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ESCRITO EN MAYÚSCULA es un blog que intenta ayudar con la difusión de cualquier expresión artística sin discriminar a los autores aficionados. Se abarcará desde poesía, narrativa, música, etc. Y contaremos con entrevistas donde el autor contara por sí mismo la creación de su propia obra.

Federico García Lorca

Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.

(La Sombra del Viento) Carlos Ruiz Zafón

Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Les ofreceremos entrevistas de nuestros colaboradores para que conozcan su obra y accedan a ella.

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Somos apenas un granito de arena, intentando hacer algo por el bien de nuestra existencia.

lunes, junio 10, 2019

Dany Cruz



DANY CRUZ

Biografía

(Piura, 1983). Poeta y editor. Estudió Humanidades y Filosofía en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya SJ, Lima. Es autor del libro Rueca del Insomnio (Lima: Pakarina, 2013), que obtuvo una mención honrosa en el Premio Nacional de Poesía PUCP 2007. En su más reciente publicación,con el título Nuevo Sol (Lima: Pakarina y CortaRama, 2015), Dany Cruz vuelve a explorar los límites formales y materiales del verso (y la versificación), esta vez en el estrechísimo espacio del hai-ku, poema breve de origen japonés cuya introducción a la lengua castellana fue realizada hace un siglo por el poeta mexicano José Tablada. Si en Rueca del Insomnio prima la atmósfera cargada de penumbra y de misterio, en Nuevo Sol, en cambio, todo es resplandeciente, más llano y transparente, precisamente porque se trata de una luz renovada y renovadora. Pero la exploración poética de Cruz no ha sido solo un recorrido por las formas canónicas y clásicas, que revela sus afinidades con las tradiciones latinoamericana e hispanoamericana. También ha explorado el verso libre de aliento conversacional, donde el yo se diluye hasta perderse en la polifonía, como en Colán y los despistados (Lima:CortaRama, 2006), o sus primeros escarceos con el verso breve y parco, íntimo, que expresa el desencanto y la desolación interior, como en Desencuentro (Piura: CortaRama, 2003). Poemas suyos aparecen en Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea (2017).



Sus poemas

Descabezado

Sé que un día fui a la playa
Y olvidé el abecedario aturdido por la arena ardiente
La mar: la mar entraba a saco por mis venas
Y una malagua se escurría hasta dejar mi vientre intacto y reluciente
Entonces miré mis manos (solo por ver si aún las tenía
(aun cuando no fuera necesario
Y en el extremo de mis dedos reconocí al Sol los anillos de Saturno
Tu ropa de baño morena no era más mi fiebre mi sopor
Una ola infinita suspensa en mi pupila
Y tu navegando sobre la caparazón de una tortuga divina



Olor a bodega antigua

La tierra húmeda el barro la arena mojada
mis travesías cuesta arriba
una botella de aceite un kilo de camote una aguja capotera un metro de naylon
con el vuelto cómprate un par de bolichas
esa cuesta una callecita sin nombre sin peldaños bajo la lluvia estación duradera
correr cuesta arriba sin más corceles que el propio aurigaba librado a su propio ímpetu mañanero
el Sol doraba tus cabellos tus pies bien asentados en la tierra correr es un juego
hasta levantar vuelo —amanece por segunda vez en Mercurio—
en la esquina una vedera de cemento medio metro arriba de la tierra
manzanas rosales y nísperos codicia de mis encias precoces (no eres más un pirañita)
veinte pasos hacia la izquierda subir galopante por la calle Salaverry —por el poeta, por el puerto—
veinte pasos hacia la derecha seguir subiendo por aquella bajada de adoquines invisibles que suenan como un piano tremolante a tu paso canta frena en seco vuela si caes
no te rompas la cabeza en el filo de la vereda nadie te ve caer, cometa de papel
nadie percibe tus pasos ni tu sangre veloz
solo fuiste a por el mandado —compraste clavos donde don Néstor, que te llamó panamo y, tras una pausa solemne (pomos llenos de bolichas, pitas para los trompos, arreos para las mulas),
panamito—por tu forma de frejol frijol ese aroma sereno de las semillas.



Ch’ulla

Coloca, despacio, la redonda palabra sobre el vacío sin fondo.
Distendida, así, se aleja de ti, te expulsa de tu voz.
Te devuelve.
Ahora te escucha murmurar como un rumor de alas o de rocas
bajando por las faldas de la noche sinuosa hasta la quebrada de este hallazgo.
Te oye y envuelve tu corazón entre el tabique y el martillo.
Hablas más bien como un extranjero.
Hablas en vez de mí con palabras rotas, desojadas en el pozo de las magnolias.
Me llevas hasta la serenidad de la que despierta en la transparencia
de su más remoto sueño. Ya no echarás de menos estas manos:
una suelta de otra, se parten en pedazos y son cometas que se desintegran
y entran en un nuevo estado de ser, llenas de presagios: ellas,
que presagian la suma y etérea impaciencia del silencio, callan
y tus ojos, estrellas nebulosas, se abisman en el entrecejo del misterio.
¿De qué lado del silencio estás, junto a una ventana
que avanza a tramos fijos, que se detiene
entre los nardos, mariposa opaca e invisible? Discurres
cual la Luna, sabiendo que asciendes, con la experiencia en manojos,
aplicas inyectables entre frascos de canela,
entre onzas, al menos; en cualquier caso: sabes que el miedo que se siente
al soñar es un miedo verdadero. Ya no digo tu ausencia.
Debo llevar a cabo esta tarea, Julia, lograr, digo,
querer con cariño de querencia este silencio,
o faltar, arriba o abajo de las cúpulas,
fijo numen luminoso, nuestro corazón,
esta palabra tendida, idéntica a ti y a tu silencio.



Destierro

A Antonio Cisneros, in memoriam

Mi mano arde, alta,
transparente a todas las luces,
más liviana que todos los espectros.

Las semillas se quedaron en mi garganta.
De ella brotan los árboles frutales:
naranjas doradas que aturden
con su brillo a todos los impostores,
incluido mi pie y sus zapatitos de charol prestados.

No hay centro para este universo.
La ola que rompió su propio equilibro
dura para siempre y no despierta queja.

He conocido todas las formas del encierro:
mis huesos duraron más que todos los fardos
y han aprendido
que resisten todas las enredaderas
todas las lianas
todas las raíces
todas las aguas

Pasajero varado en las fronteras difusas
de los días y las noches
reviso la redondez de mis piedras
y pulo sus lomos irascibles
para que los hombres conozcan el invierno
y las mujeres alumbren el verano
cada día

Camino con las manos en el cielo y los pies
colgando hacia la tierra



De profundis

Volví a desprenderme de la viga: mis manos
no lograban asirse a ninguna palabra más.
Me dejé caer en el vacío infinito. Confundí
el vértigo de la caída con la locura de los místicos.
Mi cuerpo se desintegraba en partículas de luz.
No fue sino hasta que me hube vuelto incorpóreo
que llegué a toparme con la Voz.

Supe que había llegado al fondo:
que más abajo ya no podría descender.
Todo era plano, como las piedras
que daban consistencia al eco. La Voz,
callada como el mar o como una sombra,
empozaba su ponzoña en mis oídos: me taladraba
el intestino con un reclamo de siglos y siglos;
me advertía de augurios y presagios
desatendidos por los notables de las comarcas
aledañas a mi sangre.
Al principio mi garganta
repetía el mismo rumor: campanillas sueltas
pululaban entre los árboles sombríos. Pude distinguir
los ojos de Dante, obnubilado con la guía
de un sátrapa erudito que había usurpado
la identidad de Virgilio. Me abstuve de perturbarlo:
la Voz me llamó a prudencia.
Dócilmente, el florentino
se dejaba llevar por canteras y peñascales
con una obsesión firme que, era notorio,
confundía con la determinación divina de un destino.

No hay tal, escuché gruñir a la Voz:
la mente de los hombres
nada sabe de lo insondable. A menudo llaman insondable
a su desgano y a su temor. No hay nacimiento ni muerte.
Solo el silencio imperturbable de la Voz
que calla para ir más allá de sí misma, allende
ningún poeta llegará jamás.



Plan para un poema arácnido

Tema: picadura de araña
Lugar: parte interna posterior del muslo derecho
Esquema formal: ocho líneas
Esquema material: Quiaismo y paralelismo
Sensaciones: Adormecimiento, placer venenoso
Advertencia: evite el endecasílabo
Musa a invocar: la Musaraña
Título: Aracné






Contacto



Twitter: @kronnopius


Francois Villanueva Paravicino


FRANCOIS VILLANUEVA PARAVICINO

Biografía


Escritor peruano (Ayacucho, 1989). Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007). Textos suyos aparecen en la antología Recitales “Ese Puerto Existe”, muestra poética 2010-2011 (2013). Ha publicado el libro de relatos Cuentos del Vraem (2017) y el poemario El cautivo de blanco (2018); además publicó en Amazon su primera novela Los bajos mundos (2018). Actualmente cursa la Maestría en Escritura Creativa de la UNMSM.


Sus poemas


Luna de azul marino

La luna titilante me observa con soberbia
Es una amiga cariñosa ante mis delirios
Una alegría en sus senos de Valdelirios
Creo ella es dulce, tan pura, muy sabia.

Oculta la sonrisa, ella tan triste canta
Con una lágrima de andaluz eufonía
Con el vendaval harto la atormenta
Las grises canciones son su manía.

Las serias razones no existen a su lado
Es mejor voltear hacia la hoja en blanco
Olvidar las espinas escarlatas del pasado
Y embriagarse con las ideas del bardo.

Distinguir la luz en el largo camino
Que nos espera como el fiel canino
Tras sendas horas de trabajo cansino
De una luna de color azul marino.



Autocontrol

No puedo dominar mis instintos
No los controlo ni queriendo
Las palabras sucias, las malas ideas
Son pan de cada día y trémulo
Dudo de todo demasiado, demasiado
Me adentro a la mundanal bulla
Enmarrocado ante lo flamígero
Creo que no nací para esto y dale
Eternizo cargando cántaros llenos
Con una tenia devorando mi testa
Flaco, enjuto, eso me tiene así
Sin poder luchar, sin trofeos
Qué te pasa, alucinado, preguntan
Has nacido tarde, el horizonte
Crece rojo como dos tiranos
Cabalgando tres triciclos tristes
Tus horas son otras mañanas
Donde todos eran un reformatorio
Mala vida, hoy necesitas autocontrol.



La flor sepultada

He sepultado la flor de tu amor entre la hierba azul
Estaba marchita y, lo siniestro, tenía tres rostros
El primero era de adonis cual estatua de mármol
El segundo era sublime cual la melodía del edén
Y el último, el más dominante, era espeluznante
Como el endriago, mitad humano, mitad animal
La tenía aferrado a mi pecho como un hijo agónico
Y me quité las vendas para sentirla en la ardua lluvia 
Dormí, desperté, y volví sin fe donde la sepultada
Tras silencios de siglos, tras distancias eternas
Como un viajero regresa a la montaña del alma
Luego de resucitar con otra conciencia oscura
La desenterré con presteza y lágrimas en los ojos
Tratando de recordar el verdadero valor del tesoro 
Encontré fatídicamente cenizas, polvo y calaveras
Pero no aquella flor marchita de tres rostros, ¡no!
Así es la esperanza en el amor no destinado
Como una Babel se encumbra para derrumbarse
Y si la entierras en lo más oscuro de tu corazón
Al final desaparecerá entre la aberración eterna.



Vértigo aéreo

Las ramas vistan lejanas las ranas
Y la lluvia de las carnales
No mojan el césped
Del manicomio.

Como la mar, el barco baila
En los murales celestes
De Eiffel nocturno
Alto ebrio.

El crepúsculo es harto más bello
Desde la Luna Satelital
Se borran los tonos
Del despertador.

Un rapsoda montó ligero
Su Nave Espacial
Y se desmayó
Expiró.

Los rosales canjean ternuras
Y vista desde arriba
Son microbios
Sin vida.

Soy un ogro de ancha mirada
Que teme a su estatura
Y tiene una risa
Ocultada.



El amor inadvertido

Escucho un murmullo, un susurrar, una sinfonía
Es del viento precipitarse con las flores, ligero
Del río avanzar en el paraíso con grata melodía
De la lluvia caer sobre la pradera; sí que te quiero
…Te quiero…

Escucho el pathos desde lo más profundo de mí ser
Es el cisne negro, la inspiración de la desesperación
Eres tú, mi querida, que me solivianta a querer
Te escucho amor que me llamas con eterna pasión
…Eres el soplo de mi luz…

¿Dónde te hallo? ¿En la de la nariz aquilina o respingada?
¿En ella? ¿En la de los preciosos ojos, acaso en ella?
¿En ese labio abrumador? Entonces, ¿en aquella sonrisa?
¿Allende en el horizonte? ¿O allende bajo las flores?
…Amor inadvertido, dónde estás…

Fulgor que has latido fuerte cuando no debiste existir
Aire que te has instalado perenne en mí, y te has ido
Vehemencia de esos ardores que no regresan más, jamás
Amor que nunca vi, tan difícil de hallar, ¿dónde estás?
…Sentimiento efímero y eterno, qué nunca he de hallar…

El firmamento es tan pequeño ante mis ojos, infinito es
El mar, tan voluptuosa, sus olas a mis pies van a colisionar
El crepúsculo, el cielo divino, la brisa, y la gloria no es
Volteo, ella aún duerme: es la fría presencia ausente
…Mía, has pasado inadvertido, sólo Mía…



Días de cobardía

Me refugio temeroso en el vino de los crucificados
En las lágrimas de las doncellas nostálgicas
En las pinturas de óleos mortuorios 
Y en el clamor de las cárceles.

Nado en el mar de dragones y sirenas del Índico
Sin más laberintos áridos que franquear
Sin altares divinos que rezar
Y pétalos que deleitar.

La llave de la libertad está a metros de la celda
Como Dionisio está feliz con las nínfulas
Todo es oscuro, nada es luz
Sin Mal sin Bien.

De poco estoy hartado, ansío más y más
Sumergido en un somnífero azul
Me ahogo en un cáliz etéreo
Cual ansía inmortal.

Hay moscardones que vuelan sobre mis labios
No confío ya en las apariencias, sino me cuido el alma
Ahora no existen crepúsculos tiernos, ni el tesoro vive en el mar
Estoy ciego, soy mudo, no escucho, y tengo miedo de las horas. ¡Oídme!


Contacto con el autor






lunes, junio 03, 2019

Luis Enrique Yáñez Pacheco


LUIS ENRIQUE YÁÑEZ PACHECO

Biografía

(Arequipa, 1931): Poeta, maestro e incansable promotor cultural. Es autor de Nueva poesía arequipeña (1955), Nuestra Ventana (1963), con prólogo de Alberto Hidalgo y difusor de la narrativa peruana con su obra Cuentos Peruanos (2 volúmenes 1970). Sus poemas han sido recogidos en Poesía revolucionaria del Perú. Antología (Ediciones América Latina, 1966) y en Repertorio poético arequipeño. Antología básica (Gobierno Regional de Arequipa, 2010). Director de la revista Canto General.


Comentarios


"Algunos de los poemas del maestro y poeta arequipeño Luis Yáñez, los más emblemáticos, son como himnos antiguos de combate (pensamos en "Hijos del pueblo"), que ya pertenecen al imaginario popular, que sabe tan bien rememorar las luchas y las conquistas sociales de un pueblo enérgico. Su primer libro de poemas fue prologado por el mítico Alberto Hidalgo. Sus poemas han aparecido en antologías famosas desde los 60 y en revistas de tiraje modesto. Lo reconocemos como un auténtico maestro de las generaciones más jóvenes”. 

Jaime N. Gamarra

Sus poemas


Arequipa, tu nombre

He preguntado por ti
todas las tardes;
y sé que eso no basta.
Ciertamente,
no basta
que en medio de la ausencia
me ponga a deletrear
el libro de las tardes.

Pero para llegar
hasta tu nombre,
Arequipa,
debo desenredar la luz oscura
y el tiempo
y los gorriones:
ruidosa pena
que arde en la verdura.

Para llegar a ti
debo desenredar
también tu nombre.

Entonces,
sin testigos,
en calma,
como un rumor que en la mañana brota,
encontraré tu nombre
hecho una espina rota,
rota en mi corazón,
clavada en mi alma.  



Arte poética

Por si acaso,
por si necesitáis
mi filiación
para que las teorías y la metafísica
no sean requisitorias
contra mi muerte,
voy a decir
cómo se escribe un verso.

Nacer a la vida
y ser apaleado

Cruzar con urgencia la niñez
y ser apaleado

Amar
y ser apaleado

Estar en la verdad
y ser apaleado

Una pausa
porque el lomo del hombre
no es tan fuerte.



El camino

Hermoso es el camino
que lleva a la ciudad,
rodeado de montañas
cuyas cimas
besan el cielo.

Un gran camino
por donde se abren paso
todos los hombres,
los que siguen la huella del sol,
los que nunca se detienen
y
saben que la luz
se alza temprano
al otro lado de las tinieblas.

En la ciudad
espera el amor
que
luego vivirá
junto a nosotros.

El camino es la vida
y tú y yo,
los nuevos caminantes
que heredarán
la Tierra.



Será un viaje de tren

I

Para qué disponer
el viejo mapa
del tiempo
si hay un andamio trunco
que exhibe las horas
enlutadas.

Y para qué nombrar
cosas y gentes
más allá de su sol
y de su tiempo.

Tal vez un sueño
asalte a la esperanza
y vuelque la ceniza
de la patria
en los sueños.

Tal vez pase esta hora
en que el poeta no canta,
este dulce silencio
que criba la distancia.

II

Será un viaje de tren
bajo la noche
con novias,
con hermanos,
con lluvia intensa
y trigo en las montañas.

Será un viaje de tren,
cercana el alba,
con saúcos,
con ríos,
con luz dispersa
entre las cosas diarias.



LA ÚLTIMA CENA

Asistiré a mi última cena,
acercaré a mi boca
un trozo de cerdo con nabos.
Le quitaré a mis versos

las proclamas,
sus airadas espinas,
su manía espontánea.
Mi sangre pulsará

aceleradamente,
lanzaré mi cuerpo en llamas
al seno de la tempestad
y llegará hasta el amor
entre deseos y milagros.



La poesía

Poesía:
sonido límpido
y sin eco.

Te escucho a solas,
mi alma solitaria
busca tu ritmo.

Me asomo a la ventana
y toco el cielo,
percibo el color de tu sonido.

Tu música me envuelve
en una atmósfera dorada,
cuyo brillo reverbera
en el silencio.

Amo el sonido
y su color de fuego. 


Publicación a cargo de Jaime N. Gamarra













Valeria Asto Carbajal


VALERIA ASTO CARBAJAL


Biografía

Arequipa 3 de diciembre de 1999. Estudia Literatura y Lingüística en la Universidad Nacional de San Agustín. Ha participado en dos concursos de creación literaria – Letras Arequipeñas 2015 del cual obtuvo el tercer puesto categoría cuento con el titulo “Musa de mi llanto” y el otro en 2016 en el cual obtuvo el décimo puesto con el título “Por si vuelves a nacer”. Integra la orquesta de cámara Brahms 15 de agosto. 


Sus poemas


MEMORIAS
                               
[Mientras que después de tres rones,
 y dos cajetillas de cigarros, 
el manantial de mis ojos desborda 
dolor.]


Noches turbias ultrajan mi pena,
sed y dolor se avecinan.

En la periferia agreste universitaria,
acurrucados al desastre
          dos,
                seis,
                       diez,
camaradas esbozan un encuentro
y con oleos pintan la existencia de
           uno,
                   tres,
botellas del elixir de la juventud.
Entonces,
comienza el ruedo.
                                  [Mi corazón advierte,
                                   herido anuncia
                                   que pronto la voz de mi silencio se hará conocer
                                   y todo lo que he callado,
                                   amenaza]

Trasciende la primera ronda
y el camarada uno
destapa el sepelio/blasfemias
que me han padecido.
         Negación,
                   ausencia,
                            silencio.

Unos brazos calurosos
Abrigan mi corazón.
              volteo,
                       lo veo.
Y amor es todo lo que siento por él.

Llega el primer elixir,
cual princesa derrotada y en constante recuperación,
mis memorias me despiertan
en un castillo custodiada por el dragón del pasado.
                                [Miedo tengo,
                                    redundo,
                                     poseo
                                     de encontrarme en tan poca talla
                                     en medio de varios mundos literarios.]

Retrato en un amargo cigarrillo,
la noche arrinconándome
en los arcaicos baños universitarios,
golpeando de mi
sombras que desahuciaron mis intentos de paz,
la noche en la que se empeñan a construir/difundir
las minorías,
mi quebranto.

Maldigo con ira
una y otra vez,
y que esta maldición caiga sobre aquel séquito
de sales infundidos
opresores de mi paciencia.
                               [Y vómito -maldita sea-
                                 sus mentiras.
                                 Ha de ser por esto mi dolor punzante en la cien,
                                 que me produce vómito.]

Trasciende la sexta ronda
y el camarada ocho pone en descubierto el agrio aroma del tiempo/insuperable
                  negación,
                             ausencia,
                                         silencio.

La Luna persigue mis suspiros
y pestañeo tras pestañeo
sueños de antaño
           envenenan,
                        aumentan,
el borrador de mis deseos.

                               [Dios sabe que lo intenté ayer,
                                 pero hoy
                                 desconozco la tiranía vertida
                                 de mi TEC-DC9]

Esta estocada en el corazón,
se cubre de una sumisa alegría de seda
que llora cuando el sol marca la hora
del almuerzo,
           dolor,
               quejas,
que nadie podría entender.

Son incontables las veces que he deseado ser
como las hojas de las plazas donde siempre sollozo,
-me sirvo otro vaso del elíxir- quisiera ser,
cómo esas hojas que se las lleva el viento -exhalo mi décimo cigarrillo-

La audiencia de mi panteón
ha estallado por cuatro años los turbios latidos de mi corazón,
                 piden,
                            reclaman,
                                       esperan,
 mi cabeza en una bandeja de plata.
Señalan con la punta de sus dedos
cristianos pecados
deudos,
desbaratando algún cariño/apoyo
que nadie se atrevió darme.

-regreso la mirada a mi hombre-

¡Ay palomita!
Fulgor, picaflor mío.
Si tu no estuvieras,
el estallo de mi furia acabaría
              conmigo,
                   con todos.
Hoy,
en tus manos encuentro calma
y en tu ausencia mi delirio,
           Arropa,
                 Enciende,
                         Abriga,
mis tristes inviernos universitos.

-sostengo sus manos-

Que se quemen mis párpados
cuando al pronunciar su nombre,
él no esté.
Porque…

¡Ay palomita!
Fulgor, picaflor mío,
moriría si una de mis balas te alcanzará a ti.



EN ESTE MUNDO

Cuando esté en el otro mundo
Lloraré lo pueril de éste.
Mi cuerpo pedirá volver,
 pero mi alma se habrá de acostumbrar
Sola y vacía.
Mi violín curará las heridas de amores mundanos
Llevándolos al sepelio de mi esperanza/olvido
Y con una sobrecarga de tonos apagados
Les cantaré la tristeza de las estaciones
Que han dejado en mí.



PARANOIA

Siete nuevas líneas paralelas aparecen en mi piel,
Como escamas amenazan mi tranquilidad mental que va
En declive.
El guardián de las cuchillas debe no verlas hasta el día de mi partida,
Quizás
El aumento de mi pena se exteriorice con este comienzo.
Volveremos,
Mi fiel amiga a destrozarnos la piel.
Y así tranquila me iré cantando
Como un picaflor, sin voz,
de flor en flor.



 LA ESPERA

En las calurosas calles esperando estoy,
Sesenta personas pasando,
Una por minuto.
Este silencio que hiere
Mi corazón.
“Y así pasarán mis días… y cansado me sentaré en las orillas de aquel río.”



EN EL OTRO MUNDO

En los suburbios de las élites clandestinas
De la sociedad norteamericana
El recuerdo me remonta su nombre … y lloro.
Interactúan mis versos con tu ausencia/indiferencia
Sobresalen sepelios de mi esperanza/amor a ti,
Contextualizo nuestra situación/relación
Y veo en tu conducta una pizca/muy inmensa
De tu desgano/rechazo
Enamorada de un amor ausente,
Margino tu discurso de despedida
Mientras reflejo mi realidad en las pupilas.
Uno a uno sale de mis ojos como cántaros miles de porqués
Pero atino a no decir nada
Mientras veo tu sombra alejándose/desapareciendo
En el atardecer.



N.N.

[Estos versos se leen en compañía
del bello arte de la música,
 amor herido – Karla Sofia]

Recuerdo que solías hablarme de tus tertulias fúnebres y marchitas,
De tus ganas de no querer amar ni ser amado,
De tu segundo plano estático inquebrantable/ inexplicable.
Hoy con el corazón roto
Reclamo a tu ausencia aquel cariño que te di, cuánto te di,
Regresa palomita
A devolverme ese amor.
Luego si quieres te puedes ir.
Si, anda. Vete, vuela lejos.
“Si el recuerdo a mí no me mata
Vaya con Dios adorado mío,
Pero eso si negro del alma
Cuidado que el mundo es ingrato…”
Estoy curtida de verme envuelta en el enjambre de tus
Miles
De miles,
De miles,
de mentiras
“Duele, cómo duele mi amor”
Hastiada de verte llorar en mis sueños
Y de verte venir cada vez más cerca.
Que tanto daño he de haberte hecho yo al aceptar tu partida
Para que ahora,
Cara a cara,
Evadas mi mirada.
Noches de luna llena me decías cosas tan bellas.
¡Qué pena! ¡Ay qué pena!
Ser el papel de la muchacha abandonada.



AQUÍ/ALLÁ

Me esconderé un día de estos,
me esconderé,
y con mis hojitas de coca que anunciaban vuestros abandonos,
me esconderé,
y soñaré,
y tocaré
mis huaynitos melódicos
anunciando su pronta llegada
tiernas y dulces palomitas ingratas.
Y si no regresan por lo menos
me volveré a esconder
y en lo más recóndito de la puna me hallaré
y bailaré,
¡Claro que bailaré!
mientras cae por mis ojos
agua salada,
tibia
y parca.




SUEÑO

¿A dónde irán las notas
armónicas de mi zampoña?
Cómplices de mi desdicha.
Cantos muertos en el olvido del peruano
De nuestra larga y triste historia.
Ojalá,
 en algún lugar del mundo escuches aquel llanto,
Ojalá,
y que en el despertar de tu guitarra escuches todos los huaynitos
que he cantado al cielo,
que entre lágrimas y lágrimas han desgastado mi corazón.
 Que aquel árbol convertido en viento de haberse llevado tu amor no dudó
 y que mueras por siempre en mi soledad.


BLA BLA BLA

Que no es para tanto,
¡¿Qué no es para tanto me dicen!?
Puedo sentir como mis sesos se
Exprimen al pensar en ello,
Cómo hay una cuerda dorada
Aguardando,
Esperando a que dé el último salto.
Como la lluvia trata de atravesar en forma de tormenta
Mis ventanas pupilares.

¿Qué no es para tanto dicen?
Cuando un centenar y medio de píldoras han
Laxado mi corazón.
Cuando una pistola casi atraviesa con balas de sus infamen calumnias
 sus y mi sien.
Cuando seis sobres de estricnina han llenado
Y vaciado mi estómago a lo largo de estos
Cuatro inviernos otoñales.

¿Qué no es para tanto?
Cuando en mi pecho sólo hallo una aglomeración de penas
Que sobresalta a la hora del almuerzo.
¡Si! ¡Se deja ver!
Qué no es para tanto me dicen,
Y lo vuelven a decir.
En su conciencia quedará el tormento eterno de mi desgracia
Cubierta por una sumisa alegría de seda
que transcurre indiferentemente bajo folios universitarios.



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Publicación a cargo de Nelly Patricia Orccon





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