aquélla?

¿Quién es esa mujer que así se atreve,
Sola, en el mundo muerto que se mueve?

Y la amará por celestial instinto
Hasta que caiga al fin desde su plinto.

Y acaso un día, por piedad sin nombre
Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre,

La luz de un sol que viaje pasajero
Vuelva a incendiarla en su fulgor primero,

Y le insinúe: Oh fatigada esfera:
¡Sueña un momento con la primavera!

—Absórbeme un instante: soy el alma
Universal que muda y no se calma...

¡Cómo se moverán bajo la tierra
Aquellos muertos que su seno encierra!

¡Cómo pujando hacia la luz divina
Querrán volar al que los ilumina!

Mas será en vano que los muertos ojos
Pretendan alcanzar los rayos rojos.

¡En vano! ¡En vano!... ¡Demasiado espesas
Serán las capas, ay, sobre sus huesas!...

Amontonados todos y vencidos,
Ya no podrán dejar los viejos nidos,

Y al llamado del astro pasajero,
Ningún hombre podrá gritar: ¡Yo quiero!...





ALEJANDRA PIZARNIK


ALEJANDRA PIZARNIK

(Buenos Aires, 1939 - id., 1972) Poetisa argentina. Su obra poética, que se inscribe en la corriente neosurrealista, manifiesta un espíritu de rebeldía que linda con el autoaniquilamiento. Entre sus títulos más destacados figuran La tierra más ajena (1955), Árbol de Diana (1962) y Extracción de la piedra de locura (1968).

Alejandra Pizarnik nació en el seno de una familia de inmigrantes rusos que perdió su apellido original, Pozharnik, al instalarse en Argentina. Después de cursar estudios de filosofía y periodismo, que no terminó, Pizarnik comenzó su formación artística de la mano del pintor surrealista Batlle Planas. Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde trabajó para la revista Cuadernos, realizó traducciones y críticas literarias y prosiguió su formación en la prestigiosa universidad de La Sorbona; formó parte asimismo del comité de colaboradores extranjeros de Les Lettres Nouvelles y de otras revistas europeas y latinoamericanas. Durante sus años en Francia comenzó su amistad con el escritor Julio Cortázar y con el poeta mexicano Octavio Paz, que escribió el prólogo de su libro de poemas Árbol de Diana (1962).

De regreso a Argentina publicó algunas de sus obras más destacadas; su valía se vio reconocida con la concesión de las prestigiosas becas Guggenheim (1969) y Fullbright (1971), que sin embargo no llegó a completar. Los últimos años de su vida estuvieron marcados por serias crisis depresivas que la llevaron a intentar suicidarse en varias ocasiones. Pasó sus últimos meses internada en un centro psiquiátrico bonaerense; el 25 de septiembre de 1972, en el transcurso de un fin de semana de permiso que pasó en su casa, terminó con su vida con una sobredosis de seconal sódico. Tenía 36 años.

Había publicado sus primeros libros en los cincuenta, pero sólo a partir de Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965) y Extracción de la piedra de la locura (1968), encontró Alejandra Pizarnik su tono más personal, tributario al mismo tiempo del automatismo surrealista y de la voluntad de exactitud racional. En esa tensión se mueven estos poemas deliberadamente carentes de énfasis y muchas veces hasta carentes de forma, como anotaciones alusivas y herméticas de un diario personal. Su poesía, siempre intensa, a veces lúdica y a veces visionaria, se caracterizó por la libertad y la autonomía creativa.

Su obra lírica comprende siete poemarios: La tierra más ajena (1955), La última inocencia (1956), Las aventuras perdidas (1958), Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de locura (1968) y El infierno musical (1971). Después de su muerte se prepararon distintas ediciones de sus obras, entre las que destaca Textos de sombra y últimos poemas (1982), que incluye la obra teatral Los poseídos entre lilas y la novela La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa. También póstumamente fue reeditado el conjunto de sus textos en el volumen Obras completas (1994); sus cartas quedaron recogidas en Correspondencia (1998).


1. El despertar
A León Ostrov

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios.

Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo

Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos.

Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre

Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.

Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada.

Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Señor
Arroja los féretros de mi sangre

Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón

Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo.



2. Cenizas

La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos

Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.

¿Qué haré conmigo?

Porque a Ti te debo lo que soy

Pero no tengo mañana

Porque a Ti te…

La noche sufre.



3. A la espera de la oscuridad

Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
pérdidas en el canto de los helados campanarios.

Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.

Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.



4. Anillos de ceniza
A Cristina Campo

Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.



5. La enamorada

Ante la lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!



6. La última inocencia


Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más formar fila para morir.

He de partir

Pero arremete, ¡viajera!



7. El miedo

En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labio muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.



8. Días contra el ensueño

No querer blancos rodando
en planta movible.
No querer voces robando
semillosas arqueada aéreas.
No querer vivir mil oxígenos
nimias cruzadas al cielo.
No querer trasladar mi curva
sin encerar la hoja actual.
No querer vencer al imán
la alpargata se deshilacha.
No querer tocar abstractos
llegar a mi último pelo marrón.
No querer vencer colas blandas
los árboles sitúan las hojas.
No querer traer sin caos
portátiles vocablos.




9. Exilio
A Raúl Gustavo Aguirre

Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.

¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?

Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.



10. Poema para el padre

Y fue entonces
que con la lengua muerta y fría en la boca
cantó la canción que le dejaron cantar
en este mundo de jardines obscenos y de sombras
que venían a deshora a recordarle
cantos de su tiempo de muchacho
en el que no podía cantar la canción que quería cantar
la canción que le dejaron cantar
sino a través de sus ojos azules ausentes
de su boca ausente
de su voz ausente.
Entonces, desde la torre más alta de la ausencia
su canto resonó en la opacidad de lo ocultado
en la extensión silenciosa
llena de oquedades movedizas como las palabras que escribo.








martes, agosto 21, 2018

PIETRO IGARZA




PIETRO IGARZA


Breve biografía


Poeta peruano nacido en Lima de 28 años.
Creador de los grupos literarios Poesía del Parnaso y Navegantes del Soneto.



Sus poemas









1.¿QUIÉN ERES?


Qué es el amor
si no una quimera de alas dolientes,
un precipicio rodeado de espinas afiladas
tan profundo,
tan profundo que el vacío es la luz
que lo sostiene.

Es un dolor inmenso
en cada lado,
en cada mirada
que se despista por una sonrisa lacerante,
en cada beso que confluye en mares embravecidos,
en cada adiós.

¿Qué eres, amor?
¿Qué has hecho para invadir mi pecho
¿Qué eres, amor?
Me dueles,
mis manos no te observan,
están ciegas ante ti,
ante tus caricias mudas,
ante tus sordos abrazos,
ante la invalidez de tu rostro.

Me dueles, amor,
mas en tus orillas descanso cada mañana.











2.BESOS TÍMIDOS


Tus labios, piel de seda, ilusionados
recelosos se esconden en capullos,
ensueños libertados de murmullos
que estando mudos buscan ser callados.

En hojas se deslizan afiebrados,
posando la mirada en pedregullos,
sabiendo su destino por embullos
de viejos robles, cedros aplastados.

Mas llega siempre el día que bornizos
dejan de ser la cuna, ser la vida
para acabar en finos labios rizos.

Y vuela mariposa confundida,
y vuela, sin besar a los granizos,
que te mantenga el vuelo colorida.





3.DOLOR REGADO


¿Por qué en el fuego que trepida en labios
hay una nota que calcinas, vida?
¿Por qué las acuarelas en la cima
están llorando lienzos abrumados?

¿por qué tantas preguntas han flotado
en este mar sin puertas, sin salidas?
¿por qué me observas impregnada en tinta?
¿por qué me matas con clavel y nardo?

Si solo soy paisaje en tu mirada
no busques corazón en mis laderas,
ni vuelvas a inflamarte entre mis llamas.

Si solo soy dolor, y solo guerra
dime que tengo yo que tanto calma
¿acaso mi dolor tu esencia riega?






4.RIMA XI


Danzan las estrellas
en el rítmico vacío,
expandiendo su agonía
en la espiral del deseo.

caóticas danzan,
escapar queriendo
del instante eterno,
creando senderos muertos
donde pernoctar la vida,
que escapa en interno clamor
de la fuente,
de la unicidad,
del todo,
de la nada.

Danzan las estrellas
aun sabiéndose muertas
en lontananza,
danzan y rutilan al cadalso
cada noche,
se saben inmensas,
mas su inmensidad es nada en el vacío.



lunes, agosto 20, 2018

MARTÍN GALA



MARTÍN GALA


Breve biografía


Escritor, docente y periodista. Piura 1987. Actualmente radica en Ica. Estudió Filosofía y ejerce la docencia en el nivel secundario y superior. Anarquista confeso. Ha participado en la Antología Nueva Poesía Iqueña y Antología Poética Arawiy.

Es miembro fundador del Circulo Poético Arawiy. Tiene publicado una serie de plaquetas y ha participado en concursos a nivel nacional, participa en movimientos culturales y concursado en el Slam de Poesía Oral.

Ha participado en Poetas en la Arena, Caravana de Poesía, Enero en la Palabra, Encuentro Regional de Escritores y Artistas de Ica, Encuentro de Escritores de la región Lima Provincias, entre otros.



Sus poemas



1. EL LABERINTO DE LOS ANHELOS 


Te despiertas al pie de la caverna, 
las esquinas del estrambótico sueño 
atrapan los anhelos, 
que alejándose del sonido 
de tu voz, 
se ahuyentan. 


El piso, 
siempre el piso, 
sucio, 
con los ruegos del último ron, 
el vómito de los desconocidos, 
el mío, 
ese que fui ayer, 
que se encuentra perdido en otros mundos, 
regresado a la vida de 
los vamos, 
ya es tiempo. 


El laberinto de los anhelos, 
anhelar 
helar, 
idos, 
¿han de vivir 
estos ratos errados, 
en algún lado, inversos? 


Salir la mañana, 
la tarde, 
hallado, oculto en la noche 
entre los rocíos nocturnos que empañan las ventanas de los escapados del otro lado, 
regresado de los suspiros 
que acaecen en la tragedia del tráfico 
hora punta. 


El espejo 
lejos, 
nunca visto, 
en las variaciones exactas 
llenas de números, 
van 
vienen, 
se estrellan contra los ojos 
se reflejan así mismo 
en las lágrimas que nunca caen, 
que se quedan, 
estáticas repiten el espejo 
que no es parte del cuarto, 
caverna 
hecho laberinto. 


Ido 
huido, 
echado de la caverna 
obligado al placer de ser encontrado 
alcanzando por la obviedad 
la calle 
los zapatos 
las líneas que cuentan los paños de las veredas 
excusa de algún ingeniero 
hundido en su propio estiércol, 
odiado por los otros 
callados, 
y que la hipocresía se encarga de denunciar. 


La noche se asesina 
en los espejos 
en los ojos compuestos de los millones 
de los muchos cómplices, 
que anhelan en los ratios del mundo 
despertar en otro mundo, 
otros espacios 
con otros dioses 
otros laberintos 
otros anhelos 
otras cavernas alquiladas 
otras huidas trágicas 
más que la vida 
del yo 
que es 
un decir 
perdido. 



2. EL CIRCULO SECRETO 


Siempre supe que tenía un secreto 
guardado en una rama del árbol cerca de casa, 
ahora que no está 
¿a dónde iré? 
con los silbidos inocentes. 


La dueña cortó las ramas 
me dolía tantas veces 
-con razón- 
las culpas 
las despedidas, 
-maldita sea- 
nunca me di por entendido, 
dolió tanto. 


¿El secreto? 
creció tanto, 
que fui a veces él, 
siempre un apagón 
un suplicar 
que gritaba en el círculo atmosférico 
de los cuerpos serenos. 


Ahora que tengo 
nada, 
-¿A dónde fue el espanto?- 
nacer 
explotar 
morir 
volver a ser 
no ser 
alar 
para no quedar suspendido en un byte 
sin frecuencia 
solo 
minúsculo 
como los espasmos de un hinchazón 
de algún muerto reciente. 


Si te hubiese llevado escondido 
entre las vísceras de este cuerpo 
curvado, 
-si tan solo- 
pero hay, 
penas 
nostalgia de los hubiera, 
sin poder regresar el tiempo 
para acortar las horas 
tomar las monedas de la cartera 
comprar los números ganadores 
ganar 
perder 
ser más infeliz 
tener dinero 
ser dueño del mundo 
de los millones de secretos escondidos en 
todas partes 
esos que no fueron extraviados 
cortados 
como el secreto entre las ramas. 


Es tarde 
he perdido mi secreto 
quedó gritando 
solo 
aullando las palabras 
-no lo escucho- 
pero me llama 
yo me acerco y se aleja 
es como si alguna fuerza 
centrífuga 
contradictoria 
nos alejara 
todo el tiempo 
y solo sirva para escribir poemas 
para encontrarlo 
acercarlo a mis dedos 
esculpir en los papeles que se extinguirán 
en que, 
cinco 
diez 
mil años. 


¿Crecerán acaso otras ramas? 
¿Las cortarán? 
¿Nacerá otro yo? 



3. EL LAGO DE LOS ESPANTOS 


L’Humanité publicó alguna vez 
el hallazgo de un lugar 
fuera de las coordenadas parisinas 
lejos de los flashes 
cortinas 
y llamadas periodísticas, 
"Lac des Scares" 
en la portada principal. 


La noticia rodó hasta las entrañas 
de Lima grisácea 
presurosa la noche se tragó 
la edición 
las columnas, 
todo lo redactado por saber quién 
es ahí donde entendí que las cuestiones esenciales 
se encontraban pegadas en las luces dormidas de los oficinistas y redactores.


El lago de los espantos reseñaba 
mientras se escapaba el exilio de mis ánimos, 
en la cruz de mi coartada 
vías 
el humo tóxico que se mezclaba en ese ¿Dónde estás? 
me hacía minúsculo ante tu mirada, 
anchas todas 
solaz 
sin compañía 
esperando despedirse de mi rastro. 


La decrepitud se expande en los rincones de la memoria 
el odio extrañándose de sí mismo, 
y, me sentí perdido 
ausente 
sin ser 
irrepetible 
en la llanura de los cristianos sepulcros 
tan igual como las portadas de los diarios chicha 
que hacen de basílicas 
¿Hoy es fumata blanca o negra? 


El lago de los espantos 
eran una verdadera historia que merecía ser escrita 
perdida en las criptas de los periódicos 
sujeto a la reseña 
me sentí un lago 
sereno 
observado 
descrito 
odiado 
como una llamada del tema principal.




4. ESCALOFRÍO ATÓMICO


Yo tuve un gato negro,
se perdió
en la oscuridad
tuve el sufrir suspendido por tantos años
que se volvió frío.


Ahora que tirito en invierno
siento que se acerca entre mis miedos
mido la quietud de la madrugada
y me golpeo el pecho por la flema
que se estanca en mis vías respiratorias
ese gato negro
siempre sueña con los restos
debajo de la mesa
vuelve y se queda entre mis piernas.


Siento un escalofrío atómico
como si fuese el primer hombre en pisar marte
pisar el hades
visitar a dios en los odios de otras mentes
tan frío.


¿Y hoy me visitas?
porque no esperas
a que pierda el miedo a escribir cuentos
novelas
escribir sobre mi vida y la tuya,
antes que mi Toshiba termine de explotar
o que el litio de la batería se escape
entre las rendijas,
-bendito gato negro-
yo te tuve un día
te perdiste
y hoy vuelves junto a los miedos
trastornando cada átomo
de mi cuerpo
con el frío que se escabulle por la ventana.


Yo tuve un gato negro
se perdió en la oscura piedad
de mis ruegos
no volvió solo
trajo consigo estos cuadros psicóticos
muestra de mi impiedad ante los dioses ocultos
yo tuve
como todos
un gato negro
que siempre vuelve
sin que lo llame
se acurruca en los lugares menos pensados
le doy calor
y espero que se vaya
dejo abierta la puerta
para que se escape en la clara oscuridad
pero siempre vuelve
no se va
está
nunca lo dejo.


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