Comunes. Dos palabras cansadas
De ser dichas. Palabras
Que de viejas son nuevas.
Dos palabras tan dulces que la luna que andaba
Filtrando entre las ramas
Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
Moverme para echarla.
Tan dulces dos palabras
?Que digo sin quererlo? ¡oh, qué bella, la vida!?
Tan dulces y tan mansas
Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
Tan dulces y tan bellas
Que nerviosos, mis dedos,
Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.
son avecillas negras, negras como la noche.
¡Negras como el dolor!
¡Las dulces golondrinas que en invierno se van
y que dejan el nido abandonado y solo
para cruzar el mar!
Cada vez que las veo siento un frío sutil...
¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas
amantes de abril!
¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar
como los emigrantes, a las tierras extrañas,
la migaja de pan!
¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales, con las alas de luto
llegaos hasta mí!
Sostenedme en las alas... Sostenedme y cruzad
de un bólido tan sólo, eterno y más eterno
la inmensidad del mar...
¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?...
¿Sabéis dónde se encuentra la eterna primavera,
la fuente del amor?...
¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis!
Yo soy una bohemia, una pobre bohemia
¡Llevadme donde vais!
¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis,
que tengo el alma enferma porque no puedo irme
volando yo también?
¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto
llegaos hasta mí!
¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!...
¡Qué lástima, pequeñas, que no tengáis las alas
tejidas en azul!
capricho de varón, audaz y fino,
más fue dulce el capricho masculino
a este mi corazón, lobezno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado
sobre mis manos te sentí divino,
y me embriagué. Comprendo que este vino
no es para mí, más juega y rueda el dado.
Yo soy esa mujer que vive alerta,
tú el tremendo varón que se despierta
en un torrente que se ensancha en río,
y más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, más me tiene toda,
tú, que nunca serás del todo mío.
AMOR
Baja del cielo la endiablada punta
Con que carne mortal hieres y engañas.
Untada viene de divinas mañas
y cielo y tierra su veneno junta.
La sangre de hombre que en la herida apunta
florece en selvas: sus crecidas cañas
de sombras de oro, hienden las entrañas
del cielo prieto, y su ascender pregunta.
En su vano aguardar de la respuesta
las cañas doblan la empinada testa.
Flamea el cielo sus azules gasas.
Vientos negros, detrás de los cristales
de las estrellas, mueven grandes masas
de mundos muertos, por sus arrabales.
II
OBRA DE AMOR
Rosas y lirios ves en el espino;
juegas a ser: te cabe en una mano,
esmeralda pequeña, el océano;
hablas sin lengua, enredas el destino.
Plantas la testa en el azul divino
y antípodas, tus pies, en el lejano
revés del mundo; y te haces soberano,
y desatas al sol de tu camino.
Miras el horizonte y tu mirada
hace nacer en noche la alborada;
sueñas y crean hueso tus ficciones.
Muda la mano que te alzaba en vuelo,
y a tus pies cae, cristal roto, el cielo,
y polvo y sombra levan sus talones.
III
PAISAJE DE AMOR MUERTO
Ya te hundes, sol; mis aguas se coloran
de llamaradas por morir; ya cae
mi corazón desenhebrado, y trae,
la noche, filos que en el viento lloran.
Ya en opacas orillas se avizoran
manadas negras; ya mi lengua atrae
betún de muerte; y ya no se distrae
de mí, la espina; y sombras me devoran.
Pellejo muerto, el sol, se tumba al cabo
Como un perro girando sobre el rabo,
la tierra se echa a descansar, cansada.
Mano huesosa apaga los luceros:
Chirrían, pedregosos sus senderos,
con la pupila negra y descarnada.
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores...
El tronco seco dará nuevas hojas.
Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.
Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.
Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.
Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...
Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.
Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?
me perfuman las manos sus pétalos de nieve,
mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve
y el alma es como espuma de las aristocracias.
Genio bueno: este día conmigo te congracias,
apenas un suspiro me torna eterna y breve...
¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.
Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego,
dieron tantas dulzuras a mi sangre, que luego,
llenóseme la boca de mieles perfumadas.
Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío
mucho temo volverme corriendo al caserío
prendidas en mis labios mariposas doradas.
Se habrá secado como planta vana,
Carbón inútil de apagada tea.
Será un silencio lúgubre y profundo:
Donde no volverá la primavera;
Seguirá andando siempre sin sosiego,
Sin un canto, ni un ¡ay!, ni una plegaria.
En el seno cansadas y dormidas.
de los hijos ya muertos en el seno.)
Soportará sobre los muertos hombros.
La mirará con expresión huraña.
Bloque de hielo, como todo oscuro.
Soñará con sus buques y sus olas,
De un solo barco que le surque el pecho.
Ensoñará la playa con la luna,
Pues la luna será otro mausoleo.
Para tragar los hombres, y las rocas
Del náufrago clamando al infinito:
Lo habrá barrido todo un viento solo:
Y míseros refugios de beduinos;
Y finas y lujosas catedrales;
Y blancos y malayos y mestizos
Pidiéndose perdón por tanta guerra.
Tierra, circundarán en una ronda.
¡Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos!
Y lleno de ciudades primorosas;
Otras sobre los bosques y lagunas.
Que eran a modo de esperanzas fieles,
Risueño y fresco como una pradera;
Estábamos, hermano contra hermano;
Y poblaban el mundo mercaderes;
A cargarlo de lodo y de veneno...
Tierra rodeamos en hermana ronda.
¡Sobre la tierra en pie no queda nada!
De pie no quede aún sola y desnuda.
El último refugio de la idea.
Que quiso definir de Dios la norma
Sin entenderla, dio con la belleza.
Preguntará tal vez: ¿Quién es aquélla?
Sola, en el mundo muerto que se mueve?
Hasta que caiga al fin desde su plinto.
Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre,
Vuelva a incendiarla en su fulgor primero,
¡Sueña un momento con la primavera!
Universal que muda y no se calma...
Aquellos muertos que su seno encierra!
Querrán volar al que los ilumina!
Pretendan alcanzar los rayos rojos.
Serán las capas, ay, sobre sus huesas!...
Ya no podrán dejar los viejos nidos,
Ningún hombre podrá gritar: ¡Yo quiero!...