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ESCRITO EN MAYÚSCULA es un blog que intenta ayudar con la difusión de cualquier expresión artística sin discriminar a los autores aficionados. Se abarcará desde poesía, narrativa, música, etc. Y contaremos con entrevistas donde el autor contara por sí mismo la creación de su propia obra.

Federico García Lorca

Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.

(La Sombra del Viento) Carlos Ruiz Zafón

Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Somos apenas un granito de arena, intentando hacer algo por el bien de nuestra existencia.

miércoles, septiembre 12, 2018

Gabriela Mistral


GABRIELA MISTRAL


Nació en Vicuña, Chile, 7 de abril de 1889 - Nueva York, Estados Unidos, 10 de enero de 1957). Escritora y premio Nobel de Literatura en 1945.

Su verdadero nombre es Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, más conocida por su seudónimo Gabriela Mistral, utilizado por primera vez en el poema «Del pasado» publicado en diario «El Coquimbo» en 1908.

Trabaja de maestra y colabora en publicaciones literarias, apareciendo sus primeros escritos en 1904 en: «El Coquimbo», «Penumbras de La Serena» y «La Voz de Elqui de Vicuña».
Durante esta etapa empieza a escribir «Desolación» y colabora con la revista «Elegancias», que dirige Rubén Darío desde París. En 1914 obtiene el Premio Nacional de Poesía de Chile con «Sonetos de la muerte».

En 1922 se traslada a México para colaborar en los planes de reforma educativos de José Vasconcelos, político, pensador y escritor mexicano. En este país, en 1923 se publica «Lecturas para mujeres», y en Barcelona, la antología «Las mejores poesías». En 1924, invitada por el gobierno mexicano, viaja por Estados Unidos y Europa.

En 1925 es nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones en Ginebra (Suiza) y asiste a distintos congresos por Suiza. En 1928 representa a Chile y Ecuador en el Congreso de la Federación Internacional Universitaria en Madrid, y trabaja en el Consejo Administrativo del Instituto Cinematográfico Educativo de la Liga de las Naciones, en Roma (Italia).

Durante la década de los 30, da clases en Estados Unidos en las escuelas Bernard College, Vassar College y en el Middlebury College. También viaja por Centroamérica y Las Antillas y colabora con las universidades de Puerto Rico, La Habana y Panamá. En 1933 es nombrada cónsul de Chile en Madrid, y en 1934 se la nombra hija adoptiva en Puerto Rico. Durante este periodo como embajadora, viaja por Lisboa, Guatemala, Francia, Brasil, Estados Unidos, México e Italia.

En 1938 aparece su libro de poesía «Tala» publicado en Buenos Aires, dedicado a los niños españoles víctimas de la Guerra Civil.

El 10 de diciembre de 1945 recibe el Nobel de Literatura, en 1950 el premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History de Washington y en 1951 el Premio Nacional de Literatura de Chile. En 1953 es nombrada cónsul en Nueva York y también delegada de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Gabriela Mistral, una de las poetas más importantes del s. XX, maestra rural y educadora consiguió el galardón más importante de la literatura universal, fue doctor «honoris causa» por la Universidad de Guatemala, Mills College de Oakland (California), y por la Universidad de Chile, entre otras universidades. Su obra está traducida a más de 20 idiomas.


1. Amor, amor

Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,
late vivo en el sol y se prende al pinar.
No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
¡lo tendrás que escuchar!

Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,
ruegos tímidos, imperativos de amar.
No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:
¡lo tendrás que hospedar!

Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.
Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
No te vale decirle que albergarlo rehúsas:
¡lo tendrás que hospedar!

Tiene argucias sutiles en la réplica fina,
argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
¡le tendrás que creer!

Te echa venda de lino; tú la venda toleras;
te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.
Echa a andar, tú le sigues hechizada, aunque vieras
¡que eso para en morir!



2. Adiós

En costa lejana
y en mar de Pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo,
«y es cierto y no es cierto»
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
«Vamos hacia el mar
que devora al Sol».
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
«Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol».
Ni por juego digas
o exageración
que nos separaron
tierra y mar, que son
ella, sueño y el
alucinación.
No te digas solo
ni pida tu voz
albergue para uno
al albergador.
Echarás la sombra
que siempre se echó,
morderás la duna
con paso de dos...
Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!



3. Ausencia

Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se te va todo, se nos va todo!

Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos, que se devanaban,
en lanzaderas, delante tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche,
como demencia de mares solos!

¡Se nos va todo, se nos va todo!



4. Balada

El pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!

Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!

El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
El irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiere callar.)
Y el irá con otra
por la eternidad!



5. Desolación

La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado al mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.

El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.

¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!

Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que son míos;
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos.

Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi vieja madre canta.

Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la "noche larga" ahora tan solo empieza.

Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que vine para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales;
¡siempre será su altura bajando de los cielos!

Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.



6. El amor que calla

Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
¡pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres tan oscuro!

Tú lo quisieras vuelto un alarido,
y viene de tan hondo que ha deshecho
su quemante raudal, desfallecido,
antes de la garganta, antes del pecho.

Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que entrar en la muerte!



7. Íntima

Tú no oprimas mis manos.
Llegará el duradero
tiempo de reposar con mucho polvo
y sombra en los entretejidos dedos.

Y dirías: -"No puedo
amarla, porque ya se desgranaron
como mieses sus dedos."

Tú no beses mi boca.
Vendrá el instante lleno
de luz menguada, en que estaré sin labios
sobre un mojado suelo.

Y dirías: -"La amé, pero no puedo
amarla más, ahora que no aspira
el olor de retamas de mi beso.

Y me angustiara oyéndote,
y hablaras loco y ciego,
que mi mano será sobre tu frente
cuando rompan mis dedos,
y bajará sobre tu cara llena
de ansia mi aliento.

No me toques, por tanto. Mentiría
al decir que te entrego
mi amor en estos brazos extendidos,
en mi boca, en mi cuello,
y tú, al creer que lo bebiste todo,
te engañarías como un niño ciego.

Porque mi amor no es solo esta gavilla
reacia y fatigada de mi cuerpo,
que tiembla entera al roce del cilicio
y que se me rezaga en todo vuelo.

Es lo que está en el beso, y no es el labio;
lo que rompe la voz, y no es el pecho:
¡es un viento de Dios, que pasa hendiéndome
el gajo de las carnes, volandero!



8. Vergüenza

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje el río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas.
Ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan,
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mí frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que mañana al descender al río
la que besaste llevará hermosura!



9. Yo canto lo que tú amabas, vida mía...

Yo canto lo que tú amabas, vida mía,
por si te acercas y escuchas, vida mía,
por si te acuerdas del mundo que viviste,
al atardecer yo canto, sombra mía.

Yo no quiero enmudecer, vida mía.
¿Cómo sin mi grito fiel me hallarías?
¿Cuál señal, cuál me declara, vida mía?

Soy la misma que fue tuya, vida mía.
Ni lenta ni trascordada ni perdida.
Acude al anochecer, vida mía;
ven recordando un canto, vida mía,
si la canción reconoces de aprendida
y si mi nombre recuerdas todavía.

Te espero sin plazo ni tiempo.
No temas noche, neblina ni aguacero.
Acude con sendero o sin sendero.
Llámame a donde tú eres, alma mía,
y marcha recto hacia mí, compañero.



10. La Tierra

Niño indio, si estás cansado,
tú te acuestas sobre la Tierra,
y lo mismo si estás alegre,
hijo mío, juega con ella...

Se oyen cosas maravillosas
al tambor indio de la Tierra:
se oye el fuego que sube y baja
buscando el cielo, y no sosiega.
Rueda y rueda, se oyen los ríos
en cascadas que no se cuentan.
Se oye mugir los animales;
se oye el hacha comer la selva.
Se oyen sonar telares indios.
Se oyen trillas, se oyen fiestas.

Donde el indio lo está llamando,
el tambor indio le contesta,
y tañe cerca y tañe lejos,
como el que huye y que regresa...

Todo lo toma, todo lo carga
el lomo santo de la Tierra:
lo que camina, lo que duerme,
lo que retoza y lo que pena;
y lleva vivos y muertos
el tambor indio de la Tierra.

Cuando muera, no llores, hijo:
pecho a pecho ponte con ella
y si sujetas los alientos
como que todo o nada fueras,
tú escucharás subir su brazo
que me tenía y que me entrega
a la madre que estaba rota
tú la verás volver entera.






martes, septiembre 11, 2018

Nelly Patricia Orccon





NELLY PATRICIA ORCCON




Breve biografía


Cusco, 22 abril. Comunicadora social y estudiante de Literatura. Ha publicado en revistas locales en la ciudad de Arequipa. Ha publicado un poemario artesanal titulado "Secuencias".



Sus poemas



1.(B e s o)

El disco vinilo que baila en tu vientre
 el beso tierno de los niños
tu voz ronca y graciosa suena de nuevo
mientras el sol hace brillar tu rostro
sin sentido
eres la pregunta abstracta que me hago al despertar
aun puedo ahogarme en mi silencio prolongar este instante,
hacerlo eterno
cómo saber si soy yo
quiero creer que soy yo
y me sigo perdiendo en tu mirada
 espinas me abrazan los pies
solo un beso
el beso del caimán
bajo esta luna llena de alcohol.




2.Inmundicia

voy en bicicleta
el mundo es mío
nos miramos
y toco el cielo:
todos los placeres de la vida
luego del futuro incierto
veo odio en tu mirada
dolor
frío
la inmundicia del mundo
todo el peso en mi espalda
como si una puerta fuera una barrera
y no más nosotros
mientras cada fibra sensible de mi mano
respira
habla
y el amor es una tempestad que fluye
una roca contra el mar
dulce y amarga
un labio solo
entre el aullido de las olas
chocando.




3.(simultáneamente)

mientras,
las nubes forman rostros espirales, transversales, 
cambiando de senderos simultáneamente

los stickers y las caras felices no tienen sabores, 
se pierden entre los dedos, 
entre las risas de los plásticos
envueltos de raíces de brujas, 
entre las ramas papel cartón, 
entre las vacas que buscan el sentido de sus vidas, 
entre los entres del cielo 
y el peligro de las matracas…

atraviesas por puentes con los ojos extraídos, 
un paso determina tus miedos, 
las caídas lentas, 
las pasadas de ferrocarril son solo 
pasos de baile que se encuentran en la incertidumbre 
de tropezar con lo que no se busca 
pero la casualidad te encuentra, 
te llama por tu nombre.



4.<S u su r r o s >

pienso en el vuelo de mis cabellos

elevándose por las nubes,

 extrayendo sutilmente mis memorias

de cuando

navegamos, sumergidos en la locura

intoxicados por nuestros relatos

extraños, místicos, muy humanos.

                    siento tus manos entre mis cabellos

          la oscuridad se expande

          la frialdad absoluta del silencio

          nadie levanta la vista

  dos en la oscuridad mientras la luna nos besa el alma.



Redes sociales y contacto



 

lunes, septiembre 10, 2018

Mariana Ianelli



MARIANA IANELLI


Nació  en Sao Paulo en 1979, Maestra en Literatura y Crítica Literaria en la Universidad Católica de San Pablo, es el autor de libros de poesía “Trayectoria de antes” (1999), “Dos heridas” (2001), “barato” (2003), “Hacer silencio” (¡2005 - finalista de los premios Jabuti y Bravo Primer Cultura 2006!), “Almádena” (2007 - finalista del Premio Jabuti 2008), “El amanecer Treva” (2010) y “El amor y después” (2012). Como ensayista, es el autor de “Alberto Pucheu” por Mariana Ianelli, de la colección Ciranda de la Poesía (ed. UERJ, 2013). Debutó en prosa con crónicas Libro Breves notas sobre un tigre (ed. Ardotempo, 2013).

En 2008 recibió el Premio Fundación Bunge (antiguo Molino Santista) en la categoría Juventud. En 2011 recibió mención de honor en el libro Premio Casa de las Américas (Cuba) por Treva amanecer.


1. Vida

Vida, patria de los resistentes,
Quisiéramos perderte a veces.

Partir y volver por infinitos meses,
Hasta que partiésemos solamente.

Pero parecíamos fuertes
Y mirábamos hacia el suelo desde la cima.

Emprendíamos nuevos encuentros,
Multiplicábamos vínculos.

Una caricia cualquiera siempre había
Por sobre la espesa nube del silencio.

Por el código del tiempo, íbamos adelante
Tramando futuros arrepentimientos.

De diciembre a diciembre
Florecía nuestra rosa invisible, sedienta.

Soñábamos que te perdíamos,
Pero éramos fuertes todavía.

Y por ti combatíamos,
Al frente de los ejércitos, día a día.

(traducción por Mariano Shifman)



 2. Memorándum
No hay grandes noticias
Desapareció una torre,
El invierno se expandió
Y la esperanza aún roe
El fondo de una caja
Buscando la salida.

Con labrado esmero
Va acabándose una familia.

Un gesto cualquiera se repite
Mientras prueba a ser abolido,
Remediar, sofocar, corregir,
Nada recuerda lo que antes sólo fue
Generosidad de cosa vida.

No conviene
El alboroto de los pájaros,
La revancha de la elegancia.
Es inútil desafiar el polvo
Y, aun así, se desafía.



3. Canto del extranjero

Vendría como un rey
Si fuese por voluntad tuya.

Tan remoto en el tiempo
De tu vida
Que ni te tocase.

Vendría con la alborada,
Casi espejismo dibujado
De un ave
Sobrevolando tu historia.

Sin poseerte
Ni pertenecerte
Para tu placer un gesto
El más natural
Sería mi señal a lo lejos,
Libre de pasiones
Y lleno de gloria.

Nada semejante
A la paz que sucede a las guerras
En el regreso de un Ulises
Vagabundo,
Exhausto de triunfo, como yo
Que penetro tu mundo
Envuelto en sombra
Y para siempre me despiezo
Al deshilar la púrpura
Que la espera puso
En tus párpados.

(traducción de Vicente Araguas)



4. Vida

Vida, patria de los resistentes,
Quisiéramos perderte a veces.

Partir y volver por infinitos meses,
Hasta que partiésemos solamente.

Pero parecíamos fuertes
Y mirábamos hacia el suelo desde la cima.

Emprendíamos nuevos encuentros,
Multiplicábamos vínculos.

Una caricia cualquiera siempre había
Por sobre la espesa nube del silencio.

Por el código del tiempo, íbamos adelante
Tramando futuros arrepentimientos.

De diciembre a diciembre
Florecía nuestra rosa invisible, sedienta.

Soñábamos que te perdíamos,
Pero éramos fuertes todavía.

Y por ti combatíamos,
Al frente de los ejércitos, día a día.

(traducción por Mariano Shifman)



5. Génesis

¿Cómo haber llegado aquí?

No sé cuántos pasos, precisamente,
Si fueron muchos, si a todo instante firmes,
Nuestro encuentro siento todavía:

No el primero de una secuencia,
Sino el precursor, germen de esperanza,
El tesoro confidencial
De una forma presente desde el origen
En el esbozo de la figura aún irrevelada.

Yo te adoré más allá de la obstinación,
Consideré un paso la causa de todos los otros,
Como hubo de proceder el inventor
A cada paso particular
Para sólo mucho después merecer su obra
En una misteriosa y alarmante perfección.

Bendito el espejo de lo oscuro, Aleph que nos generó.



6. Misioneros
Entran como si yo mismo
Les hubiese abierto la puerta.
Me exigen calma y silencio.

Guardo en la casa algo que
Les pertenece, ellos dicen.
En un gesto profundo
Pido que me disculpen:
Desconozco lo que sea.

Pero ya cada cosa, en cada lugar,
Está dada vuelta, en un continuo revés –
Arena en el viento, restos de nadie.

Pasan los días y acá están ellos,
Entornando el vacío, removiendo,
Persiguiendo en vano. Destruyendo.
No hay nada que hacer, sino ayudarlos
En esta búsqueda mal sucedida,
Nada que yo más quiera ahora,
Sino juntarme a ellos, cuadrilla.

Cierta noche, resolvimos partir.
Enmascarados, en grupo,
Tomamos la casa vecina.
Delante de la puerta un hombre se detiene.
Le exigimos calma y silencio.

(traducción por Martín Palacio Gamboa)



7. Fénix

Agótame hasta el hueso,
Pero no ahora, no todavía.
Déjame que antes yo repita
La historia de antiguas religiones
Y que ejercite mi fe,
Aunque Dios no exista.

Arráncame lo que poseo
Antes que vengan los otros
Y que tu fuerza me sotierre
Bajo un montón de cenizas.
Hazme libre de preguntas,
Como si nada más pudiera ser dicho.

Dame el abrazo del adiós
A la hora que me ha sido prometida.
Yo habré retornado a mi origen,
Sellando en misterio el indicio de la partida,
La cabeza deshabitada de nubes,
Las llagas calladas en cicatrices.



8. Variaciones para muerte

La otra madre, que va sola.

Rápida seducción de los turbantes,
Intuición de una alquimia salvaje,
El arrastrar de penas rubias
A pocos metros del niño que juega
Sin saber.

La que no llora.

Hipnosis de emboscada,
Hilandera de los límites,
Autora de libros póstumos,
Tu rostro y mi rostro
En ella indistintos.

Palabra de la cual nacemos.

Única respuesta incontestable
Erizada en la penumbra,
Al servicio de quien quiera
(Y todos quieren, con sed y con temor).
Consenso de las filosofías.
Aquella que más nos amaría, si la dejáramos.

Nuestra conciencia tardía.
Más que un despertar y un mundo implícito.
Lo que pasa por atrás de la pared de los jeroglíficos.

Palabra que nos justifica.

Caverna donde el sol no penetra,
Nuestra vértebra.
Allí cegamos atrasados, inanimados,
Pero limpios de sufrimiento,
Entregues a lo elemental de la sustancia.

Fin de las desemejanzas.

Nuestro máximo aprendizaje.
Víspera de cuando ya no seremos tristes.
Cuando, hijos viandantes,
Regresemos a la puerta de casa
Con los bolsillos vacíos.

Nuestro Santo Sábado.

El frío de la meditación.
Contacto con labios entreabiertos,
Una hoja de bálsamo considerada al descubierto.
Espacios ampliados y un tiempo a la deriva.

El fondo de una relación.

Fidelidad a nosotros mismos.
Necesidades ultrapasadas,
Argumentaciones rarefactas.
Del azul a color ninguno.
Nuestra genuflexión.

Dádiva de lo inexistente.



9. Extensión del mito

Cuentan que descendió
Al valle de los olvidados
Y cantó encima del suplicio.

Que apaciguó el viento,
Multiplicó los parrales,
Con los ojos cerrados
Sedujo a la serpiente
Como se resembrase
El primer jardín.

[Cuentan]
Que fue odiado, despedazado,
Lanzado al mar,
Para que nunca más
Una voz se atreviera a la armonía.

Pero no cuentan que una mujer
Reunió sus fragmentos
Y hechizó a las mujeres de la isla,
Que así Orfeo amó a Eurídice,
Finalmente, en cuerpo y lira.

(traducción de Ricardo Alberto Pérez)



10. Descendencia

Soy el poema extraviado
Que un lobo trae en la boca
Como premio
De un paseo al campo.

Vive en mí
El hermano más viejo
De bruces sobre el suelo
Cavando, cavando con las uñas.

Aquí una ciudad se levanta,
Fuerza y música,
Ya la prostituta distribuye
Sus encantos.

Una primera espada
Se desplaza
Y hay un desierto en mí
Que seca todo llanto.

Aquí muere eternamente
El ladrón del fuego
Muere Abel, a cada verso
La tierra impone escuchar su sangre.

El animal que hace milenios
Me carga
Tiene la marca
De la educación por la sombra.





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